Deficiencias y aciertos contra la violencia de g¨¦nero
El Pacto de Estado firmado el pasado julio ha empezado a dar pasos importantes pero todav¨ªa es un acuerdo incompleto
El 24 de julio de 2017, los partidos pol¨ªticos en Espa?a firmaron un acuerdo hist¨®rico, un pacto de Estado contra la violencia de g¨¦nero que quiere convertir en pasado una de las mayores lacras del pa¨ªs; en lo que va de a?o, ya son 37 las mujeres asesinadas, seg¨²n cifras oficiales del Ministerio de Sanidad. En 2016 fueron 44.
En Espa?a, la lucha contra la violencia de g¨¦nero no estaba siendo eficaz. El comportamiento social y las pol¨ªticas p¨²blicas frente a este problema han sido reactivas y no preventivas; siempre ha primado una cultura de no actuar hasta que hubiera sangre de por medio y ha sido muy limitada en cuanto a definir y contemplar los m¨²ltiples tipos y niveles de maltrato, algo que est¨¢ muy arraigado en el comportamiento colectivo y que tardar¨¢ en fructificar con las medidas educativas aprobadas con el reciente Pacto de Estado. Un acuerdo que s¨ª, que ha empezado a dar un paso importante en esta direcci¨®n, pero todav¨ªa es y est¨¢ incompleto.
La cuesti¨®n no es solo dedicar m¨¢s recursos, tambi¨¦n es actuar cuando el maltrato aflora en sus primeras manifestaciones. Es arquitectura institucional, homogeneizar los protocolos entre todas las Administraciones, coordinaci¨®n entre sectores e involucrar m¨¢s a la sociedad civil. La violencia machista, al igual que la escolar, seguir¨¢ siendo un fracaso colectivo mientras no hagamos un mayor esfuerzo preventivo, condenatorio social, rehabilitador con el agresor y de extensi¨®n de protocolos. Desde el primer minuto en que se manifiesta a menores intensidades y se extiende al entorno de la v¨ªctima, y antes de que acabe en el hospital, o en el cementerio.
?Cu¨¢les son las deficiencias del Pacto de Estado?
Definir la violencia
Sigue sin contemplar m¨¢s de lleno el tratamiento del agresor, la rehabilitaci¨®n, y todav¨ªa est¨¢ pendiente la cultura del rechazo social de los maltratadores. Antes que nada, Estado y sociedad tienen que definir lo que es violencia, comprender que tiene multitud de manifestaciones, intensidades y destinatarios, que cada caso merece un tratamiento especializado sin esperar a que se llegue a un da?o irreparable para actuar.
Atender al entorno
El pacto deber¨ªa integrar de forma obligatoria la instrumentalizaci¨®n del entorno de la v¨ªctima que hace el maltratador, sobre todo familiar, y en muchos casos salpicado de chantajes, amenazas y coacciones; y no darle solo una importancia relativa o marginal, cuando no obviarlo. Adem¨¢s, el violento machista tambi¨¦n instrumentaliza otros grados de parentesco y de v¨ªnculos con la v¨ªctima para hacerle da?o o simplemente para que le retire la denuncia, un cl¨¢sico de manual en el que el pacto ha estado muy corto de miras.
Integrar el Convenio de Estambul
Las Naciones Unidas definen la violencia contra la mujer como "todo acto de violencia de g¨¦nero que resulte, o pueda tener como resultado un da?o f¨ªsico, sexual o psicol¨®gico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacci¨®n o la privaci¨®n arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida p¨²blica como en la privada". Seg¨²n la RAE, maltratar significa tratar mal a alguien de palabra u obra. El Convenio de Estambul, en vigor desde 2014, establece como violencia de g¨¦nero tambi¨¦n la ejercida fuera de la pareja, e incluso aquella que se ejerce con la intenci¨®n de dominar y/o discriminar. Pero, desgraciadamente, Espa?a sigue sin integrar el Convenio de Estambul (aunque lo ratific¨® en 2014), limit¨¢ndolo solo al ¨¢mbito de la pareja o expareja.
