Sombras ajenas
Nos dejamos arrastrar por la corriente sin capacidad para salir de ella aunque de hacerlo dependa ser nosotros mismos y no el eco de otros
Socializar conforma la esencia del ser humano. Necesitamos sentirnos parte del grupo, el que sea. Que alguien, o mejor muchos, nos digan qu¨¦ bueno lo tuyo. A veces ni eso. Nos conformamos con que nos dejen estar y as¨ª alejar el miedo inquietante que produce imaginarse excluido. Si me aceptan, aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria. A otra cosa.
El problema es cuando el grupo se convierte en masa acr¨ªtica que renuncia a las propias ideas y la voluntad personal se pliega sin oponer resistencia. A veces ni siquiera se trata de seguir a un l¨ªder carism¨¢tico. Simplemente nos dejamos arrastrar por la corriente sin capacidad para salir de ella aunque de hacerlo dependa ser nosotros mismos y no el eco de otros.
En las ¨²ltimas semanas se han sucedido torbellinos de esos que nos convierten en sombras ajenas. Algunos son tan intrascendentes como la moda de dejarse ver en Ibiza pagando la puesta de sol con mojito en la mano a precio de diamante Taj Mahal. O la repentina pasi¨®n de toda una cohorte de famosas en busca del desnudo de escorzo m¨¢s estrat¨¦gico para publicitar sus vacaciones en enigm¨¢ticos marcos incomparables.
Nimiedades.
Pero en otras ocasiones se convierte en perentorio decir alto y claro esto no toca, aunque signifique convertirse en amenaza para la tranquilidad del reba?o.
No toca distinguir entre muertos catalanes y espa?oles. No toca enzarzarse en las redes sociales sobre si el nombre de una v¨ªctima es Pau o Pablo porque su sangre inocente no entiende de idiomas ni procedencias. No tocan pitidos y esl¨®ganes sonrojantes hacia gobernantes democr¨¢ticos, sean o no de nuestro gusto, el d¨ªa en el que los ¨²nicos que se merecen una condena sin fisuras son los terroristas. No toca conseguir rentabilidad pol¨ªtica cuando el miedo se ha adue?ado de ciudadanos que paseaban tranquilos segundos antes de un ataque indiscriminado en nombre de una fe que los criminales no representan. No toca mirar hacia otro lado sin preguntar siquiera cuando el gatillo es tan certero que no deja heridos para dar respuestas.
Podemos seguir callados y alienados pero aceptados por la masa o podemos volver a ser personas y no parte de una manada hambrienta. Eso s¨ª toca.
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