Hachazo al ¡®sue?o americano¡¯

El sue?o americano es uno de los mitos democr¨¢ticos m¨¢s sugestivos de nuestra ¨¦poca. Es el de un pa¨ªs abierto y multicultural, proyectado hacia el futuro y construido por los inmigrantes. Gentes de todas las procedencias que llegaron en distintas oleadas siguiendo el surco trazado por los primeros colonizadores, los padres peregrinos llegados en el Mayflower en 1620, huyendo de la persecuci¨®n religiosa en Inglaterra. Con esfuerzo y trabajo, gracias a una sociedad abierta y a un sistema en el que prima la igualdad y el m¨¦rito, todo es posible y nadie encuentra l¨ªmites a su progreso como ciudadano. Incluso cabe que el hijo de un keniano y una americana se convierta en presidente, como fue el caso de Barack Obama.

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Trump ha dado ahora un hachazo al sue?o americano. Para eso le eligieron, para destruir el legado entero de Obama. Hachazo al Obamacare o sistema universal de salud. Hachazo al libre comercio. Hachazo a la inmigraci¨®n, con sus denodados esfuerzos para construir el muro con M¨¦xico y con su prohibici¨®n de entrada a los musulmanes. Hachazo incluso a 70 a?os de pactos y alianzas internacionales.

De todos los hachazos de Trump el que ha asestado a los dreamers, esos 800.000 j¨®venes que llegaron ilegalmente en edad infantil y que ahora pueden ser objeto de expulsi¨®n, es el que m¨¢s hiere, hasta sangrar. De entrada, porque responde a las ideas extremistas de la derecha supremacista y racista instalada en la Casa Blanca, con el fiscal jefe Jeff Sessions al frente, ofendida todav¨ªa por la presidencia de Barack Obama. De salida, porque esos j¨®venes son un activo ciudadano, de valor incluso econ¨®mico, como han se?alado las mayores empresas del pa¨ªs. Tan dura es la decisi¨®n de Sessions que ha dado oportunidad a Trump, el le?ador sin piedad, para que se haga el centrista y el moderado y pida al Congreso que encuentre una salida legal para una generaci¨®n tan nutrida de materia gris y de mano de obra cualificada, exactamente el tipo de inmigrantes que necesitan los pa¨ªses desarrollados para asegurarse el futuro, tambi¨¦n los europeos, normalmente de d¨¦bil demograf¨ªa.

El hachazo a los dreamers ser¨¢ un momento decisivo para Trump. En sus relaciones con el Partido Republicano y en sus relaciones con el Congreso. Satisface los instintos de sus bases m¨¢s extremistas, pero traslada a los congresistas la responsabilidad sobre el futuro de esos 800.000 j¨®venes. En realidad, no se atreve a cumplir las ¨®rdenes de expulsi¨®n que le dicta la extrema derecha en el poder, convencida de que el programa de Obama es un coladero para los familiares de los j¨®venes y produce un efecto llamada para que m¨¢s inmigrantes sigan intentando instalarse en el pa¨ªs. Traza, por tanto, un paso m¨¢s en la p¨¦rdida de peso espec¨ªfico de la presidencia, excelente en el arte de la destrucci¨®n pero incapaz de gobernar desde una Casa Blanca ca¨®tica y dividida. Cumple, por supuesto, el significado perverso del eslogan, American first, que quiere decir los estadounidenses blancos primero; pero contribuye, como sucede con la pol¨ªtica exterior de Trump, a debilitar a la superpotencia y a empa?ar el emblema de la Estatua de la Libertad como faro de progreso y de igualdad que atrae a ciudadanos de todo el mundo.