Forcadell
Es la primera personalidad desde el 23-F que se atreve a suspender la legalidad vigente para asumir poderes extraordinarios
Imagino que era consciente de lo que iba a hacer aunque quiz¨¢s, como ocurre cuando la pasi¨®n se impone a la raz¨®n, no calcul¨® bien las consecuencias. El hecho es que se trata de la primera personalidad en mucho tiempo -si no me equivoco, desde que el coronel Tejero entr¨® en el Congreso de los Diputados con una pistola en la mano- que se atreve a suspender la legalidad vigente para asumir poderes extraordinarios en una instituci¨®n del Estado espa?ol. Estoy segura de que ella no se reconocer¨ªa en estas palabras, pero al cabo, por muy mal que suene, eso es lo que ha pasado. Hace falta valor para que la presidenta de una c¨¢mara se oponga al criterio de sus propios letrados y pase por encima del dictamen del Consejo de Garant¨ªas cuyas decisiones est¨¢ obligada a acatar. Se lo reconocer¨ªa si la tirantez de su gesto, el fan¨¢tico brillo de sus ojos, no clasificaran su coraje en una categor¨ªa en la que no encuentro nada admirable. A pesar de todo, con su inofensivo aspecto de pajarillo y su voz de maestra de Primaria, Forcadell no me resulta odiosa. Aunque no s¨¦ explicar muy bien por qu¨¦, lo cierto es que sobre todo me da l¨¢stima, tanta como la imagen de un hemiciclo medio vac¨ªo en el que se canta un himno acompa?ado por el clamoroso silencio de muchos bancos vac¨ªos. Es dif¨ªcil concebir una imagen menos heroica, menos prometedora de un futuro feliz, pero su patetismo no adelgaza las responsabilidades de Carme Forcadell. Al atropellar los derechos de la oposici¨®n, incumplir el reglamento e instalarse en la ilegalidad, ella le ha dado a Rajoy, uno de los principales culpables de la fractura de la sociedad catalana, la oportunidad de quedar como un hombre de Estado, generoso y mesurado. No me parece un pecado menos imperdonable que los dem¨¢s.
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