Decidir
La sabidur¨ªa del sistema consiste en permitir que A y B convivan sin renunciar a ser distintos
Pocas veces nos topamos con un art¨ªculo de tan fina inteligencia como el que Pedro ?lvarez de Miranda public¨® en este peri¨®dico el s¨¢bado. La Academia de la Lengua decidi¨® dar v¨ªa libre al uso de la forma ¡°iros¡± junto a la recomendada ¡°idos¡±. El triunfo en votaci¨®n de esa permisividad con el imperativo del verbo ¡°ir¡± llev¨® al acad¨¦mico a exponer los motivos de su abstenci¨®n ante tal disyuntiva. Hubiera preferido, y lo razonaba, no haber tenido que votar sobre algo as¨ª. Los hablantes, y hasta los escritores que transportan la lengua de la calle a sus p¨¢ginas, no ve¨ªan de ninguna manera cercenada su libertad porque la Academia insistiera en el uso correcto de esa forma del imperativo. Curiosamente, votar ha roto el equilibrio perfecto, un poco como el padre que decide salir a comprar hach¨ªs para su hijo adolescente al d¨ªa siguiente de descubrirle fumando porros.
Pero lo hermoso del art¨ªculo es que aportaba una luz magistral sobre la encrucijada que vive Espa?a, un pa¨ªs en p¨¢rvulos de democracia. Deber¨ªa ser le¨ªdo a los alumnos cuando comiencen el pr¨®ximo curso, porque, y esto es lo m¨¢s importante, les viene a explicar que el lenguaje es la asignatura fundamental, porque todos los vicios, los retorcimientos y las lagunas de la libertad nacen en el lenguaje que nos damos. Uno puede escribir esta columna con cierta tranquilidad porque sabe positivamente que los lectores, al leer el t¨ªtulo de esta pieza, comprenden que se trata de un infinitivo y no de un imperativo. Imag¨ªnense el horror de pensar que pudieran confundirse. La Real Academia, como otras instituciones, vela por la norma; salt¨¢rnoslas, adecuarlas, esquivarlas y transformarlas es un esfuerzo que requiere algo m¨¢s que votar en asamblea.
No en vano, llamamos populismo a adecuar la verdad a las emociones de la mayor¨ªa. Por este camino, dentro de poco iremos a comer a una tasca y el propietario nos anunciar¨¢ que ha impuesto la democracia en su local. A partir de ahora someter¨¢ a votaci¨®n entre los comensales si de primero hay paella o gazpacho. Y la opci¨®n que gane se servir¨¢ a todos. ?Es ese restaurante m¨¢s democr¨¢tico que el de enfrente que sirve gazpacho o paella seg¨²n prefiera el cliente? Quienes han decidido que la democracia es ese lugar donde A y B se enfrentan para ver qu¨¦ letra se impone, necesitan tener enfrente a una sociedad razonable y prudente que les recuerde que la sabidur¨ªa del sistema consiste en permitir que A y B convivan sin renunciar a ser distintos.
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