No sin mis ¨¢rboles
Las urbes y campos de la costa Caribe de Colombia sufren una deforestaci¨®n abusiva pero hay personas que trabajan para frenarla y hasta han salvado ¨¢rboles centenarios de la regi¨®n
El ruido de las motosierras y la ca¨ªda inmediata de 70 ¨¢rboles nativos estremecieron a Duver Vides. Siempre agradecido por la sombra que le hab¨ªan ofrecido, el ingeniero ambiental colombiano no pod¨ªa creer lo que acontec¨ªa: unos contratistas aparecidos de la nada estaban talando ¡ªsin ni siquiera consultar el vecindario¡ª un patrimonio invaluable de su barrio.
El escenario de su cotidianidad se convirti¨® de repente en un cementerio. Lo que antes exhalaba vida adopt¨® la forma de una fr¨ªa y vasta extensi¨®n de concreto, hirviente en su superficie, desalmada y abandonada por la rica diversidad de aves que caracteriza este sector de la regi¨®n Caribe. As¨ª se expand¨ªa lo que hoy se conoce como el Canal de Panam¨¢ en la ciudad de Valledupar (norte de Colombia), un conducto a cielo abierto, calcado del alcantarillado pluvial de la ciudad de Barranquilla, y destinado a paliar el efecto de las lluvias torrenciales. Este proyecto urban¨ªstico desconectado de la realidad y de la historia de un barrio fue lo que hizo germinar una de las grandes asociaciones de conservaci¨®n de ¨¢rboles en la costa Caribe de Colombia: ProArbol.
En una ciudad tan verde como la capital del departamento del Cesar, conocida por sus avenidas arborizadas, sus mangos y ca?aguates, la muerte de estos ¨¢rboles no pas¨® desapercibida. El sentimiento de pertenencia y la conciencia de algunos ambientalistas quisieron lo contrario. Ante el aumento exponencial de proyectos urban¨ªsticos sin licencia ambiental y las consecuentes talas indiscriminadas en una regi¨®n que se abre ansiosamente al crecimiento, Duver Vides reaccion¨® y trat¨® de reunir informaci¨®n. Su gran preocupaci¨®n se dirigi¨® naturalmente hacia la segunda etapa del Canal de Panam¨¢, en el que se encuentra un t¨²nel verde fuertemente amenazado que alberga un pulm¨®n de 126 ¨¢rboles de diversas especies nativas.
¡°Empec¨¦ a escudri?ar sobre el Plan de Manejo Ambiental ¨C¨Cexplica el ingeniero¨C¨C. Asist¨ª a una reuni¨®n de socializaci¨®n que hac¨ªa el contratista y vi cosas que no me parec¨ªan bien. Lo que ocurr¨ªa en mi barrio era contrario a lo que yo tengo en mi pensamiento y en mi formaci¨®n como profesional. Sent¨ªa eso por dentro y la misma voz de los ¨¢rboles me jal¨® para que los defendiera. Entonces empec¨¦ a socializar las inquietudes a la comunidad¡±.
Con el respaldo de otros j¨®venes interesados por la conservaci¨®n medioambiental se fue conformando el comit¨¦ de la comunidad de San Fernando. Los ambientalistas empezaron a hablar casa por casa, puerta a puerta, de la importancia de una respuesta colectiva, y sensibilizaron a los vecinos sobre las consecuencias que supondr¨ªa la p¨¦rdida del arbolado m¨¢s cercano. Era necesario generar un clima de alarma ante una nueva ofensa.
Carlos Egurrola fue uno de los primeros en sumarse a esta etapa de concienciaci¨®n. Este joven ingeniero de petr¨®leo sinti¨® la necesidad de ser parte de un colectivo de defensa del ecosistema de su ciudad, y respondi¨® positivamente al llamado. ¡°Supe que hab¨ªa miembros de la comunidad que estaban defendiendo estos ¨¢rboles y quise sumarme", afirma Egurrola. "Es tambi¨¦n mi forma de mitigar el impacto que genera mi carrera profesional¡±.
La asociaci¨®n ProArbol naci¨® en mayo del 2016 como consecuencia de estas primeras acciones colectivas. La problem¨¢tica del ¨¢rbol urbano y su integraci¨®n en el devenir de la costa Caribe de Colombia se hab¨ªan hecho demasiado importantes, demasiado serias, para quedarse en un plano oficioso. Era necesario que una entidad floreciera en medio del vac¨ªo institucional para informar sobre los atropellos que acechan la poblaci¨®n de 140.000 ¨¢rboles de la ciudad de Valledupar (y los muchos otros que esperan ser censados en el departamento), pero tambi¨¦n que obrara de manera proactiva para recuperar el amor y el inter¨¦s de anta?o por los ¨¢rboles.
