Por qu¨¦ es tan importante que las mujeres hablen abiertamente de sexo
La periodista Marita Alonso recibi¨® insultos en un programa de televisi¨®n al intentar presentar su libro de tem¨¢tica sexual. Ella misma nos explica la oscura y cotidiana realidad de lo acontecido
Antes de comenzar, me veo obligada a hacer un aviso para navegantes. Pretend¨ªa empezar el texto hablando acerca de mi experiencia en Mad in Spain, programa al que acud¨ª como invitada para hablar de mi libro. ?El resultado? No pude hacerlo y me llamaron guarra en directo.
Pero no vengo a quejarme por no haber podido hablar de mi obra, porque siempre fui consciente de que el formato quiz¨¢s no fuera el m¨¢s amable para hacerlo. Tampoco quiero denunciar que me llamaran guarra, porque el que hable con asiduidad de sexo en los medios hace que est¨¦ dolorosamente acostumbrada a este apelativo sexista. Es m¨¢s: fui al programa para hablar de esta realidad. Lo que me interesa contar es precisamente que lo que ocurri¨® aquella noche en plat¨® no fue para mi un esc¨¢ndalo, sino el amargo recuerdo de que esta situaci¨®n se repite d¨ªa tras d¨ªa. Incluso agradezco que ocurriera, porque el que ese fuera el titular de los medios al d¨ªa siguiente refuerza la necesidad de se?alar que una mujer que habla de sexo se sigue enfrentando en el a?o 2017 a una oscura realidad.
Necesitamos ser conscientes de que todav¨ªa tenemos muchos tab¨²es que derribar y seguir derrib¨¢ndolos por mucho que los comentarios cargados de odio pretendan frenarnos. Necesitamos dejar de hablar de sexo desde una ¨²nica mirada, la masculina, para poder as¨ª tener la imagen completa.
Juan Carlos era un invitado del programa Mad in Spain. Opinaba que las mujeres ten¨ªan cosas m¨¢s importantes que hacer en la vida que hablar de sexo. No aclar¨® qu¨¦ cosas eran esas, pero no hay que ser Einstein para intuir que ese hombre ten¨ªa una tabla de planchar en la cabeza. Cuando me dispuse a hablar de mi libro, afirm¨¦ que las mujeres que hablamos en los medios de sexo recibimos cientos de insultos diarios, y Juan Carlos, erigido en ese momento como representante de todos los machistas del mundo, dio la raz¨®n a esos comentarios. ?l tambi¨¦n pensaba que yo era una puta por hacerlo. As¨ª me lo hizo saber. A m¨ª y a todos los espectadores, por supuesto.
A su izquierda se sentaba las periodista Celia Blanco, que lleva desde el 2015 hablando de sexo en su programa radiof¨®nico, Contigo Dentro. Al terminar nuestra intervenci¨®n, ninguna de las dos mostr¨¢bamos sorpresa alguna por lo que Juan Carlos hab¨ªa dicho, conscientes de que ese hombre opinaba igual que miles de personas. Lo que en ese momento aturdi¨® a los asistentes era en realidad algo a lo que las dos est¨¢bamos m¨¢s que acostumbradas, pero no por ello nos result¨® menos doloroso. ¡°Marita: t¨² bien sabes que esto ocurre todos los d¨ªas¡±, me dijo Celia con seriedad. Tuve que darle la raz¨®n.
Tenemos que dejar de silenciar el orgasmo femenino y hemos de luchar contra la presi¨®n est¨¦tica a la que ahora se someten los genitales de las mujeres, con una creciente demanda de operaciones de labioplastia
A d¨ªa de hoy, no me apena el que mi cara apareciera en los medios junto a la del tal Juan Carlos, sino que la maravillosa respuesta con la que Blanco le acall¨® no fuera la que terminara plasmada en prensa. Semanas m¨¢s tarde, tras haber recibido un comentario realmente hiriente en redes sociales, hablo con Celia para preguntarle acerca de los comentarios que recibe. ¡°Normalmente te insultan tanto hombres como mujeres, aunque los hombres son m¨¢s salvajes. Lo m¨¢s duro que me han dicho -a trav¨¦s de twitter- ha sido que luego me extra?o si alguien se propasa conmigo cuando soy capaz de hablar de mi asistencia a org¨ªas. Es curioso, porque jam¨¢s he dicho que participara; eso forma parte de mi intimidad. Pero s¨ª he intentado normalizar practicas sexuales no convencionales y eso parece que hay quien considera que es abrir la espita para que abusen de m¨ª¡±, se?ala.?
A las mujeres nos ha costado mucho postularnos como seres sexuados. 40 a?os de dictadura hicieron que la liberaci¨®n sexual se viviera en Espa?a de forma diferente y las mujeres hemos tenido que luchar duro por reforzar nuestra libertad sexual, esa que tanto parece molestar a muchos hombres. El que las mujeres hablen de sexo, quiz¨¢s, les da miedo. Temen la aniquilaci¨®n de la nociva 'historia ¨²nica' de la que habla la feminista Chimamanda Adichie en su discurso para el TED The danger of a single story. Cuando solo hay una visi¨®n de las cosas, la historia jam¨¢s es ver¨ªdica ni completa, y muchos parecen seguir empe?ados en silenciar a la otra parte implicada en la relaci¨®n sexual. Quiz¨¢s teman que hablemos de sexo porque les aterre que echemos por tierra esa imagen de h¨¦roe sexual que tal vez ellos s¨ª han dibujado en sus conversaciones entre amigos, conversaciones que no har¨¢n a nadie echarse las manos a la cabeza por el mero hecho de desarrollarse entre hombres.
