Volvieron los piratas
Los buques de guerra de la OTAN casi erradicaron la pirater¨ªa en Somalia, pero los ping¨¹es beneficios econ¨®micos de esta pr¨¢ctica mafiosa la han tra¨ªdo de vuelta a las aguas del ?ndico
Un pirata barbudo se cuadra con sorna cuando ve a los periodistas cruzar la gravilla roja del patio de la c¨¢rcel. Al notar su presencia, los dem¨¢s prisioneros se vuelven con disgusto o escupen insultos a trav¨¦s de los barrotes. ¡°Os odiamos. Por vuestra culpa estamos aqu¨ª encarcelados como animales en una jaula. Es humillante que vengan aqu¨ª tipos blancos a sacarnos fotos y hacer las mismas preguntas est¨²pidas una y otra vez¡±, dir¨¢ despu¨¦s Abdi Mahad, erigido en portavoz de los piratas.
Aqu¨ª, en Garowe, la capital del Estado somal¨ª de Puntlandia (en el extremo del Cuerno de ?frica) cumplen condena 47 antiguos asaltantes de barcos. La mayor¨ªa han sido condenados a pasar d¨¦cadas entre rejas. Pero en este recinto carcelario financiado por la Uni¨®n Europea solo hay corsarios rasos, que se mezclan con yihadistas de Al Shabab, ladrones de ganado y maltratadores. Esta es la imagen que ofrece el buque insignia de la implicaci¨®n occidental aqu¨ª: 47 desdichados hombres entre rejas sobre una meseta rocosa en un pa¨ªs asolado por la sequ¨ªa y la inestabilidad.
Aunque la lucha contra la pirater¨ªa en Somalia ha dado resultados. La comunidad internacional envi¨® buques de guerra a proteger las rutas mar¨ªtimas en el Golfo de Ad¨¦n, y la UE entren¨® a los guardacostas somal¨ªes. Entre 2010 y 2013 se produjeron m¨¢s de 100 secuestros de barcos al a?o y se pagaron millones de d¨®lares como rescate. En 2015 y la mayor parte de 2016 no se complet¨® un solo secuestro.
La Operaci¨®n Atalanta desplegada por la UE (y comandada por Espa?a desde febrero de este a?o) sigue patrullando esas aguas junto a nav¨ªos indios, rusos y chinos. Pero las fuerzas de la OTAN se fueron en diciembre del a?o pasado y la presi¨®n sobre los piratas ha descendido considerablemente desde entonces. Por eso, se han reanudado los ataques. Este a?o ha habido al menos cinco secuestros frente a las costas de Somalia, incluyendo el petrolero Aris 13 y un pesquero que acab¨® transformado en el buque nodriza desde el que se organizaban nuevos asaltos.
La capital pirata
Puntlandia, una regi¨®n que goza de cierta autonom¨ªa respecto al resto de Somalia, es donde empez¨® la pirater¨ªa y tambi¨¦n el lugar donde ha rebrotado. Puede que las cosas est¨¦n aqu¨ª un poco mejor que en otras zonas del pa¨ªs, pero la inseguridad y la pobreza cr¨®nica tambi¨¦n son acuciantes. Al Shabab utiliza la regi¨®n como una base de operaciones y el Estado Isl¨¢mico tambi¨¦n ha establecido aqu¨ª un punto de entrada. Los asesinatos, emboscadas y ataques suicidas se suceden cada semana.
En Garowe, a 200 kil¨®metros de la costa, viven los pol¨ªticos y la ¨¦lite econ¨®mica de la regi¨®n. Son los ricos de la zona los que est¨¢n detr¨¢s de gran parte de las inversiones que han impulsado el sector de la pirater¨ªa. El inconfundible hotel Holy Day, con forma de barco, es propiedad de un famoso pirata que lo ha convertido en un bloque de apartamentos. Frente a otro de los hoteles de la ciudad espera una gran limusina rosa. Ali Ahmed la alquila por 50 d¨®lares la hora y dice que durante el auge de la pirater¨ªa hab¨ªa mucha demanda. Ahora solo encuentra clientes un par de veces al mes, sobre todo para bodas.