¡°Dentro de la cultura y la historia de nuestros abuelos, exist¨ªa la costumbre de sembrar un ¨¢rbol frente a su casa o en los patios para mitigar esas olas de calor. Por eso en Valledupar se form¨® esta arborizaci¨®n¡±, explica el ambientalista Duver Vides. La reconstrucci¨®n del amor por el ¨¢rbol pasa por implementar una estrategia de comunicaci¨®n que resalte los beneficios inmediatos del arbolado urbano. Uno de ellos es la atenuaci¨®n del efecto ¡°isla de calor¡±, causado por el uso de materiales de construcci¨®n que absorben las rayos solares (como el concreto). Los estudios realizados resaltan que la diferencia de temperatura entre una calle con ¨¢rboles y otra sin ¨¢rboles puede oscilar entre los cuatro y ocho cent¨ªgrados.
All¨¢ donde hay ¨¢rboles mejoran las relaciones interpersonales de los ciudadanos Carlos Egurrola, ambientalista
Por otro lado, los ¨¢rboles ayudan a la mejora de la calidad del aire. En una regi¨®n donde el parque automotor est¨¢ creciendo a gran velocidad ¡ªy donde todav¨ªa siguen circulando veh¨ªculos de m¨¢s de 10 a?os¡ª, los ¨¢rboles se erigen como una de las principales soluciones para el secuestro del carbono, pero tambi¨¦n para limitar el progreso de ciertas enfermedades cardio-respiratorias.
Y como si no fuera poco, Carlos Egurrola advierte sobre el impacto positivo que tienen los ¨¢rboles para la convivencia, la solidaridad y la armon¨ªa. ¡°Se han hecho estudios que defienden la teor¨ªa de que en las zonas arborizadas disminuyen los porcentajes de hechos violentos¡±, explica el ambientalista. ¡°Se dice que los ¨¢rboles llaman a la integraci¨®n comunitaria y social. All¨¢ donde hay ¨¢rboles mejoran las relaciones interpersonales de los ciudadanos¡±.
En ciudades del litoral caribe?o, la temperatura supera con frecuencia los 30 grados y buscar un ¨¢rbol es un reflejo natural para sobrellevar el sol canicular. Debajo de la copa se espera al transporte p¨²blico o a un amigo, o se vuelve a hablar con los conocidos del barrio. Todo esto tiene una influencia notable en el ¨¢nimo de las personas y en su deseo de crear m¨¢s relaciones sociales.
Y justamente, sobre este sentimiento de solidaridad y convivencia se han ido edificando los avances de ProArbol. Desde sus inicios, las actividades desarrolladas por la asociaci¨®n recibieron grandes muestras de inter¨¦s por los j¨®venes del barrio y estudiantes preocupados por el futuro de su ciudad. ¡°Muchos nos preguntaban c¨®mo hacer para participar", comenta Duver Vides. "Por eso abrimos un espacio para el voluntariado".
Hoy este colectivo representa mucho m¨¢s que la posibilidad de organizar actividades sobre el terreno. Es tambi¨¦n un v¨ªnculo directo con las universidades de la regi¨®n, el profesorado y los polos de investigaci¨®n. El Congreso de Arboricultura, organizado en la Universidad Popular del Cesar, fue el primero de este tipo en la regi¨®n Caribe y expuso algunas de las grandes problem¨¢ticas urbanas y ambientales de la actualidad, pero tambi¨¦n permiti¨® que los j¨®venes vieran un futuro atractivo en la conservaci¨®n. "Se les abri¨® de repente esa visi¨®n de que existe la arboricultura moderna y se mostraron interesados por conocer esta ciencia. La mayor¨ªa son estudiantes y profesionales reci¨¦n graduados de Ingenier¨ªa ambiental¡±, sostiene Egurrola.
En este primer congreso, que se realiz¨® en alianza con la Asociaci¨®n Colombiana de Arboricultura (ACA) en noviembre del 2016, los organizadores quisieron exponer todo el conocimiento existente para potenciar buenas pr¨¢cticas de conservaci¨®n, las conexiones que existen entre el entorno rural y el urbano, el conocimiento sobre especies nativas y otras invasoras, pero tambi¨¦n cuestiones urgentes para la integraci¨®n de futuros proyectos urban¨ªsticos o el desempe?o de una arborizaci¨®n eficaz.
