Verano
En nuestra lista de movimientos reflejos debe de haber uno que dice que ante cualquier gesto inesperado la reacci¨®n es matar
Este s¨¢bado nos fuimos de la playa antes de lo normal. En realidad siempre nos vamos de la playa antes de lo normal, crey¨¦ndonos m¨¢s listos que nadie, y el resultado es que hay playas vac¨ªas un s¨¢bado a las seis de la tarde porque los m¨¢s inteligentes del mundo est¨¢n en la carretera atrapados en la t¨ªpica caravana de listos. El fen¨®meno es curioso: abandonar una playa debe de ser como abandonar un pa¨ªs. Empieza con un se?or que levanta la toalla s¨®lo para sacudirla y se acaba rodando Dunkerque.
Ese d¨ªa, durante la evacuaci¨®n, un ni?o se cruz¨® en mi camino. Yo ya estaba conduciendo por una v¨ªa secundaria y el chaval ¡ªunos 10 a?os¡ª sub¨ªa caminando la cuesta con la toalla al hombro. Yo reduje la velocidad esperando a que se apartase a uno de los arcenes. Fue la cl¨¢sica reducci¨®n de velocidad sobreactuada, a 600 metros del ni?o, hasta casi frenar el coche con una sonrisa de condescendencia muy miserable, en plan ¡°freno as¨ª porque yo tambi¨¦n tengo un hijo¡±, como si el hecho de no tenerlo permitiese conducir puesto de MDMA.
Pues bien, el ni?o no solo no se ech¨® a un lado sino que hizo algo incomprensible: se puso a correr. Mir¨® atr¨¢s, vio que ven¨ªa un coche a cierta distancia y ech¨® a correr como si estuviese en San Ferm¨ªn. Lo hizo completamente por sorpresa, tanto que a m¨ª me puso tan nervioso esa reacci¨®n est¨²pida que yo a mi vez pis¨¦ el acelerador. En nuestra lista de movimientos reflejos debe de haber uno que dice que ante cualquier gesto inesperado la reacci¨®n es matar. Porque si no, no lo entiendo.
Como adem¨¢s la pista estaba llena de piedritas y arena, el aceler¨®n hizo que las ruedas chirriasen y formasen una nube de polvo, lo cual acab¨® por llamar la atenci¨®n de todo el mundo. Al escuchar el estruendo, el ni?o corri¨® a¨²n m¨¢s r¨¢pido, as¨ª que para entonces el espect¨¢culo ya ten¨ªa a todos con la boca abierta. Intent¨¦ frenar bajando de marcha para que el coche no se deslizase con un derrape y atropellar al cr¨ªo (de atropellarlo, atropellarlo al menos adapt¨¢ndome a un canon), aunque esa maniobra prolong¨® el suspense pues en un primer momento podr¨ªa parecer ¡ªpareci¨®, de hecho¡ª que me interesaba much¨ªsimo cogerlo.
Cuando todo termin¨® hubo gente que se interes¨® por mis razones para querer asesinar a un ni?o. Observ¨¦ un fen¨®meno curioso: la presunci¨®n de culpabilidad descansaba en el que escapaba del coche (¡°pero hombre, qu¨¦ te hizo¡±), no en m¨ª. Cosa que me tranquiliz¨® mucho con vistas a nuevas y excitantes persecuciones.
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