Garowe es una localidad sorprendentemente cosmopolita. Hay electricistas indios, alba?iles paquistan¨ªes, cocineros kenianos, guardias de seguridad sudafricanos y somal¨ªes que han regresado desde lugares como Estocolmo, Melbourne o Minnesota. Los criminales siguen lavando dinero, pero se han vuelto m¨¢s discretos. El conocido traficante de armas apodado Gaagaale ya no tiene un puesto abierto en la rotonda. Pero a¨²n le puedes encargar un rifle Kalashnikov por 1.400 d¨®lares si conoces a alguien que tenga su n¨²mero.
En Somalia hay 54 ni?os encarcelados y nueve de ellos condenados a muerte en otra prisi¨®n de piratas financiada por pa¨ªses occidentales
Redes criminales
¡°Se bloque¨® su acceso a los barcos, pero las redes criminales no se disolvieron. Por eso, en cuanto el mundo ha parecido olvidarse de ellos, han reanudado los ataques¡±, explica Abdinasir Yusuf, de la ONG Puntland Development Research Center. ¡°El aumento del n¨²mero de guardias a bordo de los buques es lo ¨²nico que hace que la pirater¨ªa se realice a menor escala esta vez, mantiene Yusuf, que lleva una d¨¦cada investigando a los piratas y las organizaciones que hay detr¨¢s.
Los primeros piratas eran pescadores que atacaron a barcos que se aprovechaban de la ausencia de ley y orden en Somalia para arramplar con el pescado de sus aguas y verter residuos t¨®xicos. Pero seg¨²n Yusuf, esta imagen rom¨¢ntica hace tiempo que dej¨® de ser cierta. ¡°No tiene que ver con la pesca. Es oportunismo c¨ªnico¡±, argumenta. ¡°Los mismos delincuentes organizados que manejan la pirater¨ªa han cometido muchos otros cr¨ªmenes¡±.
El experto detalla las campa?as de concienciaci¨®n locales, en las que particip¨® el centro junto a los ancianos, imanes y l¨ªderes de clanes. ¡°Se enfrentaron a la mafia local presentando argumentos reales frente a los beneficios que ofrece enrolarse en la pirater¨ªa¡±, relata. El director de la ONG, Ali Farah Ali, explica que ¨¦l mismo mostr¨® a j¨®venes analfabetos de las ciudades costeras v¨ªdeos de barcos piratas siendo destruidos y estad¨ªsticas que probaban que los asaltantes de barcos que se enriquec¨ªan eran muy pocos.
?Hay alternativas?
Este tipo de iniciativas han ayudado a deslegitimar la pirater¨ªa. En Garowe se ve c¨®mo palacios a medio construir quedaron abandonados cuando los piratas se quedaron sin dinero. Nadie quer¨ªa comprarles sus propiedades. Y muchos comerciantes locales ahora se oponen a ellos. Ahmed Jama Jowle, de 32 a?os, vende coches y muebles de oficina usados. Hace tres a?os levant¨® el Classic Stadium, un campo de f¨²tbol de hierba artificial. ¡°Quer¨ªa dar a los j¨®venes una alternativa¡±, explica.
El equipo de Garowe ha ganado el campeonato somal¨ª. Pero, pocos, si es que alguno lo consigue, podr¨¢n vivir del f¨²tbol. Mientras en el Classic se disputa un partido de la Copa Ramad¨¢n, unos chicos explican que 9 de cada 10 amigos suyos est¨¢ sin trabajo.
Mientras tanto, los piratas se recuperan del golpe y buscan otros modelos de negocio, como el tr¨¢fico de armas o de personas, seg¨²n un estudio de los think tanks OEF Research, Oceans Beyond Piracy y Secure Fisheries. ¡°Llevan traficando con migrantes mucho tiempo¡±, sostiene Ben Lawellin, uno de los autores principales del informe. ¡°Les permiti¨® seguir a flote cuando la pirater¨ªa decay¨®, y tambi¨¦n les ha ayudado a financiar los nuevos asaltos¡±, apunta.
