Venezuela, una salida
El pa¨ªs necesita una amnist¨ªa y devolver a la Asamblea Nacional el poder que le fue retirado
En los ¨²ltimos a?os, como secretario general de la Uni¨®n de Naciones Sudamericanas (Unasur), segu¨ª muy de cerca la evoluci¨®n de la situaci¨®n de Venezuela. Por disposici¨®n del Consejo de Cancilleres de la Uni¨®n, pusimos en marcha una estrategia de di¨¢logo entre el Gobierno venezolano y la oposici¨®n que permiti¨® identificar cuatro ¨¢reas cr¨ªticas en las que se requer¨ªan acuerdos inmediatos: equilibrio institucional de poderes, calendario de elecciones, liberaci¨®n de dirigentes pol¨ªticos y medidas de aprovisionamiento de medicinas y alimentos. Las comisiones que se crearon para abordar cada uno de estos temas funcionaron durante varios meses y contaron con un fuerte respaldo internacional.
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La comisi¨®n de asuntos sociales y econ¨®micos prepar¨® una propuesta de estabilizaci¨®n que planteaba la unificaci¨®n cambiaria, un programa masivo de subsidios monetarios para la clase media, alianzas p¨²blico-privadas para el abastecimiento de bienes de primera necesidad, renegociaci¨®n de la deuda externa y ajuste gradual de los precios y tarifas de bienes y servicios energ¨¦ticos que financiar¨ªa el programa. La propuesta fue rechazada por los sectores radicales del Partido de Gobierno. Sus conclusiones mantienen actualidad y validez.
A petici¨®n del Gobierno, Unasur promovi¨® una misi¨®n para facilitar el di¨¢logo de la que formaron parte los expresidentes Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, de Espa?a, Mart¨ªn Torrijos, de Panam¨¢, y Leonel Fern¨¢ndez, de Rep¨²blica Dominicana. Desde entonces, mis colegas han estado buscando puentes de negociaci¨®n para no llegar hasta donde hoy nos encontramos, en medio de dos callejones sin salida: una Asamblea Constituyente formada exclusivamente por representantes del partido de gobierno y una estrategia de acci¨®n pol¨ªtica de la oposici¨®n desde la calle cuya dudosa efectividad se mide por el n¨²mero de muertos. Los sectores radicales del Gobierno y los de la oposici¨®n han llevado el pa¨ªs a la situaci¨®n l¨ªmite en que hoy se encuentra.
A m¨¢s largo plazo, se requiere un pacto social para la reactivaci¨®n de la econom¨ªa y un acuerdo constitucional de reequilibrio de poderes para asegurar la representaci¨®n equitativa de todos los partidos y movimientos
La pregunta, frente a este panorama desolador, es si hay o no una salida. Mi respuesta es s¨ª, s¨ª la hay, si los actores pol¨ªticos venezolanos, apoyados por la comunidad internacional, se comprometen con ella.
En el corto plazo, se requiere un acuerdo de gobernabilidad democr¨¢tica como el que propusimos los expresidentes a comienzos de este a?o, basado en cuatro premisas: 1) Definir el calendario constitucional para las pr¨®ximas elecciones. 2) Acordar los t¨¦rminos de una ley de amnist¨ªa que, definidos en una comisi¨®n paritaria de verdad y justicia, habilitar¨ªa la participaci¨®n electoral de todos los actores pol¨ªticos. 3) Devolver a la Asamblea Nacional los poderes que le retir¨® el Tribunal Supremo de Justicia, y 4) abrir canales p¨²blico-privados para el abastecimiento de bienes b¨¢sicos, especialmente medicinas y alimentos a partir de una unificaci¨®n de los tipos de cambio.
En un escenario de m¨¢s largo alcance, adem¨¢s de un pacto social para la reactivaci¨®n productiva de la econom¨ªa en el cual se ha venido trabajando, se precisa un acuerdo constitucional de reequilibrio de poderes para asegurar, hacia el futuro, la representaci¨®n equitativa de todos los partidos y movimientos en los poderes del Estado.
As¨ª se acabar¨ªa con la inestabilidad que produce el juego de perdedores y ganadores en que se ha convertido la alternaci¨®n pol¨ªtica en Venezuela, donde el que gana se queda con todo y el que pierde no queda con nada. Esta reforma constitucional, que resultar¨ªa de concertar las visiones de pa¨ªs que construya el partido de gobierno a trav¨¦s de la Asamblea Constituyente y la que acuerde la propia oposici¨®n a trav¨¦s de sus l¨ªderes y mecanismos de consenso, ser¨ªa sometida antes de terminar este a?o a una refrendaci¨®n plebiscitaria de todos los venezolanos.
A lo largo de este a?o, algunas personas afines al Gobierno o a la oposici¨®n me han cuestionado por no tomar partido a favor o en contra de los bandos en que se encuentra dividida la pol¨ªtica en Venezuela. No lo hice como secretario general de Unasur, porque estaba impedido estatutariamente para hacerlo, ni lo har¨¦ ahora porque considero que el camino de las descalificaciones personales y los se?alamientos radicales aleja al pa¨ªs de la salida democr¨¢tica y pac¨ªfica que hoy pide la ciudadan¨ªa en las encuestas. Prefiero, como aconsejaba un ilustre hombre p¨²blico, estar en minor¨ªa del lado de los que buscan una luz que sumarme al coro, as¨ª sea mayoritario, de los que maldicen la oscuridad. Espero, eso s¨ª, que no sea demasiado tarde¡.
Ernesto Samper Pizano, expresidente de Colombia, fue secretario general de Unasur.
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