El refugiado sirio que lleg¨® a Grecia nadando
Omar Alshakal trata de implicar a los refugiados en la ayuda a otros migrantes que llegan a Lesbos
Primero fue un ruido ensordecedor, despu¨¦s humo y gritos", relata en un ingl¨¦s b¨¢sico. Omar Alshakal (Deir Ezzor, Siria, 1994) tiene grabado en la memoria el momento en que un mortero impact¨® la ambulancia que conduc¨ªa. Era mayo de 2013. Los otros seis ocupantes fallecieron ese mismo d¨ªa. ?l se qued¨® en una silla de ruedas por la metralla que le entr¨® en el muslo. "O te vas a Turqu¨ªa o te quedar¨¢s sin pierna", le dijo el propietario del supermercado de su barrio, reconvertido en m¨¦dico cuando estall¨® la guerra.
Antes de esa explosi¨®n, Alshakal hab¨ªa constatado que el r¨¦gimen de Bachar El Assad no era como le hab¨ªan explicado en casa. Criado en una familia acomodada vinculada al r¨¦gimen, decidi¨® acercarse a las primeras manifestaciones de su ciudad para ver qu¨¦ suced¨ªa. "Quise ver por qu¨¦ se quejaba la gente", relata mientras fuma un cigarrillo tras otro en una azotea de Barcelona. "Yo era de los que pensaba que en Siria a nadie le faltaba de nada". En una de estas protestas fue detenido y, seg¨²n su relato, inici¨® un periplo de casi dos meses por distintas prisiones del pa¨ªs. "En las c¨¢rceles vi muchos cad¨¢veres y torturas de todo tipo", explica. Finalmente se encontr¨® con un oficial de polic¨ªa que conoc¨ªa a su padre y le liberaron a las pocas horas.
Su recorrido por los centros de detenci¨®n, sin embargo, le hab¨ªa convertido en un paria en su familia. Su padre le dijo que deb¨ªa abandonar Deir Ezzor, la ciudad en el Este del pa¨ªs donde se hab¨ªa criado. Alshakal se desplaz¨® entonces a la zona rebelde de la localidad. Formado como socorrista, empez¨® trabajando de fixer (asistente y traductor) para algunos periodistas hasta que descubri¨® que lo que m¨¢s le satisfac¨ªa era salvar vidas. "No quer¨ªa matar a nadie, as¨ª que empec¨¦ a usar mi coche para trasladar a los heridos hasta el hospital".
¡°Ni lo pensamos. Fue ver que ten¨ªamos Europa cerca y nos lanzamos¡±
Ese veh¨ªculo fue requisado por la polic¨ªa, pero el hospital le cedi¨® una ambulancia y se pas¨® meses haciendo viajes entre bombas y francotiradores. Hasta el d¨ªa en que aquel mortero impact¨® su veh¨ªculo, se llev¨® la vida de sus compa?eros y le dej¨® inservible para ayudar a los rebeldes.
Al final, en el hospital de Sanliurfa, una ciudad fronteriza turca, consiguieron extraerle la metralla de la pierna. Pero el m¨¦dico le advirti¨® de que si no se trataba en un hospital europeo, no podr¨ªa correr ni nadar nunca m¨¢s. El doctor le recomend¨® ir a Alemania, donde un familiar de Alshakar vive desde hace 25 a?os.
?l, sin embargo, estaba decidido a volver a su pa¨ªs para seguir ayudando. Un amigo le convenci¨® para reposar unos d¨ªas m¨¢s en Turqu¨ªa antes de volver al infierno sirio. Fue entonces cuando desde la playa de Akyarlar divis¨® la isla griega de Kalimnos. "?Eso es Europa?", pregunt¨® Alshakar a su amigo. Este respondi¨® afirmativamente. "V¨¢monos para all¨¢", replic¨® Alshakal.
Eran las cuatro de la tarde. Compraron un chaleco salvavidas y consiguieron un neum¨¢tico de cami¨®n. Dos horas m¨¢s tarde ya estaban en el agua junto a dos sirios m¨¢s, nadando hacia la isla que ve¨ªan a lo lejos. "Uno de ellos era nadador profesional. El otro apenas sab¨ªa nadar pero nos asegur¨® que hablaba ingl¨¦s y nos har¨ªa de traductor cuando lleg¨¢semos".
