Secesi¨®n sin democracia
Estamos ante un debate bronco y asfixiante en el que las garant¨ªas democr¨¢ticas son las primeras v¨ªctimas
Al principio fue la democracia. M¨¢s democracia. Una colectividad, se dijo de acuerdo al precedente de la ley de claridad canadiense, tiene que tener derecho a debatir sobre su futuro. Si tras hacerlo de una forma sosegada, habiendo concedido a todos los puntos de vista igualdad de oportunidades, se llegara a la conclusi¨®n de que una mayor¨ªa suficiente (de quebequeses, escoceses o catalanes) quieren constituir una nueva entidad pol¨ªtica, ser¨ªa dif¨ªcil encontrar razones para impedir una consulta. Y si esa consulta se celebrara con una pregunta clara en la que las consecuencias de la decisi¨®n fueran n¨ªtidas y la mayor¨ªa requerida para la aprobaci¨®n tambi¨¦n fuera rotunda, entonces no habr¨ªa m¨¢s remedio que aceptar la voluntad libremente expresada de ese colectivo.
Todo eso en un mundo ideal. Pero como hemos comprobado en estos a?os del devenir soberanista catal¨¢n, ese mundo ideal, en el que ciudadanos libres y bien informados intercambian ¡°razones razonadas¡± en un espacio p¨²blico abierto y bien organizado, no existe. Al contrario, en lugar de avanzar hacia una democracia deliberativa de calidad hemos retrocedido en la calidad y cantidad de la democracia realmente existente y abierto el paso a un debate bronco y asfixiante donde las garant¨ªas democr¨¢ticas son las primeras v¨ªctimas.
Frente al argumento independentista que justifica la secesi¨®n como v¨ªa de lograr una democracia m¨¢s avanzada, lo que vemos es c¨®mo el independentismo y la democracia est¨¢n a punto de tomar caminos separados. Porque una secesi¨®n unilateral en la que la mitad de la poblaci¨®n fuera ignorada conllevar¨ªa la emergencia de un Estado en el que la democracia solo regir¨ªa para la mitad que secund¨® el proceso. Mientras, los que se negaran a participar en la disoluci¨®n forzada de su Parlament y Estatut quedar¨ªan fuera del juego pol¨ªtico, c¨ªvico e institucional, privados de sus derechos y forzados a elegir entre convalidar los hechos consumados o marginarse de la vida p¨²blica.
Lo peor de todo es que, llegados a este punto, forzados a elegir entre secesi¨®n o democracia, un buen n¨²mero de independentistas parecen decididos a elegir la primera a costa de la segunda. La secesi¨®n democr¨¢tica acabar¨ªa as¨ª en secesi¨®n sin democracia. @jitorreblanca
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