Lo que queda de Venezuela
El r¨¦gimen de Maduro se est¨¢ convirtiendo en el sepulturero de la ¡®Revoluci¨®n Bolivariana¡¯. Enfrentado a una coalici¨®n de fuerzas de centro que creen en la democracia y el mercado, es un modelo muerto y nada puede recuperarlo
En Latinoam¨¦rica est¨¢n en marcha tres transiciones que golpean a la extrema izquierda: el fin de la lucha armada en Colombia; el retorno gradual, pero irreversible, de Cuba al capitalismo; y el final de la Revoluci¨®n Bolivariana.Venezuela es el eje de estas tres transiciones. Con m¨¢s de 400 presos pol¨ªticos y la negaci¨®n a la alternancia mediante elecciones libres, el r¨¦gimen chavista se destap¨® como dictadura. Despu¨¦s del intento de Fujimori, se acabaron en el continente las dictaduras de extrema derecha y tras casi 40 a?os de democracia solo quedan las dictaduras de extrema izquierda en Cuba y Venezuela. En este contexto, los 100 d¨ªas de protestas contra Maduro se han convertido en la rebeli¨®n pac¨ªfica m¨¢s prolongada y de mayor participaci¨®n en la historia de Latinoam¨¦rica. Ninguna dictadura anterior enfrent¨® un rechazo tan contundente.
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Si Nicol¨¢s Maduro hubiese aceptado el refer¨¦ndum revocatorio en el 2016, posiblemente hubiera perdido conservando un 40% de los votos. Pero ahora cada d¨ªa que pasa su soporte es menor, con lo cual Maduro se est¨¢ convirtiendo en el sepulturero de la Revoluci¨®n Bolivariana. Es totalmente falso que en Venezuela haya una lucha entre izquierda revolucionaria y derecha fascista; el r¨¦gimen venezolano est¨¢ enfrentado a una coalici¨®n de fuerzas esencialmente de centro que incluye a partidos, l¨ªderes, organizaciones sociales e intelectuales de izquierda que creen en la democracia y el mercado. Lo que est¨¢ en juego en Venezuela es el futuro del centrismo pol¨ªtico en Latinoam¨¦rica, porque en esta ocasi¨®n, las fuerzas democr¨¢ticas no son compa?eros de viaje de extremistas ni de derecha, ni de izquierda. La derrota del extremismo abre la posibilidad de alcanzar una mayor madurez democr¨¢tica en el continente.
Ch¨¢vez pudo darle unos a?os m¨¢s de vida al r¨¦gimen cubano que ahora, literalmente, est¨¢ buscando desprenderse de la teta petrolera venezolana para agarrarse de la teta financiera norteamericana. Hace 18 a?os era intelectualmente obvio que la Revoluci¨®n Bolivariana ten¨ªa fecha de caducidad. La historia de sube y baja de los precios del petr¨®leo y los avances tecnol¨®gicos volv¨ªan absurda la pretendida eternidad de un socialismo petrolero que permitiera repartir sin producir. Sin embargo, izquierdistas de toda Latinoam¨¦rica, Espa?a, Francia, Gran Breta?a, Estados Unidos y del resto del mundo vieron en Hugo Ch¨¢vez la resurrecci¨®n del mes¨ªas y en Venezuela el renacimiento de la utop¨ªa que hab¨ªa muerto en Europa Oriental y agonizaba en Cuba. La euforia fue tal que, para muchos, ser de izquierda implicaba aplaudir a Ch¨¢vez y no criticar a Fidel Castro. La chequera venezolana compr¨® lealtades a escala universal. Sin duda el final del r¨¦gimen dejar¨ªa perdedores en todas partes, por eso sigue conservando defensores y obteniendo silencios.
Pero, finalmente, tal como era previsible, se produjo la implosi¨®n del socialismo del siglo XXI y la crisis humanitaria que ha generado es descomunal; la fiesta del despilfarro revolucionario y del robo oportunista ha terminado. El modelo chavista salt¨® de la inclusi¨®n social a la multiplicaci¨®n exponencial de la miseria. El modelo est¨¢ muerto y absolutamente nada puede recuperarlo. El r¨¦gimen de Ch¨¢vez fue el ¨²nico de los llamados bolivarianos que le declar¨® una guerra abierta al mercado con expropiaciones que acabaron con la econom¨ªa de Venezuela. Ahora solo le queda la fuerza bruta del car¨¢cter militar que siempre tuvo. Las ideas que acogi¨® Ch¨¢vez fueron m¨¢s una oportunidad para la tradici¨®n militarista venezolana que una definici¨®n ideol¨®gica. El principal factor de cohesi¨®n de la Revoluci¨®n Bolivariana nunca fue la ideolog¨ªa, sino el dinero. Con los billones de d¨®lares en ingresos petroleros fue f¨¢cil que un grupo de militares se decidiera, para beneficio propio, confesarse izquierdistas.
