La manada
La masa hoy, adem¨¢s de pereza, me causa gran turbaci¨®n, sobre todo viendo c¨®mo se divierte
Para corroborar que no s¨®lo el hombre desciende del mono sino que muchos no han descendido del todo a¨²n basta mirar en televisi¨®n las im¨¢genes de todas esas fiestas que estos d¨ªas se celebran por Espa?a y cuya sustancialidad estriba en retornar al homo erectus a base de beber alcohol, tirarse barro o tomates unos a otros o correr delante o detr¨¢s de unos animales que normalmente son los m¨¢s civilizados de la fiesta. La conversi¨®n del individuo en manada, ll¨¢mese ¨¦sta cuadrilla o pe?a o despedida de soltero/a, es condici¨®n sine qua non para que la transformaci¨®n animal se produzca, lo que demuestra que el gregarismo sigue presente en nuestro ADN. De ah¨ª a desembocar en manada aut¨¦ntica va el paso que separa a sus integrantes del mono, que a veces es muy impreciso.
Los pasados Sanfermines estuvieron salpicados de pol¨¦mica tras las medidas gubernativas tomadas a ra¨ªz de la violaci¨®n colectiva el a?o anterior de una chica por parte de una manada de hom¨ªnidos que incluso se autonombraban as¨ª a s¨ª mismos: La manada. Su heroicidad (cinco hombres contra una mujer bebida), que al parecer no era la primera, sensibiliz¨® a una ciudad que ya hace mucho que ve c¨®mo sus internacionales fiestas se convierten en un encierro continuo de una semana, pero no ¨²nicamente de toros. Las medidas lo han amortiguado un poco seg¨²n comentan, pero las im¨¢genes no dejan dudas de que Pamplona, como cualquier otra ciudad o pueblo espa?ol en fiestas (y ni siquiera en fiestas; cualquier fin de semana sirve), ha sido un a?o m¨¢s la demostraci¨®n de que la manada sigue rigiendo el comportamiento com¨²n, especialmente en determinados ambientes. No digamos ya en los sitios de costa, donde muchos extranjeros que consideran que Espa?a es un after hours invaden playas y discotecas profiriendo gritos de guerra de sus equipos de f¨²tbol u otros deportes y mostrando obscenamente sus tatuajes, signo de su pertenencia a una sociedad para la que la educaci¨®n dej¨® de estar de moda hace tiempo.
Debo de estar haci¨¦ndome muy mayor. Quiz¨¢ lo era desde peque?o, pues siempre fui muy individualista, algo que a veces me reprocharon, pues mi ¡°asocialidad¡± no casaba bien con el compromiso pol¨ªtico de la Transici¨®n ni con la pertenencia a modas y movimientos, ya fueran ¨¦stos existenciales o literarios, despu¨¦s. El grupo siempre me dio pereza, tanto que hoy no pertenezco a ninguno de WhatsApp ni alimento red social con mis tonter¨ªas, lo que no quita que cultive a mis amigos con esmero. Pero la manada imperante hoy tanto en la vida real como en la virtual, adem¨¢s de pereza, me causa gran turbaci¨®n, sobre todo viendo c¨®mo se divierte.
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