Baste poner un ejemplo: las chicas violadas y/o asesinadas fuera de dichas relaciones sentimentales no entran a ser consideradas en la violencia de g¨¦nero, y sus familias no tienen derecho ni a un abogado de oficio. Toda violencia estructural perpetrada contra la mujer o la violencia de tipo machista tendr¨ªa que ser considerada como de g¨¦nero e incluida en este pacto, y no reducirlo a un concepto tan cerrado. Es una l¨¢stima no introducir esto a pesar del gran acuerdo logrado. En Latinoam¨¦rica, por ejemplo, est¨¢ incluso integrado como feminicidio.
Excusas como argumentos
Hay dos excusas cl¨¢sicas que suelen conformar la l¨ªnea de defensa de los maltratadores y que son ya de manual. Por un lado, alegar que maltrat¨® porque ¡°ella le provoc¨®¡± o ¡°se port¨® mal¡±, cuando la responsabilidad es al 100% de quien decide optar por la violencia. Por otro, arg¨¹ir que la v¨ªctima est¨¢ ¡°desequilibrada mentalmente¡±, ejerciendo otro trato humillante hacia la v¨ªctima, pero esta vez en el mismo juzgado. Este tipo de casos tendr¨ªan que estar m¨¢s tipificados.
?Y cu¨¢les son los aciertos?
Actuaci¨®n temprana
Hasta ahora, ha persistido una cultura en que ni sociedad ni poderes han actuado frente a los micromachismos, ni han llegado a rechazar ni a aislar a los maltratadores a menos que se llegue a algo grave; a menudo, el entorno social est¨¢ integrando y no rechazando a quien degrada verbalmente o acosa a una mujer. Sin instrumentos que les paren los pies cuando hay alertas tempranas, la l¨ªnea entre la violencia psicol¨®gica y/o f¨ªsica de menor intensidad y la peor de las violencias se puede desdibujar de forma inmediata. Los maltratadores dan muchas se?ales, pero, antes del pacto, no se estaba actuando en esos estadios previos y ni tan siquiera se ten¨ªan herramientas ni capacitaciones para identificarlos.
Formaci¨®n
Ya no valen los cursitos de fin de semana dispersados, hay que homogeneizar y certificar seriamente la formaci¨®n. El pacto extiende este paraguas de protocolos hasta el ¨¢mbito local, que estaba fuera de esta ¨®rbita. Tambi¨¦n se necesitaba m¨¢s pedagog¨ªa en las actuaciones p¨²blicas y en los colegios; el psic¨®logo Javier Urra alertaba de que ¡°el 33 % de los espa?oles piensa que los celos son una prueba de amor¡±, un micromachismo m¨¢s.
Sinergias
El Gobierno dominicano tiene una asignatura espec¨ªfica sobre violencia de g¨¦nero en los colegios que imparte la polic¨ªa, un grado de sinergia entre cuerpos de seguridad y ¨¢mbito educativo muy interesante y que en Espa?a, hasta ahora, solo se hab¨ªa dado en educaci¨®n vial, pero el nuevo pacto es un avance que pretende crear alianzas parecidas, entre todos los ¨¢mbitos de actuaci¨®n y desde una perspectiva multilateral.
Rehabilitaci¨®n
El sistema penal no contempla la obligatoriedad de someter a los maltratadores a programas de rehabilitaci¨®n ni a terapia, se reduce a penas de castigo. Pero no podemos devolver a la sociedad a quien no se ha tratado la agresividad, sobre todo porque ello conlleva m¨¢s probabilidades de reincidir. Llevamos a?os gestionando programas de rehabilitaci¨®n de terroristas, tambi¨¦n puede hacerse con quienes ejercen la violencia de g¨¦nero; y, al igual que se persigue la apolog¨ªa del terrorismo, paremos, sociedad y poderes p¨²blicos, los pies a los maltratadores machistas cuando empiezan amenazando o empujando. Y como esto es una cuesti¨®n educativa, mucho me temo que tendremos que esperar a que esa anunciada pedagog¨ªa tarde en fructificar. Es un paso positivo, pero corto, porque no se extiende al tratamiento integral del maltratador ni a la instrumentalizaci¨®n que este hace del entorno de la v¨ªctima.
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