Los abstemios
Quienes se abstienen en materia nacionalista quieren quedar como h¨¦roes de la intemperie y vivir bajo techado. Abstenerse entre nuestros derechos y los radicalismos que pretenden desmontarlos es ser un c¨ªnico o un imb¨¦cil
En su Diccionario del diablo,Ambrose Bierce define al abstemio como ¡°una persona de car¨¢cter d¨¦bil, que cede a la tentaci¨®n de privarse de un placer¡±. Los bebedores, que somos un grupo humano de excepcional tolerancia y amplitud de miras, no tenemos prejuicios contra los abstemios, pese a recordar que Adolf Hitler y Donald Trump figuran en sus filas. No se debe juzgar a un colectivo por sus miembros m¨¢s defectuosos, tal es nuestro lema. De modo que nada tenemos contra quienes reconocen que no beben porque les sienta mal el alcohol, no les gusta su sabor, padecen dispepsia o se marean enseguida, lo que les lleva a conductas inapropiadas como cantar jotas o confesar desfalcos. Nuestro respeto y compasi¨®n fraterna para todos ellos. Pero a quienes no podemos aguantar es a los que para justificar su abstinencia calumnian a la bebida como fuente de todos los males imaginables, violencia familiar, accidentes de tr¨¢fico, acoso a v¨ªrgenes de ambos sexos, cirrosis, calvicie y otras plagas m¨¢s. Estos vocingleros pretenden situarse m¨¢s all¨¢ de todas las bodegas de la vida y miran por encima del hombro a quienes consumen pl¨¢cidamente su aperitivo. No se dan cuenta de que confunden el uso con el abuso y consideran abuso a todo uso que ellos no comparten. Ni que decir tiene que algunos exalcoh¨®licos suelen ser los m¨¢s intransigentes... lo cual tiene un punto disculpable.
Otros art¨ªculos del autor
He notado que frente a ese brebaje embriagador que es el nacionalismo se da una actitud parecida. Me refiero ante todo al gremio de literatos y artistas, lo que nuestro padre Hegel llamaba ¡°almas bellas¡±, es decir, quienes ¡°temen empa?ar con la acci¨®n la honestidad de su interior y que para no renunciar a su refinada subjetividad s¨®lo se expresan con palabras y cuando pretenden elegir se pierden en absoluta inconsistencia¡±. Ante la droga arrebatadora del nacionalismo, se encabritan como potros que ven una v¨ªbora en su camino. No comparten los fervores separatistas del nacionalismo en Catalu?a o el Pa¨ªs Vasco porque abominan de cualquier planteamiento nacional, sea el que sea. No quieren tener nada que ver con la naci¨®n porque siempre contagia y mancha de vulgaridad procelosa a los esp¨ªritus superiores. Adscribirse a una naci¨®n es cosa anticuada y sumamente peligrosa, que arrastra a los mayores desafueros. Nunca se han sentido espa?oles, ni un minuto, ni en sue?os y por tanto tampoco vascos, catalanes o lo que sea. Todo lo m¨¢s palpitan por una aldea del recuerdo, un barrio, un paisaje de infancia... Detestan las banderas, cualquiera que sea su juego crom¨¢tico, porque todas obligan a la bander¨ªa y acotan la amplitud sin puertas del campo en la estrechez del terreno para la liza o la batalla. Y todas las fronteras les resultan igualmente odiosas, sea vistas del lado de aqu¨ª o del de all¨¢. Ellos se sienten libres de la obligaci¨®n obnubiladora de elegir que esclaviza a los ingenuos y a los devotos.
