En busca del secreto que elimin¨® la primera enfermedad de la historia
Las vacunas, bautizadas as¨ª por su supuesto origen en las vacas, podr¨ªan ser en realidad equinas
La persona que no tenga fe en la humanidad es porque no conoce la batalla contra la viruela. El enemigo era may¨²sculo. Quiz¨¢, el m¨¢s espantoso de nuestra historia. Corr¨ªa el siglo XVIII y algo invisible mataba a 400.000 europeos cada a?o. El asesino no hac¨ªa distingos. En una sola centuria, hab¨ªan ca¨ªdo cinco reyes, v¨ªctimas de diarreas salvajes y hemorragias letales. El adversario solo dejaba como rastro un cad¨¢ver lleno de ¨²lceras.
La guerra estaba perdida, hasta que un m¨¦dico rural ingl¨¦s, Edward Jenner, se lanz¨® a llevar a cabo el experimento m¨¢s osado de la historia. Hoy estar¨ªa prohibido. Jenner hab¨ªa observado que las orde?adoras que se infectaban de la benigna viruela de las vacas no sufr¨ªan la viruela humana que llenaba las calles de cad¨¢veres. Un d¨ªa de 1796, cogi¨® l¨ªquido de las p¨²stulas de una de estas mujeres, Sarah Nelmes, y se lo inocul¨® a un ni?o de 8 a?os, James Philipps. Seis semanas despu¨¦s, el m¨¦dico introdujo exudaciones de un enfermo de viruela en el brazo del chiquillo. Y el chaval, en lugar de morir en un charco de heces, sobrevivi¨®.
La viruela mataba a 400.000 europeos cada a?o en el siglo XVIII
Jenner acababa de inventar la inmunizaci¨®n, un acto que ahora salva nueve millones de vidas cada a?o, seg¨²n UNICEF. Como la idea surgi¨® de la contemplaci¨®n de las vacas y de sus orde?adoras, el ben¨¦fico pus se acab¨® llamando vacuna. Pero la cient¨ªfica brasile?a Clarissa Damaso cree que el bautismo fue equivocado. ¡°Probablemente, la vacuna deber¨ªa haberse llamado equina. Y el procedimiento deber¨ªa llamarse equinaci¨®n en lugar de vacunaci¨®n¡±, sentencia.
La viruela fue derrotada hace cuatro d¨¦cadas. El cocinero somal¨ª Al¨ª Maow Maalin, de 23 a?os, fue la ¨²ltima persona que se infect¨® de viruela de manera natural, el 26 de octubre de 1977. Su foto ¡ªcurado, sonriente y sin p¨²stulas meses despu¨¦s¡ª es un icono de la salud p¨²blica. Gracias a una campa?a de vacunaci¨®n masiva, capitaneada por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, la viruela es la ¨²nica enfermedad humana erradicada de la faz de la Tierra. ?Pero qu¨¦ hab¨ªa dentro de las vacunas usadas desde 1796 contra esta peste?
Damaso, bi¨®loga molecular de la Universidad Federal de R¨ªo de Janeiro, subraya que en ninguna de las vacunas antiguas que todav¨ªa se conservan aparece la viruela de la vaca. Su investigaci¨®n sugiere que Jenner pudo utilizar, m¨¢s bien, viruela de caballo. El propio m¨¦dico ingl¨¦s, en un texto publicado en 1798, sosten¨ªa que ¡°la enfermedad progresa desde el caballo hasta el pez¨®n de la vaca, y desde la vaca a la persona¡±, subraya Damaso en un estudio publicado en la revista especializada The Lancet Infectious Diseases.