El tema de fondo que se plante¨® en este encuentro universitario ¡ªy que sigue marcando la actividad diaria de la asociaci¨®n¡ª es el de la ciudad resiliente, contemplado en los objetivos n? 13 y 15 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados en las Naciones Unidas.?
Los ¨¢rboles son la herramienta m¨¢s costo-efectiva para mitigar el cambio clim¨¢tico
¡°Una ciudad resiliente es aquella que hace un uso eficiente de sus recursos naturales", aclara Egurrola. "Vemos que los ¨¢rboles son grandes protagonistas para llegar a esas metas. Uno de los grandes beneficios de la conservaci¨®n del arbolado es que permite hasta el 20% de ahorro del consumo de energ¨ªa en una casa. Donde hay una buena presencia arb¨®rea disminuye el consumo de aires condicionados. Los ¨¢rboles son la herramienta m¨¢s costo-efectiva para mitigar el cambio clim¨¢tico¡±.
Con la cercan¨ªa de expertos y colaboradores sensibles a la causa, el Primer Congreso de Arboricultura de la costa Caribe afianz¨® algunas ideas que se iban perfilando a lo largo de las diversas actividades de ProArbol: la necesidad de establecer a la mayor brevedad un Plan de Manejo del Arbolado Urbano y, en segundo lugar, ratificar una Ley del ?rbol a nivel nacional que regule todos los aspectos de la vida de un ¨¢rbol y su conservaci¨®n. La primera necesidad ya ha tenido una respuesta con la preparaci¨®n de un Plan de Manejo (que queda por incorporar oficialmente en la pol¨ªtica urbana de la ciudad de Valledupar), y la segunda espera su inclusi¨®n en la agenda ministerial.
Una tragedia convertida en reto
Por otro lado, la reciente tragedia ambiental de Mocoa, acaecida el 31 de marzo del 2017 y que caus¨® la muerte de m¨¢s de 300 personas, tambi¨¦n supone nuevos retos y lecciones para ambientalistas y urbanistas de toda Colombia. En efecto, a pesar de que el Caribe colombiano difiera en ciertos aspectos clim¨¢ticos de la costa Pac¨ªfico, lo cierto es que los procesos de deforestaci¨®n que se est¨¢n llevando a cabo en la Sierra Nevada de Santa Marta son muy parecidos y exponen numerosas poblaciones a crecientes devastadoras.
El ascenso del ganado a puntos muy elevados de la Sierra Nevada acaba con el musgo que representa el primer retenedor de agua. Tambi¨¦n las quemas descontroladas acaban con la vegetaci¨®n primaria, y por ende, cuando llega el periodo de lluvias, todos los sedimentos vienen pendiente abajo, pudiendo causar un desastre de tama?o gigantesco.
¡°El mensaje fue muy claro con ese lamentable desastre que se present¨® en Mocoa. Vemos que hay que proteger las cuencas ¡ªexpone Duver Vides¡ª. Vemos tambi¨¦n que es necesario fortalecer una ley forestal a nivel nacional, que sea muy fuerte en este tema para evitar tragedias en los municipios y en las regiones afectadas por el mal manejo de las cuencas altas¡±.
Los 126 ¨¢rboles preservados hasta hoy en el Canal de Panam¨¢ son un logro monumental
Ante este panorama desafiante, los miembros de la asociaci¨®n ProArbol saben que deben armarse de paciencia y alegrarse con cada paso realizado. Por eso se ilusionan con el esp¨ªritu de fraternidad que ha surgido en cada una de sus iniciativas en sus primeros a?os de trabajo. Los 126 ¨¢rboles preservados hasta hoy en el Canal de Panam¨¢ son un logro monumental. El parque de San Fernando, en el que se ha recuperado una gran cantidad de ¨¢rboles frutales gracias al apoyo de la comunidad, es otro. Tambi¨¦n est¨¢n los huertos ecol¨®gicos y comunitarios proyectados para un futuro inmediato. Pero por encima de esto est¨¢ ese sentimiento que crece: la valoraci¨®n del ¨¢rbol en las escuelas y otros escenarios p¨²blicos, el afecto de los ciudadanos por los ¨¢rboles expresado en las manifestaciones callejeras, as¨ª como los contactos que van naciendo con otras entidades protectoras de la costa Caribe.
Mientras caminan, Carlos Egurrola y Duver Vides no se cansan de observar aquellos amigos ciudadanos que les acompa?an silenciosamente. El mango, el gu¨¢simo, el macurutu, el guayacan azul, el ca?aguate, y muchos otros m¨¢s, siempre est¨¢n ah¨ª, dispuestos a brindar lo mejor de s¨ª: una sombra, un espacio de paz y un cobijo para muchas otras especies animales.
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