Esto es lo que pasa cuando vas con una camiseta de ABBA por la calle
Ser fan de la ic¨®nica banda sueca no es f¨¢cil. Los prejuicios de muchos siguen enturbiando el legado de este cuarteto que fue mucho m¨¢s que una factor¨ªa de hits
Por muy incuestionable que sea el legado de una banda como ABBA, hay insensatos all¨¢ fuera que a¨²n se atreven a ponerlo en tela de juicio. Y si no prueben de hacer lo siguiente: confiesen entre su grupo de amigos que les encanta la m¨²sica del cuarteto sueco y ya ver¨¢n como, de repente, van a enfrentarse a un debate m¨¢s intenso que el que actualmente acapara el Proc¨¦s. La etiqueta de horteras, guilty pleasure o cualquier otro sin¨®nimo con sorna que recibe la banda, aun con el paso de los a?os, sigue persigui¨¦ndoles. Y precisamente de ah¨ª surgi¨® una idea muy simple pero clarividente del asunto: ?qu¨¦ ocurre cuando un fan confeso de los autores de Waterloo se encasqueta una camiseta del grupo para salir a la calle?
Este es el caso del periodista musical Xavi S¨¢nchez Pons, quien considera que ¡°ABBA fueron igual de grandes, o incluso m¨¢s, que los Beatles¡±. A modo de experimento sociol¨®gico low cost le acompa?amos por las calles de Barcelona para comprobar cu¨¢l era la reacci¨®n de los transe¨²ntes al toparse con una poco discreta camiseta de la banda que posee, ¡°con las letras m¨¢s brillantes que la cara de Robert Pattinson cuando le da el sol en Crep¨²sculo¡±, para comprobar sobre el terreno cuan prejuicioso sigue siendo el p¨²blico ante una de las bandas que mayormente cambiaron la concepci¨®n de la m¨²sica popular.
Estamos en la Zona Franca, un lugar donde la gentrificaci¨®n no ha sido todav¨ªa invitada, y en la terraza de un bar de dudoso gusto cuatro obreros se quedan mirando la camiseta de la discordia como si un extraterrestre se hubiera aparecido ante ellos. Sus caras son un poema, y m¨¢s los comentarios que en voz baja se escuchan. ¡°Vaya mariconada¡±, suelta uno de ellos. Decidimos tomar un autob¨²s y, aunque parezca mentira, nada m¨¢s subir todo el mundo se queda mirando la chillona prenda. La analizan y la observan con recelo, como si contaminara con su mera presencia el paisaje urbano. Y lo mismo ocurre, por loco que parezca, con el ochenta por ciento de todas las personas que nos cruzamos por la calle.
¡°Sus caras son un poema, y m¨¢s los comentarios que en voz baja se escuchan. ¡°Vaya mariconada¡±, suelta uno¡±
¡°Jam¨¢s me ha pasado nada bueno llevando esto encima¡±, comenta S¨¢nchez Pons. ¡°Hace cuatro a?os me ocurri¨® lo m¨¢s desagradable del mundo. Fui a la sala Sidecar a ver un concierto garagero de Barrence Whitfield y me puse en primera fila con esta misma camiseta. El show empez¨® seg¨²n lo establecido, pero al acabar una de las primeras canciones Whitfield se detuvo, me se?al¨® como si fuera un apestado y empez¨® a decirme delante de todos qu¨¦ cojones hac¨ªa con eso puesto en uno de sus conciertos. El resto de la banda me mir¨® en plan no hagas caso de lo que ¨¦ste dice, pero es que hasta gente del p¨²blico que estaba a mi lado no tuvo problema en soltarme que ya me val¨ªa venir de esta guisa. M¨¢s absurdo imposible¡±, rememora.
¡°Tambi¨¦n recuerdo que no hace tanto un ex maquetador de una revista musical en la que colaboro, que tiene una banda de blues rock, mutaba en un aut¨¦ntico Gremlin cuando le dec¨ªa que ABBA estaban a la altura de los Beatles. El t¨ªo en cuesti¨®n se cabre¨® de una forma totalmente injustificada. Pero es que me pasa lo mismo cuando saco el tema con ¨ªntimos m¨ªos. Que a estas alturas a¨²n te tachen de gay, sin serlo precisamente, y te ataquen frontalmente por defender a un grupo como este con argumentos tan pueriles es un ejemplo del apartheid cultural que seguimos viviendo en nuestros d¨ªas¡±, opina.
?Alg¨²n mensaje a los haters? ¡°La paleta sonora de ABBA fue alucinante. Ah¨ª tienes discos como The Album que es puro pop psicod¨¦lico, o temas como Gimme! Gimme! Gimme! (A Man After Midnight) o Does Your Mother Know que, a finales de los setenta, eran de lo m¨¢s feminista que hab¨ªa porque hablaban sin artificios de la liberaci¨®n sexual y de c¨®mo las mujeres tienen el control de pas¨¢rselo bien y ligar con quien les plazca. Hasta a Stephin Merritt de The Magnetic Fields le qued¨® grabada para toda la vida la letra de The Winner Takes It All. Y ya no digamos el retorno de Madonna con aquel Hung Up o la influencia que la banda ha tenido, ahora recientemente, en el Everything Now de Arcade Fire¡±, cuenta.
Algo parecido ocurri¨® con Fleetwood Mac, repudiados por muchos durante los noventa y enaltecidos como icono de lo cool desde que en la ¨²ltima d¨¦cada la prensa musical gafapasta les reivindicara. ?La mala fama de ABBA puede cambiar? ¡°Si la gente que los tiene en un pedestal sigue comport¨¢ndose como los votantes del PP, que no manifiestan en p¨²blico su intenci¨®n de voto, nada cambiar¨¢. Por mucho que La Boda de Muriel los sacara del olvido y a?os despu¨¦s viniese el fen¨®meno Mamma Mia!, a¨²n se echa en falta una mayor reivindicaci¨®n. Ellos est¨¢n forrados y no tienen necesidad alguna de volver a los escenarios, pero su integridad art¨ªstica es intachable. ABBA y Morrissey con sus The Smiths son los ¨²nicos que no han dado su brazo a torcer ante un cheque en blanco. Eso dice mucho de ellos¡±. Nadie, por mucha inquina que tenga contra los suecos, puede discutir esto.
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