La ?nsula de Barataria
So?¨¦ que Don Quijote anda convencido de que Sancho se ir¨¢ pronto a gobernar la nueva Rep¨²blica Catalana
He tenido un sue?o. Se me apareci¨® el Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha y me confundi¨® con Sancho. Yo andaba con mis gestas americanas y mis trifulcas con los malvados que acosan a los d¨¦biles sin documentos y no supe c¨®mo reaccionar. Estaba tan sorprendida con esta aparici¨®n que no quise contradecirle, y cada vez que Don Quijote me dec¨ªa, ¡°amigo Sancho¡±, yo asent¨ªa con la cabeza. A veces los sue?os son visionarios y siendo Don Quijote el dios de mi religi¨®n, lo escuch¨¦ con much¨ªsima atenci¨®n mientras tomaba notas mentalmente.
Al parecer Don Quijote anda convencido de que Sancho se ir¨¢ pronto a gobernar la nueva Rep¨²blica Catalana. Me confunde a m¨ª con Sancho, y confunde la ?nsula de Barataria con la Rep¨²blica Catalana. Menudo embrollo pens¨¦ aturdida. Pero supe que en todo este absurdo malentendido tendr¨ªa que haber un sedimento de verdad iluminada y prest¨¦ o¨ªdos a las palabras del viejo hombre sabio y huesudo.
Amigo Sancho, ¡°T¨², que para m¨ª sin duda alguna eres un porro ¡°(ojo, le estaba llamando persona torpe, ruda y necia), ¡°sin madrugar ni trasnochar y sin hacer diligencia alguna, con solo el aliento que te ha tocado de la andante caballer¨ªa, sin m¨¢s ni m¨¢s te ves gobernador de una Rep¨²blica Catalana como quien no dice nada¡±¡. Y as¨ª sigui¨® Don Quijote enumerando una larga lista de consejos id¨¦nticos a los que dio a Sancho Panza en su d¨ªa. Pero donde deb¨ªa decir ?nsula de Barataria dec¨ªa Rep¨²blica Catalana y me miraba a m¨ª, que creo soy tan necia, tan torpe y tan ruda como Sancho. Y yo all¨ª mir¨¢ndolo, mientras por el rabillo del ojo trataba de encontrar al duque, a la duquesa, y a todo aquel s¨¦quito que se rieron en su d¨ªa del pobre Sancho y de Don Quijote y les hicieron creer en la dichosa ¨ªnsula de Barataria. Cu¨¢l fue mi sorpresa que el duque era Carles Puigdemont acompa?ado de Oriol Junqueras y la duquesa Anna Gabriel y el mayordomo nada menos que Artur Mas.
Lo juro, fue un sue?o tan real como ¨¦ste presente en donde lo narro. Se sucedieron escenas novelescas, cap¨ªtulos conocidos por todos. Al final de aquel sue?o vi las cosas con claridad: Barataria o aquella Rep¨²blica Catalana eran el invento de unos duques maledicentes y su s¨¦quito. Se aprovechaban de los cr¨¦dulos visionarios y quer¨ªan burlarse de la bondad, a veces ingenua, de los so?adores como Don Quijote y de la gente sencilla como yo o Sancho Panza.
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