El di¨¢logo que necesitamos
Una vez restablecido el Estado de derecho es preciso fijar un marco para negociar
La dif¨ªcil situaci¨®n provocada por el desaf¨ªo independentista en Catalu?a, que ha forzado instantes dram¨¢ticos con la detenci¨®n de 14 altos cargos, el registro de decenas de oficinas del Gobierno auton¨®mico y una movilizaci¨®n callejera auspiciada desde la Generalitat y las entidades soberanistas va a seguir requiriendo numerosas actuaciones policiales y judiciales en los pr¨®ximos d¨ªas, semanas y meses. Prueba de ello, el Tribunal Constitucional decidi¨® ayer imponer multas significativas a los miembros de la Sindicatura que organiza el refer¨¦ndum, mientras que el juez de instrucci¨®n n¨²mero 13 de Barcelona y la Guardia Civil prosiguieron la operaci¨®n lanzada el mi¨¦rcoles a la vez que el Govern hac¨ªa p¨²blica una p¨¢gina web con indicaciones sobre d¨®nde votar.
La cadena de acciones judiciales, policiales y gubernamentales, por tanto, prosigue su ritmo mientras nos acercamos al 1 de octubre, como no pod¨ªa ser de otra manera en un Estado de derecho democr¨¢tico. Pero los avances en la restauraci¨®n de la legalidad y del respeto a la Constituci¨®n, tan inc¨®modos para todos como necesarios y urgentes ante un golpe a la soberan¨ªa nacional como el que vivimos, no pueden sustituir en el momento adecuado el valor de la pol¨ªtica y el ejercicio del di¨¢logo democr¨¢tico. Y queremos subrayar lo del momento adecuado. En pol¨ªtica, el di¨¢logo es, obviamente, una necesidad y una obligaci¨®n a la vez. Pero las apelaciones gen¨¦ricas al di¨¢logo, sin antes fijar sus objetivos y l¨ªmites, no solo son in¨²tiles a la hora de resolver los problemas sino que pueden generar expectativas err¨®neas que dificulten a¨²n m¨¢s su resoluci¨®n. Puigdemont, por ejemplo, se?ala constantemente su disposici¨®n al di¨¢logo, pero se desmiente a s¨ª mismo acto seguido cuando afirma que el ¨²nico fin posible de ese di¨¢logo es un refer¨¦ndum de secesi¨®n.
En otros ¨¢mbitos, se recurre con demasiada frecuencia al di¨¢logo como recurso f¨¢cil para ocultar su debilidad y falta de ideas. Un di¨¢logo as¨ª ¡ªbien sea como una trampa o un latiguillo¡ª solo conduce a enga?ar a la opini¨®n p¨²blica, a la frustraci¨®n y a alargar el conflicto.
El proceso requerir¨¢ tiempo, objetivos comunes definidos y lealtad al bien com¨²n
Para que el di¨¢logo pueda iniciarse y dar frutos y no se convierta en un mantra sin contenido al que agarrarse cuando no se tiene nada m¨¢s que decir son necesarias algunas condiciones. Primero, ese di¨¢logo solo procurar¨¢ un marco para solucionar el grave desencuentro que hoy enfrenta a una buena parte de la sociedad catalana con el resto de Espa?a cuando se acepte de antemano y se reconozca la legitimidad del Estado de derecho y la democracia para restablecer la legalidad que qued¨® da?ada en Catalu?a el 6 y 7 de septiembre. Solo a partir del regreso claro al respeto a la ley, podremos iniciar un di¨¢logo maduro, sereno y constructivo que asuma la misi¨®n de hacer avanzar a este pa¨ªs hacia un nuevo marco de estabilidad.
Segundo, el ¨²nico di¨¢logo realista ser¨¢ el que se estructure en cauces institucionales y transparentes, el que asuma un horizonte temporal amplio ¡ªnecesario ante la dimensi¨®n del desaf¨ªo¡ª pero tambi¨¦n con una cierta acotaci¨®n razonable; y que persiga un m¨ªnimo com¨²n denominador que debe incluir la pacificaci¨®n, la lealtad a la legalidad, y sin duda el encaje satisfactorio de Catalu?a en una Espa?a reformada.
Tercero, si el conflicto pol¨ªtico se ha convertido en social, con miles de manifestantes intentando frenar en las calles la actuaci¨®n de la justicia y con capas de poblaci¨®n catalana movilizadas contra la pertenencia a Espa?a, es obvio que es necesario reconquistar los afectos e incorporar a los sectores m¨¢s amplios posibles de la sociedad a un proyecto de transformaci¨®n com¨²n. Tan cierto es que las leyes deben cumplirse como que las Constituciones y C¨®digos Penales no pueden moldear un pa¨ªs como una foto fija. Hay que utilizar las herramientas existentes para una reforma que necesita fundamentalmente la lealtad a una convivencia pac¨ªfica al amparo de la legalidad.
Hay que debatir en el momento adecuado y sin generar falsas expectativas
El di¨¢logo del que hablamos requerir¨¢, en resumen, tiempo; un m¨ªnimo de objetivos compartidos claros; lealtad al bien com¨²n por parte de todos los l¨ªderes auton¨®micos; y amplitud de miras para abordar cambios, desde una reforma de la Constituci¨®n hasta la financiaci¨®n auton¨®mica, como ayer sugiri¨® Guindos. Seguramente, un verdadero di¨¢logo para la reforma de nuestras estructuras requerir¨¢ tambi¨¦n una renovaci¨®n de los actuales interlocutores: se hace dif¨ªcil pensar que quienes han violado abiertamente la legalidad o quienes han bloqueado en el pasado cualquier opci¨®n de cambio puedan conducir este proceso.
Este di¨¢logo no puede emprenderse a¨²n, y nunca podr¨¢ emprenderse antes de la restauraci¨®n inequ¨ªvoca del Estado de derecho en Catalu?a, pero lo que s¨ª puede comenzar pronto es la iniciativa pol¨ªtica para sentar sus bases. Es importante decirlo. Y m¨¢s a¨²n hacerlo. El pa¨ªs lo necesita.
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