Tampoco esto era inevitable
No se puede pretender defender las instituciones sin acompa?ar esa voluntad de medidas pol¨ªticas
A la verdad se llega antes a trav¨¦s del error que de la confusi¨®n. Lo dec¨ªa el fil¨®sofo Francis Bacon y si fuera verdad quiz¨¢s se podr¨ªa ser ligeramente optimista sobre la evoluci¨®n de la situaci¨®n pol¨ªtica en los pr¨®ximos d¨ªas. Porque es posible que las cosas empiecen a estar menos confusas. Ha quedado ya claro que no existe equidistancia posible entre la posici¨®n del Gobierno de Mariano Rajoy, que ha cometido un grave error pol¨ªtico, y la del Gobierno de Carles Puigdemont, que comete una grave ilegalidad. Es posible que despu¨¦s del 1 de octubre, comprobado que el refer¨¦ndum no se ha celebrado y que desaparece esa confusi¨®n, se pueda hablar de los errores pol¨ªticos y de c¨®mo corregirlos.
Como ha escrito Eliseo Aja, primer presidente del Consejo de Garant¨ªas del Estatut, la convocatoria del refer¨¦ndum se realiza salt¨¢ndose las leyes, las normas del Parlamento catal¨¢n y sin mandato social, puesto que, hay que insistir, los independentistas no lograron una mayor¨ªa de votos en las ¨²ltimas elecciones auton¨®micas. No puede tampoco ser confundido con una movilizaci¨®n, como pretende a ¨²ltima hora justificarlo Podemos, porque, seg¨²n sus convocantes, un resultado positivo implicar¨ªa la proclamaci¨®n de la Rep¨²blica de Catalu?a. Adem¨¢s, en las movilizaciones no se enfrentan opciones, sino que pretenden expresar un ¨²nico sentir. Sin justificaci¨®n legal ni pol¨ªtica que lo ampare, e intervenidos judicialmente los mecanismos t¨¦cnicos para llevarlo a cabo, el refer¨¦ndum no se celebrar¨¢.
El grave error pol¨ªtico de Rajoy persistir¨¢, sin embargo: creer que el problema radica solo en evitar la secesi¨®n de Catalu?a, sin prestar atenci¨®n al desprestigio de las instituciones, espa?olas y catalanas, nacidas de esa Constituci¨®n que se dice defender. No se puede pretender defender las instituciones sin acompa?ar esa voluntad de medidas pol¨ªticas, y eso es precisamente lo que Rajoy ha hecho.
El presidente y su partido han sido incapaces de valorar las continuas manifestaciones que se iban produciendo en Catalu?a a favor de la celebraci¨®n de una consulta ni de acompa?ar ese an¨¢lisis con las medidas pertinentes. Entre septiembre de 2009 y abril de 2011 se celebraron en Catalu?a m¨¢s de 400 peque?as consultas en las que qued¨® de manifiesto el malestar acumulado, paralelo al desprestigio de las instituciones. El actual movimiento independentista procede de ah¨ª y no de la cabeza alucinada de un pu?ado de pol¨ªticos, como se quiere hacer creer.
De esas cabezas alucinadas procede, eso s¨ª, una ley del Refer¨¦ndum que ha dejado fuera a la mitad de la poblaci¨®n. ?Ning¨²n independentista se escandaliza de que no hayan existido nutridas manifestaciones a favor del no, cuando es evidente que esa posici¨®n la respalda una parte important¨ªsima de la poblaci¨®n? ?Ning¨²n dem¨®crata con estelada se averg¨¹enza al ver el acoso a que est¨¢n sometidos los dem¨®cratas que no desean la secesi¨®n?
Es curioso que hayan sido dos personajes pol¨ªticos conservadores y experimentados, como Mariano Rajoy y Artur Mas, quienes m¨¢s se hayan equivocado. Los dos tuvieron la oportunidad de encauzar un di¨¢logo el 30 de julio de 2014, cuando se reunieron en La Moncloa. Artur Mas pens¨® que su cabeza depend¨ªa de exigir la consulta como condici¨®n previa, y Rajoy que no pod¨ªa debatir ninguna de las otras 23 propuestas sin que esa exigencia desapareciera. Ninguna de las dos cosas era inevitable. Tres a?os despu¨¦s, Mas ha llevado a su partido a una crisis brutal y Rajoy ha hecho frente a una crisis sin precedentes, complicando, de nuevo, a una de las principales instituciones del pa¨ªs, el Tribunal Constitucional, sometido a una reforma que pone en peligro su unanimidad.
No habr¨¢ refer¨¦ndum, las instituciones, todas, habr¨¢n sufrido un da?o lamentable, pero quiz¨¢s se pueda volver a empezar por donde siempre hubo un hueco: un nuevo Estatut y una nueva Ley de Financiaci¨®n Auton¨®mica.
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