Todo lo que no sabes sobre Leatherface, el psic¨®pata hu¨¦rfano de Tobe Hopper
El recientemente fallecido director de ¡®La Matanza de Texas¡¯ lo convirti¨® en un icono de la cultura popular, con su m¨¢scara grotesca, delantal de carnicero y sierra mec¨¢nica
Querido Leatherface, hoy es un d¨ªa triste para ti. Ha muerto tu padre, Tobe. Sabemos que no ten¨ªas muchos sentimientos, que se pod¨ªa razonar poco (mejor dicho, nada) contigo, pero en lo que se refiere a la familia, ten¨ªas las cosas bastante claras y eras de lo m¨¢s fiel y protector.
As¨ª que, aunque tu leyenda se perpet¨²e por los siglos de los siglos, aunque puedas tener mil y un padres adoptivos, Tobe Hooper siempre ser¨¢ el primero, el que te cre¨® tal y como eres, con todos tus defectos y casi podemos asegurar que ninguna virtud, salvaje y primitivo como pocos, iracundo y obcecado, gen¨¦ticamente perturbado como resultado de toda la podredumbre moral que heredaste de una Am¨¦rica Profunda encerrada en s¨ª misma y en sus propias miserias, con una naturaleza desmesurada e imposible que te imped¨ªa convivir con el resto de los mortales, b¨¢sicamente porque te hubiera dado por sacarles las entra?as a todos.
Te conocimos a principios de los a?os setenta. Era una ¨¦poca en la que muchos directores que estaban empezando comenzaban a buscar financiaci¨®n de manera independiente. No ten¨ªan otra manera de ingresar dentro de la industria si no era teniendo un ¨¦xito en sus m¨¢rgenes. Mientras los grandes estudios emprend¨ªan proyectos megal¨®manos como El coloso en llamas, Terremoto o Asesinato en el Orient Express, una nueva generaci¨®n nac¨ªa a la sombra del cine de serie B para reformular sus postulados.
Porque m¨¢s all¨¢ de la explotation, hab¨ªa directores que ten¨ªan una importante ambici¨®n autoral y que no consideraban el terror como un g¨¦nero de derribo, sino que sab¨ªan el poder simb¨®lico que pod¨ªa alcanzar a la hora de realizar met¨¢foras en torno a los miedos e inseguridades de la sociedad del momento.
"Hab¨ªa directores que ten¨ªan una importante ambici¨®n autoral y que no consideraban el terror como un g¨¦nero de derribo, sino que sab¨ªan el poder simb¨®lico que pod¨ªa alcanzar"
Cuando ahora buscamos en Internet cu¨¢les fueron las pel¨ªculas m¨¢s importantes de 1974, nos encontramos con que El padrino II es la primera, y La matanza de Texas, la segunda.
Pero papi Tobe no gan¨® tantos Oscar como Francis Ford Coppola, y no lo tuvo nada f¨¢cil para sacar adelante el proyecto. Consigui¨® financiaci¨®n gracias a unos empresarios texanos, pero una vez hecha la pel¨ªcula, nadie quiso distribuirla, era de una violencia demasiada brutal para asimilarla dentro del mainstream. Termin¨® cayendo en manos de la Bryanston Distribution, compa?¨ªa de los hermanos Peraiano, vinculados con la mafia que se hab¨ªa especializado en pornograf¨ªa y comenzaba a hacerse hueco dentro del underground, primero con Garganta profunda y m¨¢s tarde con alguna pel¨ªcula de Andy Warhol. Por eso se dice que por culpa del p¨¦simo trato al que lleg¨® Hooper para que la pel¨ªcula pudiera ver la luz, los beneficios podr¨ªan haber estado engrosando las arcas del crimen organizado.
Pero lo importante es que fue un ¨¦xito, sobre todo entre el p¨²blico adolescente que acudi¨® en masa a verla seducido por esa forma extrema e in¨¦dita a la hora de explorar el horror y la violencia que adem¨¢s se dec¨ªa que estaba basada en hechos reales. Ah¨ª estuvo la clave de todo.
Fue el momento en el que la mayor¨ªa de los monstruos que hab¨ªan poblado el imaginario colectivo del terror, desaparecieron del mapa. Los vampiros, los lic¨¢ntropos, las criaturas sobrenaturales estaban demod¨¦. De pronto los verdaderos engendros eran seres reales, de carne y hueso capaces de cometer las mayores atrocidades habidas y por haber. Y es que el desencanto comenzaba a instalarse en la sociedad americana, sobre todo tras el fracaso de la Guerra de Vietnam. Los hippies que simbolizaban el escapismo de los sesenta, de pronto se convirtieron en manos de Hooper en carnaza para desatar la furia sangrienta insertada en el seno de la sociedad estadounidense. Los americanos ya no ten¨ªan que pisar Saig¨®n para sentir el horror, porque ¨¦ste hab¨ªa estado creciendo en su propio territorio sin que nadie se diera cuenta.
Por eso cine se llen¨® de psic¨®patas a partir de que comenzaron a conocerse a trav¨¦s de la prensa las historias de Ed Gein, Henry Lee Lucas, Charles Mason, Ted Bundy o el Asesino del zod¨ªaco. Y gracias a ese caldo de cultivo surgisteis t¨² y algunos de tus amiguitos, como Michael Myers en La noche de Halloween (1978) o Jason Voorhees en Viernes 13 (1980). Como sabr¨¢s, tambi¨¦n compartes ¨¢rbol geneal¨®gico con otro ilustre precedente, el Norman Bates de Psicosis: Ambos nacisteis de la misma fuente de inspiraci¨®n, Ed Gein. Ese granjero de Wisconsin que ten¨ªa una extra?a relaci¨®n con su madre y que convirti¨® su casa en un aut¨¦ntico museo del horror decorado con pieles humanas, restos disecados y atrezzo de huesos, que no eran sino el resultado de a?os y a?os de aberraciones, torturas y asesinatos.
