El trabajo de las mujeres importa
Hay un reconocimiento cada vez mayor del valor que tiene la labor de cuidados de hijos y familiares que normalmente recae en la poblaci¨®n femenina, para la salud y las econom¨ªas de los pa¨ªses
En los pr¨®ximos meses, los 12.000 empleados de la sede de Apple en Cupertino (California) terminar¨¢n de mudarse a un extravagante nuevo campus de 260.000 metros cuadrados. En el lugar, apodado nave espacial, habr¨¢ un sal¨®n de yoga de dos pisos, senderos para correr y hasta unas revolucionarias cajas de pizza que la mantienen crocante. Pero le falta algo: no tiene guarder¨ªa.
Apple no est¨¢ sola en esto de ignorar la importancia del cuidado de los ni?os para los padres que trabajan. Y esta omisi¨®n dificulta enormemente a los padres (sobre todo a las mujeres) alcanzar su pleno potencial econ¨®mico. En el mundo, las mujeres hacen el doble de trabajo dom¨¦stico y de cuidado personal no remunerado (como criar a los hijos, cuidar a familiares enfermos o ancianos y llevar la casa) que los hombres. En M¨¦xico, la India y Turqu¨ªa, la diferencia asciende al triple.
Esta disparidad dom¨¦stica de g¨¦nero limita las opciones de las mujeres, ya que les dificulta acceder a educaci¨®n formal, conseguir buenos empleos y obtener sueldos iguales a los de los hombres. De hecho, a pesar de que en total las mujeres en todo el mundo trabajan m¨¢s que los hombres (sumando el trabajo pagado y el gratuito), ganan en promedio tres cuartas partes, ocupan solo uno de cada cuatro puestos ejecutivos en el sector privado y menos de un cuarto de todos los esca?os en los parlamentos nacionales. Solo la mitad de las mujeres en edad de trabajar en todo el mundo est¨¢n integradas a la fuerza laboral remunerada, contra m¨¢s de tres cuartas partes de los hombres.
Sin embargo, esta situaci¨®n est¨¢ cambiando. El trabajo dom¨¦stico y de cuidado personal no remunerado comienza a librarse de la reputaci¨®n de ser exclusivo de mujeres; hoy, los hombres asumen m¨¢s responsabilidades hogare?as que en su momento sus padres y abuelos. Algunos pa¨ªses, particularmente en Europa, est¨¢n revisando las pol¨ªticas laborales tradicionales para que los progenitores puedan decidir c¨®mo repartir el tiempo de permiso de paternidad y maternidad tras el nacimiento de los hijos.
Hay un reconocimiento cada vez m¨¢s amplio del valor que tiene esta clase de trabajo, no solo para los hijos y familiares, sino tambi¨¦n para la salud a largo plazo de las sociedades y las econom¨ªas. Los c¨¢lculos de su aporte a las econom¨ªas nacionales van del 20% al 60% del PIB.
En 2015, los estados miembros de las Naciones Unidas adoptaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), que piden se reconozca, reduzca y redistribuya el trabajo de cuidado personal no remunerado, algo que hace mucho proponen economistas feministas y activistas por la igualdad de g¨¦nero. Ahora la pregunta es qu¨¦ puede hacerse para alcanzar este objetivo.
En el mundo, las mujeres hacen el doble de trabajo dom¨¦stico y de cuidado personal no remunerado (como criar a los hijos, cuidar a familiares enfermos o ancianos y llevar la casa) que los hombres
La responsabilidad ser¨¢ ante todo de los gobiernos. Si bien hay empresas o asociaciones vecinales que ofrecen servicios de cuidado infantil a los padres que trabajan, los costos y la calidad son muy variados. Se necesitan acciones p¨²blicas para garantizar que esos servicios cubran a todos los que los necesiten (ni?os en edad preescolar, enfermos, discapacitados, personas mayores) y que sean universalmente accesibles y asequibles.
Pero adem¨¢s de la provisi¨®n de servicios, el logro de los ODS demandar¨¢ cambios de pol¨ªticas. Sobre todo es necesario que los gobiernos regulen la oferta de programas de permiso parental y familiar, y que provean, junto con las empresas privadas, incentivos monetarios para que hombres y mujeres compartan m¨¢s equitativamente el trabajo dom¨¦stico y de cuidado personal. Esas pol¨ªticas han resultado eficaces no s¨®lo en los pa¨ªses del norte de Europa (el modelo que m¨¢s se cita) sino tambi¨¦n en otros de Europa del este como Lituania, Estonia e incluso Hungr¨ªa, lo que prueba que son aplicables en cualquier lugar.
Es verdad que ahora que muchos gobiernos, particularmente en los pa¨ªses en desarrollo, se enfrentan a serias restricciones fiscales, tales intervenciones pueden parecer imposibles. Pero el gasto en el sector del cuidado personal debe verse como inversi¨®n, no como costo. Un estudio reciente realizado en Turqu¨ªa muestra que la inversi¨®n p¨²blica en este sector puede crear 2,5 veces m¨¢s empleos que la misma inversi¨®n en la industria de la construcci¨®n. M¨¢s de la mitad de esos puestos de trabajo, dignos y aptos para aumentar los ingresos y niveles de vida (sobre todo de las familias pobres), ser¨ªan ocupados por mujeres.
Las instituciones internacionales pueden dar un apoyo fundamental a los gobiernos para aprovechar las oportunidades que ofrece la inversi¨®n en el sector de los cuidados de personas. En la exrep¨²blica Yugoslava de Macedonia, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo lanz¨® una iniciativa que ayud¨® a mujeres que en general hab¨ªan trabajado en casa toda la vida a conseguir empleo en el sector de los cuidados, lo que les permiti¨® aplicar sus habilidades a la atenci¨®n de ni?os y adultos j¨®venes con discapacidades, y al mismo tiempo tener ingresos.
El crecimiento y envejecimiento de las poblaciones acentuar¨¢ la importancia del sector de los cuidados. Aquellos pa¨ªses que empiecen a adaptarse ahora a las nuevas circunstancias obtendr¨¢n una ventaja considerable, mediante el refuerzo de los derechos y las libertades de las mujeres, la generaci¨®n de empleo y la creaci¨®n de sociedades m¨¢s igualitarias. ?Qu¨¦ estamos esperando?
Bharati Sadasivam es asesora regional en cuestiones de g¨¦nero del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo en Europa del este y Asia central.
Copyright: Project Syndicate, 2017.
Traducci¨®n: Esteban Flamini.
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