Los problemas aparecieron cuando llevaban unas tres horas nadando y empezaba a oscurecer. Los calambres comenzaron a fustigar la pierna herida de Alshakal, que se agarr¨® al neum¨¢tico para no hundirse. "Pensaba que mor¨ªa ah¨ª mismo", evoca. Su compa?ero le hizo unos masajes en la pierna y, tras descansar en un islote a medio camino, continuaron su marcha. Llevaban 14 horas en el agua cuando les rescat¨® un barco a un kil¨®metro de Kalimnos. Alshakal reconoce ahora que su plan fue una locura. "Ni siquiera lo pensamos. Fue ver que ten¨ªamos Europa cerca y lanzarnos a nadar".
Vag¨® por Kalimnos, Atenas y posteriormente por Sal¨®nica. Despu¨¦s de varios intentos consigui¨® atravesar la frontera macedonia para llegar finalmente a Rostok (Alemania), donde resid¨ªa su t¨ªo. All¨ª, a orillas del B¨¢ltico, pudo curarse la pierna y descubri¨® las dificultades de adaptaci¨®n de los sirios en un pa¨ªs al que han llegado m¨¢s de un mill¨®n de refugiados. Pero en una investigaci¨®n policial se le acus¨® de pertenecer al Estado Isl¨¢mico, lo que le granje¨® la desconfianza de su t¨ªo y del resto de refugiados y de Rostock. Finalmente la polic¨ªa neg¨® cualquier vinculaci¨®n de Alshakal con la organizaci¨®n terrorista, pero su imagen ya estaba manchada. Decidi¨® volver a Siria.
De camino a casa se desvi¨® a otra isla griega, la de Lesbos, donde hab¨ªan recalado algunos sirios que conoc¨ªa. "Ah¨ª descubr¨ª que la gente llegaba en barcos, no nadando", ironiza ahora. Alshakal conoci¨® el trabajo de diversas ONG que operan en la zona (Open Arms, Lighthouse Relief, Platanos...) y opt¨® por quedarse a ayudar. Empez¨® a estudiar ingl¨¦s mientras cocinaba para los reci¨¦n llegados, asist¨ªa a los barcos que llegaban llenos de migrantes y realizaba turnos de vigilancia costera. Se pas¨® un a?o entero aprendiendo de estas organizaciones hasta que empez¨® a ser conocido entre los voluntarios de la isla griega.
Desde hace unos meses, Alshakal ha emprendido su propio proyecto en Lesbos, Refugee4Refugees. Su intenci¨®n es implicar m¨¢s activamente al resto de refugiados en los trabajos en el Mediterr¨¢neo. "Hablamos su idioma y hemos pasado por lo mismo que ellos", reflexiona. "Esto hace que conf¨ªen mucho m¨¢s en nosotros". Junto a ¨¦l han trabajado como voluntarios refugiados sirios, kurdos e iraqu¨ªes. Alshakal tambi¨¦n cree que es una forma de aliviar tensiones en Lesbos, donde la crisis de los refugiados ha mermado los ingresos tur¨ªsticos y ha puesto a una parte de la poblaci¨®n en contra del colectivo. "Es una buena manera de demostrar a los europeos que nosotros tambi¨¦n estamos dispuestos a ayudar y a implicarnos".
Ahora, Alshakal reparte su tiempo entre el trabajo sobre el terreno y la b¨²squeda de financiaci¨®n para su organizaci¨®n mediante un crowdfunding. De momento, Refugee4Refugees ofrece comidas calientes y un lugar para dormir a los reci¨¦n llegados, aparte de realizar tareas de rescate a las embarcaciones que llegan a la isla. Su familia desaprueba su nueva vida y pr¨¢cticamente no le dirige la palabra. Hablan por tel¨¦fono, muy de vez en cuando, para saludarse. El tema de su ONG nunca sale a colaci¨®n. "Lo dej¨¦ todo en Siria: amigos, trabajo, casa, parientes...", se lamenta. "Pero por suerte ahora tengo una nueva familia en Lesbos".
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