Ahora el mal estaba entre nosotros y t¨² formabas parte de las peores pesadillas. Can¨ªbales, psychokillers, infanticidas, dementes, necr¨®filos y obsesos sexuales nos esperaban a la vuelta de la esquina. La mayor¨ªa odiaban a las mujeres, eran sus v¨ªctimas favoritas. Hab¨ªan adquirido traumas rid¨ªculos y su ¨²nica respuesta era la violaci¨®n y la agresi¨®n. Misoginia, educaci¨®n represiva y unas gotas de locura eran suficientes como para generar seres aberrantes como t¨², Leatherface.
Y esa semilla se fue perpetuando, tanto en la vida real, en el cine como en la literatura, a lo largo del tiempo, desde ese relato seminal de Robert Bloch en el que se bas¨® Alfred Hitchcock para hacer Psicosis, pasando por la creaci¨®n de Hannibal Lecter en las novelas de Thomas Harris hasta llegar al yupi carnicero Patrick Bateman de Bret Easton Ellis en American Pscycho.
El cine se inund¨® de horror verit¨¦, se populariz¨® el slasher y el sue?o americano se ti?¨® de violencia y malestar. De atm¨®sferas p¨²tridas, de olor a sudor y carne tumefacta, de sordidez y ro?a. Nunca se hab¨ªa visto un terror tan sucio, brutal y f¨ªsico. Y Tobe Hooper fue un visionario a la hora de implantar lo que ser¨ªan las caracter¨ªsticas de ese nuevo germen del American Gothic. ?Cu¨¢ntas veces hemos visto repetido en el cine el mismo esquema de un grupo de adolescentes que van de viaje y se encuentran en mitad de la nada frente a un peligro del que no pueden escapar? ?Y cu¨¢ntas veces ese peligro se materializaba en la figura de un ser abominable como t¨²? Han sido muchas, quiz¨¢s demasiadas. Pero tranquilo, pocos han alcanzado tu carisma en la pantalla. Tu inconfundible silueta con esa m¨¢scara grotesca, el delantal de carnicero y la sierra mec¨¢nica te han convertido en un icono de la cultura popular.
"Hab¨ªa algo en 'La matanza de Texas' que todav¨ªa hoy revuelve las tripas. Era demasiado inc¨®moda y enfermiza. Instaur¨® toda esa iconograf¨ªa de objetos afilados colgando de los techos"
Y es que hab¨ªa algo en La matanza de Texas que todav¨ªa hoy revuelve las tripas. Era demasiado inc¨®moda y enfermiza. Instaur¨® toda esa iconograf¨ªa de objetos afilados colgando de los techos, de moscas pululando por las habitaciones cerradas, s¨®tanos pestilentes, gasolineras en las que era mejor no parar para repostar. Ese era tu mundo, Leatherface, donde te sent¨ªas c¨®modo y que al resto de los mortales les daba ganas de vomitar. Y despu¨¦s estaba tu familia, a la que se le quedaba corto el apelativo de rednecks. La cena a la que invit¨¢is a la pobre Marylin Burns a que comparta con vosotros la mesa, pasar¨¢ a la historia como una de las m¨¢s insanas y perturbadoras de la historia del cine.
Pero quiz¨¢s el talento de tu progenitor era mejor que se quedara en los m¨¢rgenes donde surgi¨®, porque ah¨ª pod¨ªa ser m¨¢s libre y explorar el terror sin tantas concesiones. Nunca logr¨® instalarse dentro de la industria y solo con Poltergeist (1982) consigui¨® llegar al gran p¨²blico, aunque pasando por el filtro de un Steven Spielberg productor que seg¨²n se dice no le dej¨® abordar la historia como ¨¦l quer¨ªa. A cambio, firm¨® un pu?ado de pel¨ªculas m¨¢s o menos locas y psicotr¨®nicas, puro zumo de delirium tremens de los ochenta.
Pero tranquilo, siempre ser¨¢s recordado como tu insigne creador y tambi¨¦n como una de las grandes influencias de muchos de los directores de cine que operan en la actualidad, desde Alexandre Aja hasta Rob Zombie. Y aunque ya no queda nadie de los tuyos, ni Gunnar Hansen, que fue el primero en llevar tu m¨¢scara, ni esa ¡°final girl¡± que siempre ser¨¢ Marylin Burns, tu legado sigue vivo. Marcus Nispel te devolvi¨® a la vida en 2003 en una versi¨®n moderna, se contaron tus or¨ªgenes en La matanza de Texas: El origen. Y ahora te quedas en buenas manos, en las de las de los franceses Alexandre Bustillo y Julien Maury que casi tienen ya preparada su Leatherface, en la que se cuenta tu dif¨ªcil y disfuncional adolescencia. As¨ª que seguir¨¢s siendo el protagonista de muchas pesadillas. Mientras tanto, nos quedamos con tu danza final con la motosierra en los ¨²ltimos planos de La matanza de Texas y ese grito de aut¨¦ntica locura de Marylin Burns, quiz¨¢s uno de los m¨¢s aterradores jam¨¢s escuchados en el cine.
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