Nazis y hipsters
?Podr¨ªa surgir un Trump en Alemania?
Durante las ¨²ltimas semanas algunas extra?as pol¨¦micas han dominado los medios estadounidenses y alemanes. En Estados Unidos se sigue debatiendo la ambigua respuesta del presidente Donald Trump a los actos violentos cometidos por supremacistas blancos y neonazis en Charlottesville (Virginia). Y los alemanes discuten un ensayo publicado por el viceministro de finanzas, Jens Spahn, en el que denuncia que los hipsters berlineses que hablan en ingl¨¦s est¨¢n debilitando la identidad nacional alemana.
Estos debates arrojan luz sobre c¨®mo la historia y la identidad nacional influyen en la pol¨ªtica de cada pa¨ªs. En Charlottesville, un hombre embisti¨® con su auto a un grupo de personas y mat¨® a una mujer de 32 a?os llamada Heather Heyer. El conductor del auto era uno de los numerosos supremacistas blancos que acudieron a esa ciudad para manifestarse contra la decisi¨®n de quitar una estatua del general confederado Robert E. Lee, y que, al encontrarse con contramanifestantes, respondieron en algunos casos con violencia.
Es evidente que en Estados Unidos la pol¨ªtica de la identidad cultural eclips¨® a la pol¨ªtica de clase socioecon¨®mica. Con su defensa de los monumentos cuestionados y su afirmaci¨®n de que ¡°los dos lados¡± ten¨ªan responsabilidad por la tragedia de Charlottesville, Trump hace saber a su base de apoyo predominantemente blanca que luchar¨¢ por sus derechos en cuanto ¡°mayor¨ªa amenazada¡±. Al fin y al cabo, su promesa de campa?a de ¡°hacer a Estados Unidos grande otra vez¡± nunca fue sino eufemismo de oponerse a un Estados Unidos cada vez m¨¢s multi¨¦tnico.
No es extra?o que la memoria de Lee se convirtiera en la mecha de un polvor¨ªn simb¨®lico, dada la historia de las relaciones raciales en Estados Unidos. Pero muchos supremacistas blancos en Charlottesville coreaban ¡°?los jud¨ªos no nos reemplazar¨¢n!¡±, lo que muestra que una clase de intolerancia puede transformarse r¨¢pidamente en otra.
La preocupaci¨®n por la identidad nacional sigue muy viva en Alemania
Aunque el Holocausto se est¨¦ convirtiendo de memoria en historia, ning¨²n dirigente pol¨ªtico alem¨¢n permitir¨ªa semejante antisemitismo entre sus partidarios. Pero la preocupaci¨®n por la identidad nacional sigue muy viva en Alemania, especialmente tras la llegada de m¨¢s de un mill¨®n de refugiados desde 2015. Eso explica por qu¨¦ Spahn, una estrella en ascenso de la gobernante Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU), pudo escribir un art¨ªculo para el influyente semanario alem¨¢n Die Zeit, en el que ataca a los ¡°hipsters elitistas¡± por hablar ingl¨¦s y se queja por la proliferaci¨®n de men¨²s en ese idioma en restoranes y caf¨¦s.
Spahn se?ala que los alemanes m¨¢s viejos, como sus padres, pronto se sentir¨¢n como ¡°extranjeros en su propia tierra¡±, y sostiene que la difusi¨®n del ingl¨¦s entre la cosmopolita ¡°generaci¨®n low cost¡± llevar¨¢ a una ¡°sociedad paralela¡± en la que las ¡°diferencias culturales¡± habr¨¢n sido negadas, y la cultura nacional alemana destruida. ?C¨®mo pueden los alemanes, se pregunta, pedir que los refugiados e inmigrantes se integren a la sociedad alemana, si ni ellos mismos hablan su propio idioma?
Las ¨¦lites berlinesas respondieron al ensayo de Spahn con burlas, lo que ya es muestra de la cultura pol¨ªtica cada vez m¨¢s cosmopolita de la capital alemana desde la reunificaci¨®n. Hoy las ¨¦lites alemanas comparten una mirada muy alejada del provincianismo ensimismado de la Rep¨²blica de Bonn de la posguerra.