La inmunizaci¨®n se top¨®, como casi cualquier avance a lo largo de la historia, con la oposici¨®n de algunos sectores de la Iglesia. En el siglo XVIII, un destacado reverendo cristiano de Londres, Edmund Massey, ante los progresos que acabar¨ªan desembocando en la vacuna de Jenner, atac¨® las medidas sanitarias preventivas, porque a su juicio se opon¨ªan a los designios de Dios. Sin embargo, sus argumentos acabaron en la basura de la historia y el ¨¦xito de la vacuna en el siglo XIX fue brutal.
En 1803, el m¨¦dico alicantino Francisco Xavier Balmis cogi¨® a 18 ni?os de los orfanatos de Santiago de Compostela y a otros cuatro de los hospicios de Madrid. La misi¨®n de los llamados galleguitos era embarcarse en A Coru?a en un nav¨ªo y ser inoculados con la supuesta viruela bovina, uno a uno, para que la vacuna llegara viva, de bracito en bracito, hasta Am¨¦rica, donde la enfermedad llevada por los espa?oles hab¨ªa aniquilado a civilizaciones enteras.
Ante la falta de brotes de viruela bovina, la vacuna se transportaba de esta manera rudimentaria por el mundo, igual que los humanos prehist¨®ricos transportaban su antorcha en la pel¨ªcula En busca del fuego. En 1864, por ejemplo, el m¨¦dico franc¨¦s Gustave Lanoix viaj¨® hasta N¨¢poles, donde el italiano Giuseppe Negri hab¨ªa perfeccionado un m¨¦todo para pasar la linfa vacunal de ternera en ternera, sin necesitar bracitos de ni?os. Impresionado, Lanoix regres¨® a Par¨ªs con una vaca napolitana y mont¨® el Instituto de Vacunaci¨®n Animal.
All¨ª, pronto, en 1866, el franc¨¦s sustituy¨® la cepa italiana por l¨ªquido de p¨²stulas de un brote de viruela en vacas del pueblo de Beaugency, en el valle del Loira. A partir de estas muestras, comenz¨® la estandarizaci¨®n de la vacuna. La llamada linfa de Beaugency viaj¨® por Europa y se extendi¨® por ?frica y Am¨¦rica. A Brasil lleg¨® en 1887. ¡°Hemos secuenciado el genoma completo de esta cepa y hemos visto que est¨¢ extremadamente emparentada con el virus de la viruela equina¡±, se?ala Damaso.
"Si hubiera triunfado la cabra, ahora no hablar¨ªamos de vacunaci¨®n, sino de cabronaci¨®n", bromea el m¨¦dico Jos¨¦ Tuells
En realidad, todas las muestras de vacunas antiguas que se conservan contienen vaccinia, un virus de origen desconocido que no se encuentra en la naturaleza y que pertenece a la misma familia que las viruelas humana, bovina y equina. Damaso recuerda que la versi¨®n de los caballos tambi¨¦n puede infectar a las vacas, produciendo las mismas p¨²stulas, y viceversa.
El vir¨®logo espa?ol Antonio Alcam¨ª, miembro del Comit¨¦ Asesor de la OMS en Investigaciones sobre el Virus de la Viruela, coincide con Damaso: ¡°Yo creo que, probablemente, la vaccinia que forma parte de las vacunas humanas es un horsepox [virus de la viruela equina] europeo aislado en el siglo XIX¡±. Es imposible comprobar su hip¨®tesis. El virus equino tampoco se encuentra ya en la naturaleza.
El m¨¦dico Jos¨¦ Tuells, de la Universidad de Alicante, es uno de los mayores expertos del mundo en la historia de la vacuna de la viruela. No se sorprende por las conclusiones de Damaso. Tuells recuerda que el propio Jenner, en 1798, describ¨ªa siete casos en los que hab¨ªa utilizado p¨²stulas de caballo como fuente del pus vacunal. ¡°Cuando no ten¨ªan caballos, cog¨ªan linfa de vaca o de cabra o de lo que fuese. Si hubiera triunfado la cabra, ahora no hablar¨ªamos de vacunaci¨®n, sino de cabronaci¨®n¡±, bromea.
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