Parir con ¡®c¡¯

Todos los partos felices se parecen; los desdichados lo son cada uno a su manera. Pero las batallitas de unos y otros no suelen acogerse igual.

A las que dan a luz se las recibe con un ¡°?bravo, campeona!¡± y a las de ces¨¢rea, con un premio de consolaci¨®n tipo ¡°bueno, tranquila¡±. Tranquilidad falta, porque una ces¨¢rea de urgencia acojona. Si sab¨ªas a lo que ibas a¨²n te puedes mentalizar; si los m¨¦dicos deciden de pronto que te mandan a quir¨®fano sin perder un segundo te pasas los siguientes minutos casta?eando los dientes, y no por el fr¨ªo en los pies.

Tania Llasera lleva dos ces¨¢reas programadas por motivos m¨¦dicos. Lo cuenta con naturalidad en sus redes y se ha encontrado con cierta inquina en comentarios a los que ha respondido que una no es menos madre por no parir por v¨ªa vaginal o por dar biber¨®n. Mientras lo escribo soy consciente de que puede parecer tremenda chorrada, pero en el proceso de recuperaci¨®n o¨ªr estas cosas toca mucho los ovarios.

Entre las ciudadanas de a pie, una ces¨¢rea no se hace por capricho de la paciente ni se aprovecha para alg¨²n apa?o est¨¦tico, ni asegura un mejor posparto, ni es la v¨ªa f¨¢cil. Se hace por motivos m¨¦dicos, aunque en Espa?a la tasa est¨¢ alt¨ªsima y queda mucho por avanzar en parto respetado. Llega por ces¨¢rea uno de cada cuatro beb¨¦s, demasiado seg¨²n la OMS, y cada vez hay menos nacimientos en s¨¢bados y domingos, por inducciones y ces¨¢reas programadas.