A las afueras de Garowe hay un gran campo de desplazados y refugiados de otros pa¨ªses. ¡°Lo llamamos Washington porque las farolas parecen rascacielos de noche¡±, bromea la cocinera Idil Ghalbi en un restaurante con paredes de cartones de leche. Esta veintea?era nacida en la vecina Etiop¨ªa lleg¨® aqu¨ª escapando de las continuas luchas fronterizas y de la sequ¨ªa que asola la regi¨®n fronteriza y que ha dejado a seis millones de somal¨ªes dependientes de la ayuda humanitaria. Ghalbi cuenta que en el camino hasta Garowe tuvo que pagar hasta 1.800 d¨®lares a grupos de hombres armados apostados en innumerables controles de carretera.
En Garoowe es posible comprar una pistola Makarov por 1.600 d¨®lares o un Kalashnikov por 1.400 si sabes a qui¨¦n ped¨ªrselo
De Puntlandia al mundo
Dos de las principales rutas de migraci¨®n de ?frica pasan por Puntlandia hacia la ciudad portuaria de Bosaso, al norte de la regi¨®n. Desde all¨ª, una v¨ªa prosigue por barco hasta Yemen y despu¨¦s a los pa¨ªses del Golfo. La otra atraviesa Sud¨¢n hacia Libia y m¨¢s tarde a Europa. Se estima que cada uno de estos migrantes termina pagando unos 10.000 d¨®lares a los distintos traficantes. Las historias de abusos en estos viajes son impactantes.
Los medios locales est¨¢n llenos de historias sobre familiares de migrantes desesperados, caminando de ciudad en ciudad, pidiendo dinero para poder pagar sumas elevad¨ªsimas por encontrarlos. En general, los traficantes les tratan muy mal. Recientemente, dos grupos de migrantes menores de edad murieron al ser obligados a tirarse por la borda en altamar entre Yemen y Somalia, debido a que los traficantes ten¨ªan miedo de ser capturados por la guardia costera.
Un portavoz del campamento ¡®Washington¡¯ estima que cada mes lo abandonan ¡ªdiscretamente, ya que est¨¢ prohibido¡ª unas 100 personas. Hace un a?o, Abdikadir Mohamud Barre, de 23 a?os, dej¨® Kismayo, en el sur de Somalia, con intenci¨®n de llegar a Europa. En su casa, solo los yihadistas de Al Shabab le pod¨ªan ofrecer una ocupaci¨®n estable. Fue arrestado en Etiop¨ªa y enviado a la c¨¢rcel de Garowe, junto a los piratas.
Un gato desnutrido se lanza contra las ventanas de pl¨¢stico de la sala de estar de la prisi¨®n e interrumpe la conversaci¨®n. ¡°Como ves, todo el mundo se quiere largar de aqu¨ª¡±, dice el joven. ¡°Yo lo volver¨¦ a intentar en cuanto me liberen¡±.
Los beneficios de la trata de migrantes han ayudado a financiar los ataques piratas recientes
Un somal¨ª que trabaja de consultor externo para agencias de inteligencia extranjeras acepta hablar para este reportaje tras varios meses investigando a los traficantes de personas de la regi¨®n. ¡°No era el objetivo inicial del informe, pero descubr¨ª que muchos de los financiadores de la pirater¨ªa se han enriquecido con el tr¨¢fico de migrantes¡±, explica mostrando partes del documento con nombres y apellidos.
¡°Uno de ellos es agente de polic¨ªa, y me confes¨® que ha ganado mucho dinero con eso. Me asegur¨® que ya no se dedicaba a ello, pero otros traficantes dicen que s¨ª¡±, relata el investigador con la condici¨®n de mantener el anonimato. ¡°Seg¨²n ese polic¨ªa y otros traficantes, los jefes piratas y sus redes tienen un papel principal en el tr¨¢fico de armas y de personas¡±.
Seg¨²n sus averiguaciones, apunta, las organizaciones criminales aqu¨ª no se dividen por el tipo de actividad delictiva, sino por las regiones en las que operan. ¡°Los mismos barcos suelen llevar migrantes a Yemen y traer armas de vuelta. Los que est¨¢n al este de Bosaso venden munici¨®n al Estado Isl¨¢mico, y los que est¨¢n al oeste de Bosaso se las venden a Al Shabab¡±, ilustra. Para los terroristas, es m¨¢s sencillo trabajar con los traficantes que organizar el suministro por su cuenta. Y para los expiratas, tienen todo el sentido dedicarse al contrabando mar¨ªtimo.
