La vida, la pol¨ªtica y nuestras escuelas
?Por qu¨¦ los neoliberales le temen a la educaci¨®n?
La escuela es siempre un espacio pol¨ªtico, aunque algunos se esfuercen en ocultarlo o condenarlo. No se trata de una elecci¨®n o de una decisi¨®n. La escuela es un espacio inherentemente pol¨ªtico porque es la instituci¨®n que las sociedades democr¨¢ticas consagran al ejercicio de un derecho tan esencial que su garant¨ªa potencia, ampl¨ªa y vuelve efectivos otros derechos humanos fundamentales. Por eso, los conservadores siempre desconf¨ªan de la escuela p¨²blica, la atacan y tratan de desprestigiarla. Porque, ejerciendo su politicidad, la escuela es un laboratorio de participaci¨®n y de formaci¨®n ciudadana. Un espacio de construcci¨®n colectiva de la emancipaci¨®n y de la libertad humanas.
El 1 de agosto, fuerzas militares de la Argentina dispersaron de forma violenta una ocupaci¨®n de tierras en la provincia de Chubut, al Sur del pa¨ªs. Los territorios, que ahora pertenecen al magnate italiano Luciano Benetton, son reclamados ancestralmente por el pueblo mapuche, una de las naciones ind¨ªgenas m¨¢s perseguidas, reprimidas y segregadas tanto en Chile como en la Argentina. A la ocupaci¨®n mapuche se hab¨ªa acercado d¨ªas antes Santiago Maldonado, un joven artesano de 28 a?os, oriundo de Buenos Aires y que viv¨ªa en la localidad de El Bols¨®n, a pocos kil¨®metros de all¨ª. Santiago fue visto por ¨²ltima vez durante la represi¨®n de las fuerzas de seguridad. Diversos testigos indican que lo vieron correr y ser apresado por los efectivos de la llamada Gendarmer¨ªa Nacional. Desde entonces, nunca m¨¢s se supo de ¨¦l.
La desaparici¨®n gener¨® una gran movilizaci¨®n ciudadana, que r¨¢pidamente fue amplific¨¢ndose por las redes sociales con el lema #DondeEstaSantiagoMaldonado y recibi¨® apoyo de l¨ªderes pol¨ªticos, sociales y personalidades del mundo art¨ªstico.
La ministra de seguridad del gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, sostuvo de inmediato que nada un¨ªa la desaparici¨®n de Santiago a la represi¨®n de las fuerzas de militares. En seguida, atac¨® a la poblaci¨®n mapuche, sosteniendo que ¨¦sta, con acciones violentas, pretend¨ªa formar una rep¨²blica independiente dentro del pa¨ªs. Aunque se supo que su jefe de gabinete hab¨ªa ordenado y dise?ado junto al comando de Gendarmer¨ªa la violenta desocupaci¨®n de la comunidad ind¨ªgena, defendi¨® al funcionario, diciendo que estaba en el lugar (un p¨¢ramo distante a m¨¢s de 1.500 kil¨®metros de Buenos Aires) porque ¡°pasaba con su coche¡±. Durante los d¨ªas siguientes, la ministra divulg¨® pistas que resultaron ser notablemente falsas, dej¨® trascender el nombre de un testigo protegido y manifest¨® que se estaba politizando el caso. Su verborragia le hizo cometer fallidos irrecuperables, como sostener que era del ¡°bando de los que no quer¨ªan encontrar a Santiago¡±, y no desaprovech¨® la oportunidad para minimizar las violaciones a los derechos humanos durante la ¨²ltima dictadura militar. Las declaraciones de la ministra de seguridad no contribuyeron a otra cosa que a generar m¨¢s indignaci¨®n p¨²blica en una sociedad que ha demostrado no estar dispuesta a volver al pasado y contin¨²a a¨²n hoy juzgando a los genocidas que participaron de la desaparici¨®n forzada de 30 mil argentinos y del secuestro de centenares de bebes, ni?os y ni?as.
Las escuelas y las universidades, junto a las organizaciones docentes y estudiantiles, desplegaron diversas acciones exigiendo la inmediata aparici¨®n con vida de Santiago Maldonado. En los ¨²ltimos 35 a?os, desde el retorno a la democracia, el campo educativo ha sido uno de los que m¨¢s activamente se ha movilizado en defensa de los derechos humanos. El 30 de agosto, la Confederaci¨®n de Trabajadores de la Educaci¨®n de la Rep¨²blica Argentina, CTERA, comenz¨® su campa?a nacional: ¡°?D¨®nde est¨¢ Santiago Maldonado?¡±, utilizando una serie de cartillas y materiales de discusi¨®n sobre derechos humanos y la desaparici¨®n forzada de personas para trabajar en las escuelas.
La acci¨®n del sindicato magisterial fue apoyada por miles de maestros y maestras en todo el pa¨ªs. La iniciativa se sum¨® a las que ya se estaban llevando a cabo desde el mismo d¨ªa en que se conoci¨® la desaparici¨®n del joven artesano. #DondeEstaSantiagoMaldonado se multiplic¨® como tema de reflexi¨®n y controversia en las escuelas.
