El estado de ¨¢nimo de un edificio
?Qu¨¦ decide el orden arquitect¨®nico empleado en un edificio? La recuperaci¨®n de un ensayo de John Summerson indaga en lo que es un cl¨¢sico
Son los elementos decorativos lo que, superficialmente, distingue a los edificios cl¨¢sicos. Es la armon¨ªa entre sus partes lo que, sin embargo, los define como cl¨¢sicos. Esas dos lecturas, la epid¨¦rmica y la esencial, constituyen dos pilares de las interpretaciones arquitect¨®nicas. Y es que aunque el lenguaje arquitect¨®nico heredado de Grecia y Roma se ha utilizado durante siglos como si fuera uno, las interpretaciones de los estudiosos -de Vitruvio a Alberti pasando por Serlio- o las versiones de los arquitectos ¨Clos que copiaron y los que innovaron- han convertido al clasicismo m¨¢s en una materia prima que en un estilo arquitect¨®nico.
Tal vez por eso, a finales de los a?os 60 el historiador de la arquitectura John Summerson explic¨® a los espectadores de la BBC lo que era la arquitectura cl¨¢sica y qu¨¦ la hacia cl¨¢sica. El libro El lenguaje cl¨¢sico de la arquitectura, con el resumen de esas seis charlas, editado por el propio Summerson y publicado por primera vez en 1980, ha sido ahora rescatado por la editorial Gustavo Gili. Cuando se cumplen 25 a?os de la muerte del historiador, su explicaci¨®n sobre los cl¨¢sicos sigue viva, es ya un ¡°cl¨¢sico¡± al margen del tiempo.
Summerson afirm¨®, justo antes de que estallara la postmodernidad, que ¡°en la comprensi¨®n y aplicaci¨®n adecuadas de los ¨®rdenes est¨¢n los cimientos de la arquitectura como arte¡±. Tambi¨¦n distingui¨® entre los plagios -Sir John Soane inspir¨¢ndose en exceso en el templo de Vesta en T¨ªvoli para dise?ar su Banco de Inglaterra, o I?igo Jones basando su Covent Garden en el texto de Vitruvio ¡°casi como en un ejercicio arqueol¨®gico¡±- y las innovaciones -Borromini y sus invenciones desaforadas extraordinariamente expresivas o Philibert de l¡¯Orme, que invent¨® el orden franc¨¦s para el palacio de las Tuller¨ªas-.
Pero, fundamentalmente, el historiador apunt¨® datos esenciales -como la deriva del d¨®rico de un tipo primitivo de construcci¨®n en madera- junto a interpretaciones m¨¢s pintorescas ¨Ccomo las personalidades humanas atribuidas a los ¨®rdenes arquitect¨®nicos. A saber: la esbeltez femenina del j¨®nico o la fuerza masculina del d¨®rico-. Sin dejar de aludir a los medios econ¨®micos disponibles, argumento tan incuestionable como poco mencionado a finales del siglo pasado, Summerson habl¨® tambi¨¦n de las recomendaciones de Serlio para utilizar, por ejemplo, el d¨®rico en las iglesias consagradas a los santos m¨¢s extrovertidos: San Pablo, San Pedro o San Jorge- mientras que el corintio quedar¨ªa para los templos dedicados a las v¨ªrgenes.
?l propio historiador apunt¨® que los ¨®rdenes arquitect¨®nicos revelan para ¨¦l el estado de ¨¢nimo de un edificio: de lo fuerte a lo delicado puesto que, en muchos inmuebles romanos, los ¨®rdenes eran bastante in¨²tiles desde el punto de vista estructural. As¨ª, es la uni¨®n del orden con la estructura lo que decide cuatro grados de integraci¨®n y, por lo tanto, cuatro intensidades de sombra. ¡°Los romanos nunca aprendieron a explotar todas las posibilidades de estos grados, aunque fueron quienes indicaron el camino para hacerlo¡±.
Sea como elemento decorativo o como armon¨ªa de las partes, como lo cl¨¢sico es lo recurrente, lo que siempre vuelve, es interesante que alguien con la claridad mental, y expositiva, de Summerson, lleve al lector de la mano por ese mundo de proporciones y s¨ªmbolos que, como el propio Movimiento Moderno, se ha reescrito muchas veces y posiblemente se rescribir¨¢ muchas m¨¢s.
Pies de foto
?rdenes de la arquitectura seg¨²n Jacopo Vignola, 1563.
?
Ayuntamiento de Birmingham de Joseph Hansom, 1832. (La fecha es la correcta).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.