No llores por Barcelona
En julio se han producido 154 ataques terroristas de signo yihadista con 744 muertos, la mayor¨ªa en pa¨ªses musulmanes
Desde la tarde del maldito 17 de agosto pasado se han multiplicado los llantos por Barcelona, las m¨¢s de las veces banales y cursis, aburridamente nost¨¢lgicos de unas Ramblas perdidas en idealizados recuerdos personales. Pero quien ha sufrido esta cat¨¢strofe no es una ciudad ni una calle, sino las v¨ªctimas directas del cruel atropello, los muertos y heridos, sus familiares y amigos. Todos sumados a otras v¨ªctimas en Nueva York o en Europa, especialmente en Madrid, Londres, Bruselas, Par¨ªs, Niza, M¨²nich, Estocolmo y otras ciudades. Ahora, Barcelona.
Pero casi nadie sabe que el n¨²mero de atentados yihadistas es infinitamente mayor fuera de Europa, desde Filipinas y Pakist¨¢n hasta el Magreb y los pa¨ªses centroafricanos, con el eje principal en Oriente Pr¨®ximo y Oriente Medio, especialmente concentrado en Irak (40% de las v¨ªctimas el mes pasado). Seg¨²n el Observatorio Internacional de Estudios sobre Terrorismo, dirigido por Consuelo Ord¨®?ez y con un directorio asesor compuesto por relevantes personalidades acad¨¦micas, en el mes de julio pasado se han producido en el mundo 154 ataques terroristas de signo yihadista que han provocado 744 muertos, la mayor¨ªa en pa¨ªses musulmanes, s¨®lo uno en Europa.
Todo ello tiende a desmentir que se trata de una guerra entre el islam y la cristiandad, una guerra que enfrenta a religiones y culturas. M¨¢s bien se trata de una guerra en cuya ra¨ªz encontramos causas econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas, con abiertos frentes militares y m¨¢s solapados actos terroristas contra civiles. Y en esta guerra, la participaci¨®n occidental es muy importante, probablemente decisiva. Quiz¨¢s de eso deber¨ªamos hablar m¨¢s que lloriquear por Barcelona y culpar, expl¨ªcita o impl¨ªcitamente, a Mahoma y el Cor¨¢n.
Deber¨ªamos repasar hechos hist¨®ricos recientes: la ayuda de EE UU a la guerrilla, de la que formaba parte Bin Laden, que luchaba contra el gobierno prosovi¨¦tico de Afganist¨¢n en 1979; la invasi¨®n de Irak en 1992 tras la ocupaci¨®n de Kuwait por parte de Sadam Hussein; los semanales bombardeos de este pa¨ªs por las tropas occidentales comandadas por EE UU en ¨¦poca de Clinton; la guerra de Bush (y Blair y Aznar) en 2003; el apoyo a la oposici¨®n a Bashar al-Asad en Siria, provocando una guerra que, de hecho, apoya al yihadismo; la despreocupaci¨®n por la formaci¨®n del Daesh, el llamado Estado Isl¨¢mico, principal fuente del actual terrorismo.
Deber¨ªamos analizar el papel del petr¨®leo en todo ello, qui¨¦n fabrica el armamento, la alianza inquebrantable de Occidente con Arabia Saud¨ª, el pa¨ªs que m¨¢s apoyo ha suministrado desde siempre a los fundamentalistas isl¨¢micos.
Lo sucedido en Barcelona (y en Cambrils) es obvio que no tiene justificaci¨®n moral alguna. Pero quiz¨¢s ha llegado el momento de explicar por qu¨¦ suceden cosas como esta. Explicar no es justificar.
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