Tratan de evitar que les tomen por gente de derechas, defensores de ¡°lo establecido¡±
Como todo lo individualista suele serme simp¨¢tico, tambi¨¦n siento un momento de cercan¨ªa hacia estos estr¨¦pitos. Despu¨¦s de todo, tengo escrito un libro titulado Contra las patrias (aunque resulta ser poco abstemio m¨¢s all¨¢ del nombre, la verdad). Pero el postureo est¨¦tico cada vez me resulta m¨¢s indigerible. Cosa de los a?os, sin duda. Pienso que en un mundo en que tantos sufren por culpa de la traici¨®n de las palabras, ninguno debemos hacer piruetas (siempre con red, desde luego) con ellas y sobre ellas. Es nuestro deber explicar claramente lo que tenemos por imprescindible, aunque nos haga desmerecer a los ojos m¨¢s ilusionados. Los abstemios en materia de nacionalismo a los que me refiero son personas inteligentes que s¨®lo se permiten adoptar el disfraz festivo de la insensatez ante los medios de comunicaci¨®n. Privadamente conocen y valoran su ciudadan¨ªa nacional, aunque prefieran disfrutar de sus c¨ªvicas ventajas discretamente, sin hacer pedagog¨ªa de tales beneficios para aquellos que viven sometidos sin remedio a la devastaci¨®n populista. Quedar como h¨¦roes de la intemperie y vivir bajo techado, ¨¦se es su ideal. Los m¨¢s articulados, para justificarse, nos dicen que naciones, banderas y ardores patri¨®ticos han tra¨ªdo sangre y dolor, lo cual es indudable. Pero tambi¨¦n los lazos familiares y el amor son motivo de corruptelas, nepotismo, celos fatales, venganzas, ceguera interesada o simple ridiculez beata y no hay muchos que proclamen: ¡°Nunca me he sentido ni por un minuto padre de mis hijos¡±, ¡°aborrezco el amor fraterno¡±, ¡°me da lo mismo mi madre que la del vecino¡± o ¡°enamorarse es exagerar enormemente la diferencia que hay entre una persona y otra¡± (esto es de Bernard Shaw, claro).
Uno puede querer a los suyos sin caer en nepotismo ni tampoco volverse nacionalista
Uno puede querer a los suyos sin caer en nepotismo ni tampoco volverse nacionalista, lo mismo que todos tenemos ap¨¦ndice pero no todos padecemos apendicitis (y esto es de Juli¨¢n Mar¨ªas, quede constancia). Como se?ala Timothy Snyder: ¡°Un nacionalista nos anima a ser la peor versi¨®n de nosotros mismos, y despu¨¦s nos dice que somos los mejores¡±. Pero es sensato y muy aconsejable apreciar el Estado de derecho y los s¨ªmbolos nacionales que lo acompa?an porque es el respaldo de la ciudadan¨ªa que nos permite la libertad dentro de la igualdad, o sea, ¡°ser diferentes sin temor¡± (Odo Marquard, ¨²ltima cita, lo juro). Ser abstemio entre las convenciones que consagran nuestros derechos y los radicalismos que pretenden desmontarlas es ser un c¨ªnico si la duda es fingida o un imb¨¦cil si es falsa.
Pero lo que pretenden sobre todo evitar estos abstemios es que les tomen por gente de derechas, defensores de ¡°lo establecido¡± (en lo cual, sea lo que fuere, tan favorablemente viven). Ser de izquierdas es optativo, pero no parecer de derechas es obligatorio. Coram populo, la ¨²nica trinchera segura y aceptable es siempre la que est¨¢ contra el Gobierno. Por eso nunca olvidar¨¢n, si arriesgan alguna cr¨ªtica al separatismo antilegal en Catalu?a, mencionar enseguida el ¡°inmovilismo¡± de Rajoy. Es algo reflejo, una sinapsis, Pavlov habr¨ªa disfrutado: si el Gobierno dijese que la tierra es redonda y la izquierda que es plana, ellos dir¨ªan que no es plana pero que ya est¨¢n hartos de la arrogancia de quienes dicen que es redonda. Desde luego, no faltan razones para censurar el inmovilismo gubernamental: en mi opini¨®n, si hubiera actuado con la contundencia debida cuando empezaron los desacatos, algunos personajes o personajillos del proc¨¦s habr¨ªan pasado una temporada en la c¨¢rcel y ahora estar¨ªamos hablando de problemas importantes y no del refer¨¦ndum de nunca acabar. Pero claro, no es esto lo que los abstemios hubieran querido tampoco. Porque lo que ellos quieren es... pero ?qu¨¦ quieren los abstemios, adem¨¢s de agua, mucha agua para lavarse las manos de lo que pasa?
?Fernando Savater es escritor
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