'Bienvenido al Estado Isl¨¢mico de Alemania'
Los movimientos populistas como AfD han encontrado en las redes sociales la horma de su zapato
La agencia de comunicaci¨®n Harris Media, que desempe?¨® un papel trascendental en la ¨²ltima campa?a electoral de Estados Unidos, difundi¨® entonces un v¨ªdeo en el que se advert¨ªa de que la apertura de fronteras a inmigrantes y refugiados estaba islamizando Alemania. El corto se titula Bienvenido al Estado Isl¨¢mico de Alemania y trataba de se?alar la deriva que pod¨ªa vivir Estados Unidos en caso de seguir una pol¨ªtica similar. Experta en el uso de las redes sociales, Harris Media tambi¨¦n dirigi¨® la campa?a del euroesc¨¦ptico brit¨¢nico UKIP.
Con tales precedentes ¡ªunidos al ¨¦xito de Donald Trump y del Brexit¡ª no es de extra?ar que Harris haya ofrecido su valioso know-how al partido ultraderechista, eur¨®fobo y xen¨®fobo AfD (Alternativa para Alemania), que ha logrado un resultado hist¨®rico con el 12,6% de los votos. Tal vez no se le puede adjudicar a la agencia todo el m¨¦rito, pero lo cierto es que ha conseguido diseminar masivamente los esl¨®ganes de un partido nacido hace solo cuatro a?os.
El populismo parece haber encontrado en Harris la clave del ¨¦xito; pero sobre todo ha hallado en las redes sociales la horma de su zapato. En ese foro en el que el linchamiento es habitual (y generalmente gratuito), en el que campan la difamaci¨®n y el insulto, est¨¢ el terreno abonado para las estrategias de comunicaci¨®n de movimientos pol¨ªticos que se alimentan fundamentalmente del descontento, la frustraci¨®n, el odio y el miedo.
Durante la campa?a electoral alemana, los miembros de AfD han publicado en Twitter seis mensajes al d¨ªa; el doble que los candidatos de otras formaciones. AfD ha logrado ser el t¨¦rmino m¨¢s usado durante esta misma campa?a en la que los ultras no se han dedicado tanto a hacer propuestas como a agredir al contrincante. Sus l¨ªderes han citado en las redes sociales m¨¢s a Angela Merkel que a sus propios l¨ªderes. El formato de mensajes cortos es ideal para estos movimientos expertos en el eslogan simple, agresivo e impactante.
El fen¨®meno de AfD conduce a la ya abierta reflexi¨®n sobre el auge de los populismos, pero tambi¨¦n a una constataci¨®n de que la democracia puede estar quedando a merced de las redes sociales y su poder de distorsi¨®n gracias a esos foros p¨²blicos en los que tantos ciudadanos conf¨ªan rebotando mentiras y ataques (a veces financiados por Mosc¨² u otros oscuros intereses) sin cuestionar la fiabilidad de las fuentes. Los trolls, personajes dispuestos a destilar su cabreo mediante un sencillo dispositivo digital, le hacen el caldo gordo con entusiasmo a estos movimientos que, adem¨¢s, usan bots, perfiles rob¨®ticos que replican los mensajes por millares. En un solo mes, la ultraderechista francesa Marine Le Pen cont¨® con 53.500 trolls a su favor. Gan¨® en primera vuelta y le disput¨® la presidencia de Francia a Emmanuel Macron. En Catalu?a, los rusos han puesto a trabajar a sus bots en favor de la independencia. Las democracias deber¨ªan rearmarse contra ellos.
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