Las acciones de debate escolar alrededor del caso Maldonado generaron una fuerte reacci¨®n negativa del gobierno nacional y de algunos gobiernos locales, como el de la Ciudad de Buenos Aires, basti¨®n electoral del presidente Mauricio Macri. El rechazo a discutir el tema en las escuelas fue replicado por activistas de las redes sociales y por algunos medios de comunicaci¨®n favorables al gobierno. Tambi¨¦n, por padres y madres indignados ante la inclusi¨®n del tema y, particularmente, de los materiales de CTERA en las escuelas. Se realizaron declaraciones p¨²blicas con miles de firmas y se recomend¨® que quienes no quisieran que sus hijos discutieran el asunto, exigieran que se los retirara del aula cuando el tema fuera tratado. Reunidos alrededor del hashtag #ConMisHijosNo, la campa?a fue creciendo, denunciando que se trataba de politizar las escuelas.
La ministra de seguridad del gobierno de Mauricio Macri, Patricia Bullrich, sostuvo de inmediato que nada un¨ªa la desaparici¨®n de Santiago a la represi¨®n de las fuerzas de militares
La ministra de educaci¨®n de la Ciudad de Buenos Aires, Soledad Acu?a, sostuvo que no se deb¨ªa ¡°pasar el l¨ªmite de la politizaci¨®n¡±, sin indicar qu¨¦ unidad de medida deb¨ªa utilizarse para establecer el ¨ªndice de politizaci¨®n de un asunto tan complejo como la desaparici¨®n de un ser humano
El mismo d¨ªa 30 de agosto, el secretario de derechos humanos de la Argentina, Claudio Avruj, declar¨® que comprend¨ªa a los padres que se nucleaban bajo el lema #ConMisHijosNo, Sostuvo que consideraba ¡°doloroso y peligroso¡± llevar el caso de Santiago Maldonado a las aulas. Despu¨¦s de casi 35 a?os de democracia, era la primera vez que un alto funcionario de derechos humanos, cuya funci¨®n es proteger la lucha por la memoria, la verdad y la justicia, s¨ªmbolos indelebles de la democracia en la Argentina, se apoyaba ahora en el olvido, en el silencio y la indiferencia ante la desaparici¨®n forzada de un ser humano.
El gobierno del pa¨ªs que m¨¢s ha avanzado en la condena a los genocidas militares y civiles, capaz de movilizarse multitudinariamente ante la m¨¢s m¨ªnima sospecha de que podr¨ªa volverse atr¨¢s en la lucha por los derechos humanos; el del pa¨ªs que sigue recuperando nietos, nietas, hijos e hijas secuestrados en los a?os setenta; el gobierno del pa¨ªs de las abuelas y de las madres de Plaza de Mayo; el del pa¨ªs del Nunca M¨¢s, ahora se horrorizaba ante el debate escolar generado por un caso de desaparici¨®n forzada. El gobierno del pa¨ªs de la lucha por la aparici¨®n con vida de 30.000 v¨ªctimas de la dictadura, consideraba que las escuelas y los docentes estaban politizando el caso de un nuevo desaparecido, esta vez, en democracia.
El 30 de agosto, los sindicatos docentes argentinos lazaron su campa?a nacional para discutir la desaparici¨®n de Santiago Maldonado. El 30 de agosto, el secretario nacional de derechos humanos, Claudio Avruj, sostuvo que hacer esto era ¡°peligroso¡±. La fecha no fue una simple coincidencia. El 30 de agosto fue declarado por las Naciones Unidas como el D¨ªa Internacional de las V¨ªctimas de Desapariciones Forzadas. Los docentes argentinos y el gobierno de Mauricio Macri decidieron celebrarlo, cada uno a su manera.
?Por qu¨¦?
"Esta semana comenzar¨¢n las clases en Catalu?a. Cada sala de clase, cada centro educativo se llenar¨¢ de ni?os y ni?as. Tambi¨¦n se llenar¨¢ de preguntas, de dudas, de miedos, de silencios, de interrogantes vitales. Comenzar¨¢n las clases y nos preguntaremos: ?por qu¨¦? ?Por qu¨¦ ocurri¨® un atentando tan brutal y devastador en una ciudad pac¨ªfica y abierta como Barcelona? ?Por qu¨¦ nos preguntar¨¢n nuestros alumnos y alumnas? ?Por qu¨¦?"
As¨ª comenzaba su intervenci¨®n el periodista y educador Jaume Carbonell en un homenaje que, hace pocos d¨ªas, CLACSO le realiz¨® al gran te¨®rico de la educaci¨®n, Jos¨¦ Gimeno Sacrist¨¢n, en Valencia.
