Adjetivos perpetuos
Algunas palabras viven al margen de la cancelaci¨®n de antecedentes y sin fecha de caducidad
La civilizaci¨®n humana ha regulado el tiempo como base de su organizaci¨®n en todos los ¨¢mbitos. Tenemos fijados unos plazos para concursar, adjudicar, recurrir, para la prescripci¨®n y el vencimiento. Se han establecido el horario laboral, la mayor¨ªa de edad y la jubilaci¨®n. Celebramos aniversarios, centenarios, bicentenarios. Las marcas que ponemos al tiempo regulan nuestra vida.
Y tambi¨¦n regulan la duraci¨®n de los castigos. Por eso los c¨®digos establecen unas condenas que se extienden o reducen en funci¨®n del delito y sus agravantes o atenuantes. Nuestra Constituci¨®n orienta precisamente las penas de c¨¢rcel hacia la reinserci¨®n, de lo cual se deduce un rechazo de la cadena perpetua. Nada es para siempre.
Pero ciertas palabras viven al margen de la cancelaci¨®n de antecedentes, porque usamos algunos adjetivos sin fecha de caducidad. As¨ª, un ladr¨®n castigado con tres a?os de c¨¢rcel ser¨¢ considerado ladr¨®n mucho tiempo despu¨¦s de haber salido de ella, un asesino que haya cumplido 30 a?os en prisi¨®n sigue siendo un asesino cuando recobra la libertad, y a un maltratador que dej¨® de maltratar se le llamar¨¢ toda su vida ¡°maltratador¡±.
No debo formular una opini¨®n sobre el caso concreto de Juana Rivas y Francesco Arcuri, porque, aun habiendo conocido con sumo inter¨¦s las dos versiones enfrentadas, ignoro los nuevos hechos probados del conflicto, que habr¨¢n de sustanciar los jueces con todos los medios a su alcance. Pero s¨ª puedo decir que me inquietaron algunos titulares de este verano: ¡°Juana Rivas se fuga con sus hijos para no entregarlos a su marido maltratador¡±. Y en la portada de un gran peri¨®dico (cuando la justicia favoreci¨® a Arcuri): ¡°Gana el maltratador¡±. Y una manifestaci¨®n gritaba ¡°no es buen padre / el maltratador¡±.
As¨ª, el adjetivo ¡°maltratador¡± duraba mucho m¨¢s que la pena impuesta a Francesco Arcuri hace ocho a?os (tres meses de prisi¨®n, 15 meses de alejamiento), y quiz¨¢s en ello ha radicado la discrepancia entre la medida de las palabras y la medida del derecho: al menos cuatro resoluciones judiciales le dieron la raz¨®n para recuperar a sus hijos.
El Diccionario define ¡°maltratador¡± como ¡°el que maltrata¡±, en presente. No dice ¡°el que maltrata o maltrat¨®¡±. Podemos preguntarnos por tanto ¡ªpara pensar entre todos una respuesta con argumentos y matices, no para improvisarla con el trazo grueso que avanza en las redes sociales y otros medios¡ª si desde un punto de vista ¨¦tico (y no solamente emotivo) se puede seguir llamando ¡°maltratador¡± en una informaci¨®n rigurosa a quien maltrat¨® hace ocho a?os, fue condenado por ello y reanud¨® su relaci¨®n con la misma pareja sin que se haya demostrado que sigui¨® maltratando (Juana Rivas present¨® una nueva denuncia en 2016, a¨²n pendiente de comprobaci¨®n).
Quiz¨¢ valga la pena abrir un debate sobre si un condenado tendr¨¢ derecho a ser de nuevo ¡°presunto¡±; sobre cu¨¢nto tiempo es maltratador el que maltrat¨®, o ladr¨®n el que rob¨®, cu¨¢ntos a?os llamaremos asesino al que asesin¨®, cu¨¢ndo un estafador deja de serlo si no volvi¨® a estafar y cumpli¨® su castigo. (No siempre tales plazos coincidir¨ªan, por supuesto, pues la gravedad var¨ªa igual que lo hacen las condenas).
La democracia quiere justicia; y tambi¨¦n la segunda oportunidad y la reeducaci¨®n del reo. Rechazamos la cadena perpetua en el c¨®digo penal, pero con la duraci¨®n de algunas palabras se corre el riesgo de aplicar la cadena perpetua del c¨®digo social.
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