Ahora bien, puede parecer extra?o que un ataque al cosmopolitismo tenga por vocero precisamente a Spahn, miembro treinta?ero y gay de la clase pol¨ªtica berlinesa. Pero Spahn es un ambicioso estratega pol¨ªtico atento a su futuro electoral, y no es ajeno a la controversia. Autoproclamado ¡°burk¨®fobo¡±, ha sido un cr¨ªtico muy visible de la pol¨ªtica de la canciller alemana Angela Merkel para los refugiados, y propuso reglamentar por ley lo que puede predicarse en las mezquitas, y que se cree un registro de cl¨¦rigos musulmanes.
Spahn est¨¢ decidido a evitar que los votantes m¨¢s viejos, conservadores y con inclinaciones religiosas abandonen la CDU rumbo a la populista Alternativa para Alemania (AfD). Pero como era de prever, tambi¨¦n se lo acus¨® de beber de las mismas fuentes pol¨ªticas que Trump. En ese sentido, el debate actual en Alemania es en esencia una versi¨®n m¨¢s amable y pol¨ªticamente correcta del que se desarrolla en Estados Unidos.
El debate actual en Alemania es una versi¨®n m¨¢s amable y pol¨ªticamente correcta del que se desarrolla en EEUU
En La ruta a alg¨²n lugar: la revuelta populista y el futuro de la pol¨ªtica, el periodista brit¨¢nico David Goodhart sostiene que la pol¨ªtica actual ya no es una batalla entre la izquierda y la derecha, sino entre ¡°personas instruidas y m¨®viles que ven el mundo desde ?cualquier lugar? y que valoran la autonom¨ªa y la fluidez¡± y ¡°personas m¨¢s arraigadas, generalmente no tan instruidas, que ven el mundo desde ?alg¨²n lugar? y priorizan los v¨ªnculos grupales y la seguridad¡±.
Es verdad que, a diferencia de Estados Unidos, Alemania hasta ahora ha sido notoriamente inmune al giro al populismo que alter¨® la pol¨ªtica en otros pa¨ªses occidentales. Pese a todo el Sturm und Drang en relaci¨®n con los refugiados, las encuestas siguen dando a Merkel y la CDU amplia ventaja sobre los dem¨¢s partidos. En la elecci¨®n federal del 24 de septiembre, es improbable que AfD llegue al diez por ciento de los votos.
Esto hace especialmente llamativa la ambiciosa intervenci¨®n de Spahn. Como posible sucesor de Merkel, su decisi¨®n de atacar al cosmopolitismo en plena campa?a electoral dice mucho acerca de sus pron¨®sticos respecto de la pol¨ªtica alemana. Mientras otros ven en los partidos alemanes moderados la avanzada de un futuro cosmopolita, parece que para Spahn el hecho de que Alemania no haya adoptado la pol¨ªtica identitaria es extra?amente extempor¨¢neo.
Seg¨²n Spahn, los ¡°hipsters elitistas¡± que se creen cosmopolitas dejan entrever en realidad su provincianismo. Mientras ellos conversan en ingl¨¦s, en la mayor parte de los otros pa¨ªses se celebran el idioma y la identidad nacionales.
Spahn parece sostener algo similar en relaci¨®n con la correcci¨®n pol¨ªtica, dando a entender que si los partidos alemanes principales no defienden la germanidad tradicional, entonces lo har¨¢n los extremistas de derecha. Pero la aparente apuesta de Spahn a que tambi¨¦n en Alemania surgir¨¢ algo parecido a lo de Trump es arriesgada, dado lo mucho que Berl¨ªn (nada menos que Berl¨ªn) ha sido testigo de las tragedias de la pol¨ªtica identitaria. Los anticuerpos de la historia no se borrar¨¢n tan f¨¢cilmente como Spahn supone.
Pero las sospechas de Spahn en relaci¨®n con el futuro de la pol¨ªtica alemana son preocupantes. El debate que se desarrolla en Alemania, como el de Estados Unidos, abre una ventana al alma no s¨®lo de los dirigentes pol¨ªticos, sino tambi¨¦n de quienes los eligen.
Mark Leonard es el director del Consejo Europeo de Relaciones Exteriores.
Traducci¨®n: Esteban Flamini
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.