Ermua y la memoria
Es una torpeza escenificar diferencias entre partidos ante el terrorismo
La banda terrorista ETA castig¨® a la democracia espa?ola con m¨¢s de 800 asesinatos y 20.000 v¨ªctimas de sus extorsiones, su metralla y sus secuestros. La vil ejecuci¨®n de Miguel ?ngel Blanco hace ahora 20 a?os tiene, sin embargo, una carga simb¨®lica ¨²nica por cuanto despert¨® a todos los sectores sociales del Pa¨ªs Vasco y del resto de Espa?a movi¨¦ndolos a una rebeli¨®n c¨ªvica contra los pistoleros. Por ello, merece ser recordado el Esp¨ªritu de Ermua que empuj¨® a millones de personas a la calle para protestar contra ETA aparcando el miedo en casa; algo que hasta entonces solo eran capaces de afrontar peque?os y heroicos grupos como Gesto por la Paz.
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Los destrozos del terrorismo etarra fueron durante a?os m¨¢s all¨¢ del dolor y la sangre de sus v¨ªctimas. Dividi¨® profundamente a la sociedad vasca y ha sido motivo de confrontaci¨®n permanente entre los pol¨ªticos y algunas asociaciones de v¨ªctimas adscritas a unos u otros partidos. Sin embargo, el Esp¨ªritu de Ermua fue un revulsivo; un grito ciudadano en favor de la unidad contra el terror. Por eso resulta del todo irritante que todav¨ªa hoy, 20 a?os despu¨¦s, haya conatos de disputa entre partidos democr¨¢ticos. De nada vale recordar a Miguel ?ngel Blanco si estos lo hacen con tanta y tan imperdonable torpeza.
Miguel ?ngel Blanco era concejal de Ermua cuando ETA lo secuestr¨® y lo mat¨® de dos disparos en la cabeza, en aquellos tiempos en los que ser edil del PP en el Pa¨ªs Vasco era una actividad peligrosa. Su sacrificio y su memoria merecen ser recordados y, si bien es l¨®gico que el PP se sienta m¨¢s concernido por aquella tragedia, tambi¨¦n es cierto que no son patrimonio del Partido Popular y organizaciones afines. Por eso, en aras de la unidad que simboliza, habr¨ªa sido m¨¢s sensato y coherente que el partido gobernante hubiera buscado previamente esa imagen de unidad en los actos de homenaje.
Lamentablemente, Podemos y la alcaldesa de Madrid, Manuel Carmena, han respondido a los llamamientos en su memoria con una evidente torpeza, neg¨¢ndose a participar en algunos actos y a colocar en la fachada del palacio de Cibeles una pancarta de Miguel ?ngel Blanco para no ¡°destacar a una v¨ªctima sobre todas las dem¨¢s¡±. Es una excusa incoherente con lo que realmente signific¨® la muerte de este joven concejal para la sociedad espa?ola, unida ante el dolor. Para la banda de matones, vencida por la democracia espa?ola, supuso, adem¨¢s, el principio del fin de su existencia.
La pugna, siete a?os despu¨¦s del ¨²ltimo asesinato de ETA, se sit¨²a hoy en qui¨¦n y c¨®mo se hace el relato de 42 a?os de tragedia terrorista. Los partidos democr¨¢ticos no deber¨ªan anteponer el desgaste pol¨ªtico del rival al derecho de una sociedad a honrar la memoria de los que dieron la vida por la libertad de todos.
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