El conflicto necesario
Si alg¨²n ministro se hubiera paseado por el interior de Catalu?a se habr¨ªa dado cuenta de que la desconexi¨®n ya se hab¨ªa producido
Desde hace mucho tiempo unas cuantas personas ¡ªentre las que me encuentro¡ª lo vienen vaticinando: lo que se inici¨® en Catalu?a hace much¨ªsimos a?os, y de forma expl¨ªcita desde 2012, no tiene soluci¨®n y acabar¨¢ en un enfrentamiento de cuya magnitud hab¨ªa distintas opiniones. La de muchos fue que terminar¨ªa en desastre por dos razones principales. En primer lugar, porque quienes han asesorado al Gobierno espa?ol ¡ªahora del PP¡ª carec¨ªan de sensibilidad para darse cuenta de lo que se estaba fraguando en Catalu?a. La sociedad catalana, desde hace muchos a?os, era sensible al agravio comparativo. Cuando no eran las autopistas, de pago en la mayor¨ªa de Catalu?a, el ?mnium o sus adl¨¢teres se centraban en la historia de las matr¨ªculas con la E oprobiosa para ellos. Y cuando en plena cat¨¢strofe econ¨®mica lanzaron la campa?a de la financiaci¨®n, ¡°tan saneada en el Pa¨ªs Vasco y tan gravosa en Catalu?a¡±, saltaron todos los registros y se moviliz¨® a la gente con un plan perfectamente dise?ado por ?mnium Cultural y la ANC, cuya presidenta, Carme Forcadell, fue catapultada a la presidencia del Parlament. Solo con que alg¨²n ministro se hubiese paseado por los pueblos del interior de Catalu?a, plagados de esteladasdesde hac¨ªa a?os, se habr¨ªa dado cuenta de que la desconexi¨®n con el Estado ya se hab¨ªa producido. Desgraciadamente quienes han asesorado al presidente Rajoy no le apercibieron de ello.
Durante casi un cuarto de siglo fui abogado del Sindicato de Pilotos de L¨ªneas A¨¦reas (SEPLA). He aqu¨ª la segunda raz¨®n. Nada que ver con el problema catal¨¢n excepto en una cosa: la fuerte conflictividad. Ah¨ª aprend¨ª que hay conflictos que solo se solucionan en una mesa de negociaci¨®n cuando ambas partes se han enfrentado hasta sus ¨²ltimas consecuencias. Todos sab¨ªan cu¨¢l ser¨ªa el final: p¨¦rdidas mil millonarias, despidos, querellas, cientos de miles de pasajeros perjudicados¡ pero no importaba. Nadie quer¨ªa escuchar a la otra parte, el tiempo se hab¨ªa acabado y era necesario medir las fuerzas. Solo en el ¨²ltimo conflicto al que asist¨ª, en marzo de 1996, se logr¨® un acuerdo porque quienes lideraban las partes antepusieron los intereses de ciudadanos, compa?¨ªa y pilotos, a los propios de cada colectivo.
El profesor Jos¨¦ Carlos D¨ªez escribi¨® (EL PA?S, 22 de septiembre) una interesante reflexi¨®n sobre la teor¨ªa de los conflictos, Catalu?a y el dilema del prisionero, en la que citando al matem¨¢tico John Nash sosten¨ªa, con acierto, que la ¨²nica soluci¨®n al conflicto es la cooperaci¨®n. Ni el Gobierno catal¨¢n ni el espa?ol est¨¢n ahora en ese momento posible. El desastre est¨¢ garantizado y s¨®lo despu¨¦s del 1 de octubre ser¨¢ posible sentarse en una mesa de negociaci¨®n. ?Qui¨¦nes? Eso depender¨¢ de hasta d¨®nde llegue el enfrentamiento. En estos momentos, lo esencial es restablecer la legalidad descuartizada en Catalu?a. Luego es muy posible que s¨®lo quienes acaten claramente la Constituci¨®n ¡ªy su reforma¡ª tengan la posibilidad de tan enorme tarea.
Jorge Trias Sagnier es abogado y escritor.
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