Amigos en las alturas
Las bandas de traficantes de Puntlandia no solo colaboran con piratas y terroristas, sino tambi¨¦n con pol¨ªticos locales. Estos se meten en oscuros tratos de compraventa de armas por el embargo armament¨ªstico que la ONU impuso a Somalia en 1992.
Cada a?o, un grupo de Naciones Unidas redacta un informe sobre la efectividad de la medida, que suele estar lleno de detalles sobre el crimen organizado somal¨ª. El ¨²ltimo documento, de octubre, abunda entre otros temas en las relaciones del jefe pirata Isse Mohamoud Yusuf, Yullux, con pol¨ªticos, traficantes de armas e islamistas. Yullux fue quien secuestr¨® a una familia danesa en 2011. Y su primo, el jeque Abdulqader Mumin, lidera el Estado Isl¨¢mico en Somalia.
Tan solo en Puntlandia se registran 3.000 migrantes al mes
Entre los amigos de esta red que son famosos en Puntlandia se encuentra un exministro de Pesca y gobernador de la provincia de Bari entre 2011 y 2015. El informe se?ala que un representante de la organizaci¨®n de Yullux transfiere 4.000 d¨®lares mensuales a una cuenta del Departamento del Tesoro de Puntlandia por cada barco extranjero que practica ilegalmente la pesca de arrastre en sus costas con piratas a bordo ejerciendo de guardias de seguridad.
Jonnah Leff, un experto que investiga las redes contrabandistas somal¨ªes desde 2013, confirma por correo electr¨®nico que es muy probable que el Gobierno puntland¨¦s siga recurriendo a los traficantes para conseguir armas para sus soldados. ¡°Es algo sist¨¦mico. Tambi¨¦n es la raz¨®n por la que los traficantes pueden seguir operando con impunidad. Todos tienen relaci¨®n como clan¡±.
Uno de los principales denunciantes de estas relaciones entre piratas, pol¨ªticos, traficantes y extremistas es Abdirizak Dirir Duaysane. ?l fund¨® la unidad antipirater¨ªa de Puntlandia en 2010 y la ha dirigido con bastante ¨¦xito hasta hace poco. Desde mayo de 2012 hasta principios de este a?o, ning¨²n pirata cobr¨® un rescate en la regi¨®n. Duaysane cree que la pirater¨ªa ha vuelto por la impunidad con la que iran¨ªes, yemen¨ªes y otros pesqueros asi¨¢ticos practican la pesca de arrastre.
En una entrevista con la BBC en marzo, insist¨ªa en que es necesario parar esas pr¨¢cticas, o cada vez m¨¢s pescadores indignados engrosar¨¢n las filas de los piratas. Esa misma tarde, tras la emisi¨®n del programa, Duaysane fue despedido. ¡°El Gobierno de Puntlandia colabora de forma sistem¨¢tica con los piratas y los pescadores ilegales de arrastre¡±, sostiene en un encuentro en un hotel de Nairobi, la capital de Kenia.
La pirater¨ªa regres¨® porque los pesqueros de arrastre iran¨ªes, yemen¨ªs y asi¨¢ticos de nuevo capturan de manera muy agresiva el at¨²n y otros peces codiciados
Y acusa con nombres y apellidos. "El Gobierno les otorga las licencias de pesca, aunque seg¨²n la Constituci¨®n solo las puede conceder el Ejecutivo central, de Mogadiscio. El actual ministro de Pesca, Abdirahman Jama Kulmiye, recibe el dinero por debajo de la mesa. Creo que comparte las ganancias con el presidente de Puntlandia, ya que est¨¢n relacionados", denuncia el destituido jefe de la unidad antipiratas. ¡°No combaten el crimen mar¨ªtimo, sino que son sus c¨®mplices¡±.
Como prueba, Duaysane apunta a que cuando dos arrastreros yemen¨ªes sin permisos de pesca fueron detenidos hace un a?o, aparecieron personas de la oficina del presidente puntland¨¦s que exigieron y consiguieron la liberaci¨®n de los pescadores. Hay cabecillas pirata vivendo en la regi¨®n, sostiene su antiguo perseguidor. Y el Gobierno, a?ade, sabe qui¨¦nes son y d¨®nde viven. Pero no los detiene para evitar nuevas guerras entre clanes. "Yullux es uno de ellos. Pero viaja libremente".
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