Enga?o de Colau
La alcaldesa confunde a todos y viola la decisi¨®n fundacional de su partido contra el 1-O
En el campeonato por la antijuricidad, la ruptura de la democracia y la abrogaci¨®n de la autonom¨ªa catalana que disputan los dirigentes del proc¨¦s,la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, ha irrumpido para mal.
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Colau se apunta al refer¨¦ndum que su gente a¨²n rechazaba ayer. Lo hace por la puerta trasera. Rompe el compromiso de su partido. Viola el deseo de la mayor¨ªa cualificada de sus electores. Traba un pacto fraudulento ¡ª?y secreto, cuando se jactaba de su extrema transparencia!¡ª con el president de la Generalitat, Carles Puigdemont, para cederle a ¨¦l la gesti¨®n de los locales municipales sorteando su responsabilidad penal personal, que al parecer asumir¨¢ en solitario el Govern. Antepone su seguridad personal. ?Es esta la valerosa Colau que remaba a contracorriente?
Al menos Puigdemont y su vicepresidente, Oriol Junqueras, como verdugos del Estatut (lo han derogado ilegalmente en un autogolpe parlamentario) expresaron abiertamente sus fines rupturistas y las trampas las han cometido en los m¨¦todos. Pero Colau ha ocultado y llevado a enga?o.
En el albor del proc¨¦s, vot¨® s¨ª a la secesi¨®n en la consulta del 9-N de 2014, pero solo, dijo, para protestar. Luego prometi¨® cumplir la ley. La asamblea fundacional de su partido (Catalunya en com¨²), en abril, reivindic¨® un tipo de refer¨¦ndum que fuera efectivo, con garant¨ªas, vinculante y asumible por la comunidad internacional.
?sta dictamin¨® en julio (Comisi¨®n de Venecia del Consejo de Europa) que la Generalitat era incompetente para convocar y por tanto contrariaba la ley. Y el grupo parlamentario de Catalunya s¨ª que es pot, donde se integran los comunes o comuneros, fue el m¨¢s contundente al denunciar la derogaci¨®n del Estatut y la Constituci¨®n negando derechos a la oposici¨®n en las votaciones expr¨¦s de las leyes de desconexi¨®n, sin plazos ni amparo legal y prescindiendo del control del Consell de Garanties Estatut¨¤ries.
Mientras, Colau coqueteaba pol¨ªticamente con los secesionistas, aparentando que proteg¨ªa a un tiempo el derecho a votar (en libertad, dice, ?cuando no hay garant¨ªa legal ninguna!) y a sus funcionarios. Y sus gentes de confianza se desentend¨ªan de su responsabilidad apelando a las bases.
Hicieron esto en una consulta que de tan torticera llega a estafa. Triple. Primero, se ocult¨® la cuesti¨®n al no inquirirles si quer¨ªan o no votar en una consulta ilegal, sino si les apetec¨ªa ¡°participar en la movilizaci¨®n¡± del 1-O ¡ª?qu¨¦ movilizaci¨®n, si solo hay una votaci¨®n, y suspendida?¡ª, y hasta el final del recuento no dijeron que movilizarse era votar. Segundo, porque los electores de Colau son, en dos tercios, contrarios a la independencia, y el apoyo a movilizarse fue de solo el 59,39%. Y tercero, porque han decidido apenas 3.000 afiliados, bastante menos del 50% ¡ªel 44%¡ª, y sin mediar qu¨®rum de participaci¨®n. El resultado intenta prestar alguna apariencia de legitimidad social a la operaci¨®n secesionista de destrucci¨®n de la convivencia. Bravo.
Este triste montaje sirve para que Ada Colau tire la piedra de su protagonismo mientras esconde la mano. Pero es una piedra contra su tejado de credibilidad, y el de su partido. Un r¨¦cord de tantos enga?os solo lo hab¨ªan logrado hasta ahora en Europa los ultras del Brexit.
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