Es falso que en Venezuela haya una lucha entre izquierda revolucionaria y derecha fascista
Los militares venezolanos tienen m¨¢s generales que Estados Unidos, ocupan miles de puestos de gobierno, han armado paramilitares, se han involucrado en el narcotr¨¢fico, han intervenido y expropiado empresas, se benefician de la corrupci¨®n, controlan el mercado negro, reprimen, apresan, torturan, juzgan y encarcelan opositores. En 17 a?os los militares han matado casi 300 venezolanos por protestar en las calles. En la historia de las dictaduras latinoamericanas no ha existido una ¨¦lite militar que haya podido enriquecerse tanto como la venezolana y todo esto lo han defendido como ¡°revoluci¨®n popular¡± los extremistas de izquierda en todo el planeta. La plata venezolana logr¨® que intelectuales de primer y tercer mundo establecieran que los antes ¡°gorilas derechistas¡± fueran reconocidos como un fen¨®meno revolucionario.
En el pasado, los revolucionarios latinoamericanos fueron perseguidos por Estados Unidos; los bolivarianos, por el contrario, tienen propiedades y cuentas bancarias en Florida. A Venezuela no necesitan invadirla como a Cuba, tampoco requieren armar contrarrevolucionarios como lo hicieron con Nicaragua. La Revoluci¨®n Bolivariana no depende de Rusia, ni de China, sino de que su enemigo, el ¡°imperialismo yankee¡±, le siga comprando petr¨®leo. Venezuela cubre solo el 8% del mercado estadounidense. Suspender esa compra no afectar¨ªa a Estados Unidos y no ser¨ªa una agresi¨®n, sino una decisi¨®n de mercado. Por ello, aunque parezca inaudito, Maduro sigue gobernando gracias a la compasi¨®n de Donald Trump. No hay argumento antimperialista que valga, Estados Unidos no ha metido su mano en Venezuela como la meti¨® en Chile, Rep¨²blica Dominicana, Panam¨¢ o El Salvador.
Los enormes progresos en bienestar logrados por el centroizquierda en Costa Rica, Chile, Espa?a y, no digamos, Suecia, Noruega o Dinamarca respetando la democracia y el mercado contrastan con el desastre social y econ¨®mico de Cuba y Venezuela. Es incomprensible la terquedad de los ut¨®picos de querer hacer posible lo imposible. Ch¨¢vez no invent¨® un nuevo socialismo para el siglo XXI, sino que repiti¨® el camino equivocado al pelearse con las fuerzas del mercado y ahora sus herederos hacen lo mismo contra la democracia.
Los bolivarianos bajaron la producci¨®n del petr¨®leo y despilfarraron unos ingresos hist¨®ricos
El supuesto marxista era que la Revoluci¨®n Bolivariana lograr¨ªa el desarrollo de las fuerzas productivas, pero, al igual que en Cuba, lo que hubo fue destrucci¨®n de las fuerzas productivas. Los bolivarianos hicieron retroceder la producci¨®n de petr¨®leo y despilfarraron los ingresos m¨¢s altos que ha tenido Venezuela en toda su historia. Pero no solo se contradijeron con Carlos Marx. En Venezuela a los de arriba se les ha vuelto imposible gobernar, hay un agravamiento extremo de la miseria de la gente y existe una intensificaci¨®n extraordinaria de la lucha popular. Estas son las tres condiciones que estableci¨® Vlad¨ªmir Lenin para reconocer la existencia de una situaci¨®n revolucionaria. Qu¨¦ triste debe ser comprarse una revoluci¨®n de mentiras y ser derrotado por una de verdad. Como dice Rub¨¦n Blades en su canci¨®n: ¡°Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas¡±.
Joaqu¨ªn Villalobos fue guerrillero salvadore?o y es consultor para la resoluci¨®n de conflictos internacionales.
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