Es necesario que hablemos de sexo para normalizarlo y para analizar sus luces y sombras con el fin de que las mujeres no se enfrenten a una cama en la que nada es como les cuentan. Necesitamos que el prisma desde el que se trata el sexo no sea ¨²nicamente masculino para que podamos disfrutarlo de forma plena.
En la cama se nos exige que seamos fieras sexuales que esconden lo ocurrido al zanjarse el acto. Mientras tanto, ellos comentar¨¢n con orgullo y libertad la jugada en los bares. Quiz¨¢s llegue un punto de la conversaci¨®n en el que aseguren que la mujer con la que estuvieron era ¡°una guarra¡±. En el caso de que se hubiera negado a hacer algo, dir¨¢n que era ¡°una fr¨ªgida¡±.
En el libro Girls & Sex, Peggy Orenstein habla acerca de c¨®mo la cultura pop y la pornograf¨ªa hipersexualiza a las mujeres y las presiona para ser sexys. Esta situaci¨®n las empuja a actuar de determinada forma al enfrentarse al sexo y a cumplir las expectativas que los hombres tienen de ellas como legado de los referentes sexuales anteriormente mencionados, todos ellos despojados de fines did¨¢cticos y focalizados en el orgasmo masculino. A lo largo de tres a?os hablando con mujeres de entre 15 y 20 a?os, la autora asegura que muchas hab¨ªan sido llamadas putas o fr¨ªgidas. En este vaiv¨¦n, su deseo sexual hab¨ªa sido ninguneado y silenciado. Parece que las mujeres son empujadas a satisfacer al hombre y a olvidar sus propios deseos. Orenstein promulga la importancia de hablar abiertamente de sexo y de enfatizar la importancia del deseo de la mujer y de su placer.
¡°Normalmente te insultan tanto hombres como mujeres, aunque los hombres son m¨¢s salvajes"
Es esencial que las mujeres hablemos de sexo, porque hay que naturalizarlo y porque este tiene que incluir en su discurso nuestra visi¨®n y nuestra experiencia. Tenemos que dejar de silenciar el orgasmo femenino y hemos de luchar contra la presi¨®n est¨¦tica a la que ahora se someten los genitales de las mujeres, con una creciente demanda de operaciones de labioplastia y de la llamada Vagina de Barbie, que hace que los labios vaginales se tornen pr¨¢cticamente inexistentes. Poco parece importar que esta intervenci¨®n pueda desembocar en la disminuci¨®n del deseo sexual o en dolores de por vida con tal de que la vagina responda a los c¨¢nones est¨¦ticos impuestos por la pornograf¨ªa. Pornograf¨ªa que por supuesto, suele tener una visi¨®n masculina en la que la mujer se limita a satisfacer al hombre.
Celia Blanco coincide en denunciar la ausencia de informaci¨®n sexual ¨®ptima y en se?alar la visi¨®n machista de la existente. ¡°Nos han ense?ado que el binomio sexo-mujer solo es posible para satisfacer al hombre o procrear, pero jam¨¢s nos han permitido que busc¨¢ramos placer o satisfacci¨®n personal. Mucho menos aprender. La ignorancia es la base de la dominaci¨®n (base tambi¨¦n a nivel social y pol¨ªtico) y a nosotras nos quieren sumisas. Las veces que una mujer ha llevado las riendas de su sexualidad se la ha machacado. Si un hombre es promiscuo, es un conquistador; si lo es una mujer, es una guarra. Y esto te lo aplaude much¨ªsima gente¡±.
En la cama se nos exige que seamos fieras sexuales que esconden lo ocurrido al zanjarse el acto. Mientras tanto, ellos comentar¨¢n con orgullo y libertad la jugada en los bares
Le pregunto a Celia qu¨¦ necesitamos hacer para que en el futuro las cosas cambien y las mujeres podamos hablar abiertamente de sexo sin ser v¨ªctimas del escarnio p¨²blico. ¡°Dentro de unos a?os espero que nos avergoncemos de todo este machismo que me condena por hablar de sexo. Pero para eso m¨¢s nos vale educar a nuestros hijos sin machismo. A mi hijo le parece absolutamente normal a lo que me dedico, ser¨¢ tambi¨¦n porque en mi casa la sexualidad se trata con absoluta normalidad y no como un tab¨². Quiero creer que ocurre con toda su generaci¨®n, pero viendo a muchos de la m¨ªa embrutecidos, cuesta imaginar que ser¨¢n capaces de educar correctamente a sus hijos¡±, sentencia.
Como el grupo Salt-N-Pepper cantaba en 1990 en su canci¨®n Let?s talk about sex, hag¨¢moslo. Y como dec¨ªa la letra de la canci¨®n, el que no quiera o¨ªrnos puede apagar la tele, la radio o dejar de leernos. Pero nosotras tenemos que subir el volumen. Hablemos de sexo y no dejemos que nos acallen.
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