Como Carbonell, muchos aprendimos de la obra de Gimeno Sacrist¨¢n que la escuela no se vuelve o se transforma por un acto de voluntad individual en un espacio pol¨ªtico. La escuela es siempre un espacio pol¨ªtico, aunque algunos se esfuercen en ocultarlo o condenarlo. No se trata de una elecci¨®n o de una decisi¨®n. La escuela es un espacio inherentemente pol¨ªtico porque es la instituci¨®n que las sociedades democr¨¢ticas consagran al ejercicio de un derecho tan esencial que su garant¨ªa potencia, ampl¨ªa y vuelve efectivos otros derechos humanos fundamentales. La escuela es siempre pol¨ªtica porque all¨ª se educan las nuevas generaciones y se educan, con ellas, los que han sido educados para educarlas. La escuela es pol¨ªtica porque all¨ª se ejerce el derecho a vivir en una sociedad donde el conocimiento es un bien p¨²blico y com¨²n. Porque, siendo el primer espacio donde se practica el di¨¢logo y la deliberaci¨®n entre sujetos diversos y plurales, comienzan a ejercitarse y a construirse los valores que sustentan cualquier democracia efectiva, toda ciudadan¨ªa cr¨ªtica y activa.
Por eso, los conservadores siempre desconf¨ªan de la escuela p¨²blica, la atacan y tratan de desprestigiarla. Porque, ejerciendo su politicidad, la escuela es un laboratorio de participaci¨®n y de formaci¨®n ciudadana. Un espacio de construcci¨®n colectiva de la emancipaci¨®n y de la libertad humanas. Aunque se esfuercen por denunciar que la politizaci¨®n de la escuela avasalla y limita la libertad de opini¨®n y de elecci¨®n individual, no hay nada m¨¢s pol¨ªtico que el esfuerzo conservador por proclamar el car¨¢cter apol¨ªtico de la educaci¨®n. Un esfuerzo discursivo que redoblan cuando reducen la cuesti¨®n de la calidad de la educaci¨®n a un asunto eminentemente t¨¦cnico, normativo o procedimental; esto es, cuando limitan el debate sobre la calidad educativa a las pruebas de aprendizaje estandarizado, como la que propone la OCDE con el Programa PISA.
La necesidad de despolitizar la escuela es una de las m¨¢s urgentes cruzadas moralizadoras del neoliberalismo, reduciendo la educaci¨®n de los m¨¢s ricos a un espacio reproductor y amplificador de sus privilegios, y la educaci¨®n de los m¨¢s pobres a una simple preparaci¨®n para el ejercicio y la disciplina de un mercado de trabajo que les exigir¨¢ sumisi¨®n, silencio, ignorancia y obediencia.
La discusi¨®n de situaciones que involucran una clara y brutal agresi¨®n a los derechos humanos (como la desaparici¨®n de ciudadanos por parte del Estado, o los atentados sufridos por la poblaci¨®n civil indefensa), constituyen un insumo pedag¨®gico fundamental para el desarrollo de comunidades de aprendizaje cr¨ªticas y activas, como las que deben aspirar a construir las escuelas de calidad. Y lo es, porque es en la escuela donde comienzan a edificarse los principios republicanos y democr¨¢ticos del bien com¨²n; el lugar donde la ¨¦tica deja de conformarse con la ret¨®rica evasiva de una promesa s¨®lo accesible a los virtuosos, para transformase en un saber pr¨¢ctico que gu¨ªa la construcci¨®n colectiva de la igualdad y de la justicia social. La pol¨ªtica no ¡°entra¡± en las escuelas. La pol¨ªtica impregna las escuelas, las constituye y les da sentido, como el ox¨ªgeno le da sentido al aire, como el sol le da sentido a la flor. La pol¨ªtica dota a la escuela de sentido, porque lo que se pone cada d¨ªa en juego en la escuela es nada menos que la interpretaci¨®n del pasado y la construcci¨®n del futuro, porque es en la escuela en donde los seres humanos comienzan a transformarse en sujetos del presente.
Que la escuela no sea otra cosa que un espacio anodino, sin otro horizonte que el del entrenamiento repetitivo y desinteresado, o el del disciplinamiento idiotizante, la locomotora que conduce y reproduce una sociedad de papanatas indolentes, tambi¨¦n es la forma en que, con pasmosa frecuencia, la escuela ejerce su papel pol¨ªtico.
No hay pol¨ªtica en la escuela. Es que la pol¨ªtica, para transformarse en un elemento vital para la construcci¨®n de sociedades libres, emancipadas y aut¨®nomas, necesita convertirse en escuela, volverse pedagog¨ªa, constituirse en pr¨¢ctica docente y confundirse, mezclarse, mimetizarse con el concierto cacof¨®nico que se ejecuta, cada d¨ªa, en una sala de clase.
Por eso, esta semana, cuando los ni?os y las ni?as de Catalu?a y de toda Espa?a vuelvan a sus escuelas, se preguntar¨¢n por qu¨¦. Y nadie podr¨¢ silenciar esa pregunta. Ni siquiera los bur¨®cratas, quienes, por detr¨¢s de la aspiraci¨®n de neutralidad ideol¨®gica de la escuela, pretender¨¢n hacer del silencio el eufemismo de la ignorancia.
Si la escuela est¨¢ impregnada, construida y cimentada de pol¨ªtica, la vida humana no le puede ser indiferente. Ni en Buenos Aires, ni en Barcelona, ni en ning¨²n sitio.
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