Cient¨ªficos desatan a m¨ªster Hyde en el cerebro de los ratones
El experimento tambi¨¦n revela que la convivencia es el mejor ant¨ªdoto contra los estallidos violentos
Un grupo de cient¨ªficos ha provocado tal cabreo en unos ratones que se enfrentaron hasta con su propia imagen reflejada en el espejo. La provocaci¨®n que gener¨® ese ataque de ira en los ratoncitos no fue verbal, sino algo m¨¢s compleja. Los cient¨ªficos trastearon en el cerebro de estos ratones hasta dar con un peque?o grupo de neuronas en el que se localiza su particular m¨ªster Hyde, unas c¨¦lulas que al activarse desatan un in¨¦dito comportamiento agresivo y violento. Y los investigadores, de la Universidad de Stanford, activaron estas neuronas una y otra vez en distintos contextos para conocer las ra¨ªces de los ataques de ira y los estallidos de violencia incontrolada que, aseguran, pueden tener implicaciones para los humanos.
Los niveles de rabia que provocaron los cient¨ªficos van m¨¢s all¨¢ de lo esperable: atacaron su reflejo en el espejo y guantes de laboratorio, incluso estando castrados
Los ratones no son animales pac¨ªficos; los machos se muestran agresivos entre ellos, por ejemplo, en un contexto de defensa de su territorio. Pero los niveles de rabia que provocaron los cient¨ªficos van m¨¢s all¨¢ de lo esperable: adem¨¢s de contra otros machos, cargaban contra objetivos a los que jam¨¢s atacan, como su reflejo en el espejo, guantes de laboratorio y hembras, incluso estando castrados. Todo por culpa de un min¨²sculo grupo de unas 50.000 neuronas en el hipot¨¢lamo, "una aguja en un pajar" comparadas con los 80 millones que tiene el cerebro del rat¨®n, seg¨²n lo explica el l¨ªder de este experimento, Nirao Shah, en una regi¨®n que desempe?a un papel en muchas actividades controladas por hormonas como la alimentaci¨®n, el miedo y la actividad sexual.
"Estimular este centro es suficiente para provocar este comportamiento agresivo en los machos, pero no en las hembras", asegura Shah a Materia. "Este n¨²cleo cerebral es necesario para la agresi¨®n territorial masculina y estimularlo tambi¨¦n es suficiente para provocar este comportamiento: en esencia, es el centro de agresi¨®n", a?ade el neurocient¨ªfico de Stanford, que publica este trabajo de su grupo en la revista Neuron.
Pero en esta serie de experimentos los investigadores trataron de ir un poco m¨¢s all¨¢ en el conocimiento de este mecanismo que libera al m¨ªster Hyde que los ratones llevan dentro. Realizaron m¨²ltiples combinaciones de ratones con este n¨²cleo de agresividad accionado en distintas circunstancias hasta descubrir que ese interruptor de violencia no tiene la ¨²ltima palabra. Las pruebas sobre ese n¨²cleo de agresividad se realizaron en principio en varones solitarios que estaban en su propia jaula. Pero todo cambi¨® cuando quisieron accionar el interruptor de ratones que se hab¨ªan criado en convivencia con otros ratones en la misma caja.?
Nuestro estudio muestra que la convivencia social? puede sobreponerse al impulso natural para frenar la agresi¨®n", resume el investigador
"Nos sorprendi¨® mucho que la convivencia social de los machos reprimiera su agresividad cuando entraban en otro territorio masculino: estos varones socializados no atacaron cuando les estimulamos este centro cerebral", se?ala Shah, destacando que el principal hallazgo de su trabajo es que el contexto social y la experiencia pueden anular ese resorte de violencia. "Dicho de otro modo, al pensar si en lo relativo a la agresi¨®n masculina se nace o se hace, nuestro estudio muestra que se hace, porque este aspecto puede dominar y sobreponerse a la naturaleza del circuito neuronal para frenar la agresi¨®n", resume el investigador de Stanford. Los ratones acostumbrados a convivir demostraron ser m¨¢s d¨®ciles, pero cuando bloquearon su capacidad de percibir las feromonas que secretan sus cong¨¦neres volvieron ser igualmente violentos.
A comienzos de a?o, un grupo de investigadores de la Universidad de Yale hab¨ªa conseguido tomar las riendas del instinto asesino de los ratones. Estimulando un grupo concreto de neuronas, activaban el instinto cazador de los ratones; al apagar esas neuronas, el rat¨®n era incapaz de dar la dentellada mortal a su presa.
Este grupo de investigadores cree que este peque?o hallazgo puede tener repercusi¨®n tambi¨¦n en el ¨¢mbito humano. Seg¨²n explica Shah, la activaci¨®n de este n¨²cleo de agresividad del cerebro conduce a atacar o tener un comportamiento amenazante hacia objetivos que normalmente no provocan este comportamiento, como el reflejo propio en el espejo. "El trastorno explosivo intermitente es un diagn¨®stico psiqui¨¢trico en el que un paciente muestra un comportamiento violento y agresivo por condiciones o situaciones que normalmente no provocan este comportamiento en otras personas, y se estima que afecta al 5% de la poblaci¨®n", detalla el neurocient¨ªfico. "As¨ª que una implicaci¨®n posible de nuestro trabajo es que un punto cerebral dedicado a la agresi¨®n anormalmente activo puede contribuir a la aparici¨®n de este desorden", asegura Shah. Y a?ade: "Realmente nos gustar¨ªa saber c¨®mo el contexto social suprime la agresividad".
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