Ataque a la libertad
La Generalitat se revuelve contra los medios para evitar rendir cuentas
Editoriales anteriores sobre el 17A
Confunden la Generalitat y la direcci¨®n de los Mossos los papeles que desempe?an las fuerzas de seguridad y la prensa en la sociedad. El de los cuerpos policiales es claro y lo record¨® ayer el jefe de los Mossos, Josep Llu¨ªs Trapero: la seguridad de los ciudadanos. El de los periodistas, deber¨ªa saber, es arrojar luz sobre las zonas oscuras en asuntos de relevancia p¨²blica como los atentados del 17 de agosto. Aunque incomode, aunque moleste o aunque contradiga las informaciones oficiales en las que los ciudadanos tienen el derecho de poder confiar con m¨¢xima credibilidad.
Reconocer ¡ªcomo han hecho el conseller de Interior y el propio Trapero¡ª que a finales de mayo s¨ª recibieron una alerta de un posible atentado en la Rambla, aunque de fuentes distintas de la CIA o el Centro Nacional de Contraterrorismo de EE UU, aporta una informaci¨®n nueva y relevante al puzle que a¨²n est¨¢ pendiente de completarse. Cuando El Peri¨®dico de Catalunya public¨® esta afirmaci¨®n el propio d¨ªa del atentado, Puigdemont, el conseller del Interior y Trapero la negaron con toda contundencia. Repasar ahora sus declaraciones de esos d¨ªas permite llegar a la conclusi¨®n de que tergiversaron o mintieron. El president asegur¨® que ¡°la polic¨ªa se relaciona con otros cuerpos policiales y no existe una relaci¨®n directa entre agencias de inteligencia y los Mossos¡±. El conseller aprovech¨® el desmentido para cargar contra la estrechez de competencias: ¡°Desgraciadamente, como no somos Estado, no podemos tener relaci¨®n con los servicios de inteligencia de otros pa¨ªses. Estar¨ªamos encantados¡±. Y Trapero abund¨® en la valoraci¨®n, sobrepasando con mucho sus competencias exclusivamente policiales: ¡°Si ya tenemos problemas en el ¨¢mbito internacional para relacionarnos porque no es la competencia que nos reconoce el Estado, todav¨ªa menos relaciones con servicios de inteligencia¡±. Tal vez deber¨ªan comprender que hubi¨¦ramos entendido el silencio, pero nunca la mentira.
Ayer, despu¨¦s de que El Peri¨®dico se reafirmara y aportara la textualidad de la alerta, el Govern no tuvo m¨¢s remedio que reconocer que esta s¨ª hab¨ªa existido, aunque procedente de otras fuentes, y que no la juzgaron cre¨ªble. Lo que Trapero calific¨® de mentira no era tal.
Lo que desprestigia a los Mossos no es una campa?a medi¨¢tica, sino rehuir su responsabilidad
Pero no es el posible fallo policial lo que ahora est¨¢ en cuesti¨®n, y que deber¨¢ dirimirse en un futuro pr¨®ximo en una investigaci¨®n de amplio espectro que abarque a todas las fuerzas de seguridad implicadas, sino la embestida de las autoridades catalanas contra la libertad de expresi¨®n y contra quienes les lleven la contraria, a los que atribuye una falaz campa?a de desprestigio contra los Mossos. Trapero lleg¨® a acusar personalmente al director de El Peri¨®dico de que ¡°su prioridad es desprestigiar a los Mossos y dar una exclusiva¡±. El viejo recurso de cargar contra el mensajero funciona de nuevo. Es el mismo m¨¦todo que utilizaron cuando EL PA?S revel¨® los contactos entre la polic¨ªa de B¨¦lgica y los Mossos sobre el im¨¢n de Ripoll.
La Generalitat y la autoridad policial se revuelven contra los medios para tapar sus propios errores, en una huida hacia adelante que no repara en los da?os que causan a sus instituciones y a la sociedad civil. Sin percatarse de que lo que desprestigia a los Mossos no es la informaci¨®n period¨ªstica, sino negarse a rendir cuentas como si un cuerpo policial democr¨¢tico estuviera por encima de la obligaci¨®n de responder a las leg¨ªtimas preguntas de la sociedad. En este peri¨®dico no tuvimos dudas en elogiar a los Mossos cuando, en los primeros d¨ªas, su actuaci¨®n nos pareci¨® diligente. Tampoco tenemos dudas ahora de la necesidad de investigar a fondo su trabajo y el de otros cuerpos policiales ¡ªpreferentemente mediante una comisi¨®n parlamentaria de investigaci¨®n¡ª ante los m¨²ltiples y graves errores detectados desde entonces.
El atentado se est¨¢ convirtiendo en nuevo campo de batalla como lo fue el del 11-M
Comparar esa investigaci¨®n con un intento de desprestigio es uno m¨¢s de los s¨ªntomas de autoritarismo de los que est¨¢ haciendo gala la Generalitat.
Tanto el conseller Forn como Trapero repitieron una y otra vez que la alerta fue desestimada ¡°por el Estado¡±, arrojando a Madrid la responsabilidad y el reconocimiento que tanto les cuesta contemplar cuando se trata de gestionar los logros.
Espa?a tuvo la desgracia de contemplar c¨®mo el peor atentado de su historia, el 11-M, se convirti¨® en campo de batalla pol¨ªtico. Conjurar ese peligro deber¨ªa ser una urgencia ineludible y una responsabilidad de primer orden que no se vislumbra, sin embargo, en la actuaci¨®n de la Generalitat. El peor atentado desde entonces, el cometido el 17 de agosto, comienza ya a convertirse en nuevo campo de batalla para librar esta vez la guerra de los independentistas contra todos los dem¨¢s. La lecci¨®n, por desgracia, no fue aprendida. Muchas instituciones y medios han elogiado a los Mossos en un determinado momento. Ahora el Govern debe comprender que sus aciertos en algunas circunstancias no les eximen en ning¨²n caso de rendir cuentas en los cap¨ªtulos en los que parece claro que se ha obrado mal. Y este lo es.
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