S¨ª cuentan los que no cuentan
CUANDO ESCRIBO esto (dos semanas antes de que pueda leerse), no se sabe qu¨¦ pasar¨¢ el 1 de octubre en Catalu?a, y menos a¨²n en los d¨ªas siguientes. Es dudoso que nadie tenga previsto nada, porque demasiada gente lleva a?os instalada no s¨®lo en la negaci¨®n de la realidad, sino en la del futuro como si el tiempo fuera a detenerse en el ¡°momento culminante, inaugural y apote¨®sico¡±. Y el tiempo jam¨¢s se detiene. Abducidos por la CUP, a Puigdemont y a Junqueras ya no les importa que, declarada la independencia de Catalu?a (tal como hoy est¨¢ planteada), su pa¨ªs se quedara aislado, s¨²bitamente empobrecido, casi apestado. Que saliera de la Uni¨®n Europea y careciera de reconocimiento internacional (con alguna ex¨®tica excepci¨®n perteneciente a la categor¨ªa de ¡°amores que matan¡±), que su econom¨ªa cayera por debajo del bono basura en que ya se encuentra, que se largaran numerosas empresas. Que se ganara la animadversi¨®n de Francia, la cual lo ver¨ªa como una amenaza territorial, ya que esa Catalu?a ¡°independiente¡± es o ser¨ªa expansionista e imperialista y querr¨ªa apropiarse del Rosell¨®n al cabo del tiempo, Valencia y Baleares aparte. Y la de Italia, que ver¨ªa un peligroso precedente para las aspiraciones de la Lega Nord, ese partido fascista tan semejante al llamado ¡°bloque soberanista¡±, y que pretende separar la Lombard¨ªa, el Piamonte y el V¨¦neto (las zonas m¨¢s ricas) del resto de la naci¨®n. Y la de Alemania, Holanda, B¨¦lgica, probablemente la del Reino Unido y sin duda la de los Estados Unidos, que se mostrar¨ªan contundentes si, por ejemplo, Texas o California decidieran desgajarse.
Darle la espalda. Hoy, en Catalu?a, en el instante en que alguien se presta a votar ¡°S¨ª¡± o ¡°No¡±, est¨¢ dando carta de naturaleza a una pantomima y a una farsa.
Pero les importa nada a quienes han sometido a los catalanes a algo parecido a las preguntas-trampa, del tipo ¡°?Ya no pega usted a su mujer?¡± Si uno contesta que s¨ª, malo. Si contesta que no, tambi¨¦n malo, porque est¨¢ admitiendo que ¡°antes¡± s¨ª le pegaba. Ante esas a?agazas s¨®lo cabe negar la pregunta y, por supuesto, no contestarla. Darle la espalda. Hoy, en Catalu?a, en el instante en que alguien se presta a votar ¡°S¨ª¡± o ¡°No¡±, est¨¢ dando carta de naturaleza a una pantomima y a una farsa. M¨¢s all¨¢ de que el Gobierno central impida efectivamente el refer¨¦ndum, estar dispuesto a participar en ¨¦l (insisto: tal como se ha planteado) es estarlo a participar en un golpe de hechos consumados y en una nueva sociedad autoritaria. Hace ya mucho que la elecci¨®n democr¨¢tica de un Gobierno no garantiza que ¨¦ste lo sea. No lo es el que no respeta a la oposici¨®n (es decir, a los ciudadanos que no lo han votado), ni a las minor¨ªas; ni el que inventa e impone nuevas leyes a su conveniencia, ni el que atropella la divisi¨®n de poderes; no lo es el que hostiga y arruina a la prensa poco complaciente con ¨¦l y al final la suprime, ni el que acaba con la independencia de los jueces y los nombra a dedo (como sucede en Venezuela); ni el que impide debatir asuntos muy graves en el Parlamento y ni siquiera permite leer sus informes a sus propios letrados o intervenir a su Comisi¨®n de Garant¨ªas, como hizo Forcadell hace menos de un mes, desp¨®ticamente.
Pero sobre todo no lo es el que, con desprecio absoluto, excluye a una gran parte de la poblaci¨®n, la mitad o m¨¢s seguramente, y decide que los que no se pliegan a sus designios simplemente no cuentan, y por ende se puede actuar y se act¨²a como si no existieran. O como si fueran ¡°anticatalanes¡±, ¡°traidores¡±, ¡°botiflers¡±, ¡°fascistas¡±, ¡°unionistas¡±, ¡°espa?olistas¡±, ¡°escoria¡±, se ha dicho hasta la saciedad todo esto. Si ustedes se fijan, nadie en Catalu?a, y muy pocos en el resto de Espa?a, insultan a los independentistas. Se trata de una opci¨®n leg¨ªtima y desde luego legal, siempre que no se intente imponerla a los dem¨¢s mediante la intimidaci¨®n, la exclusi¨®n, el chantaje, la represalia o la amenaza directa: la que han sufrido ya muchos alcaldes reacios a ceder sus ayuntamientos para la pantomima. Porque es pantomima, si es que no pucherazo, un refer¨¦ndum con ocultaciones, con un censo fantasma, una transparencia inexistente, un control llevado a cabo por los partidarios del ¡°S¨ª¡±, sin cabinas, sin plazo cuerdo, sin una participaci¨®n m¨ªnima para considerarlo v¨¢lido y sin m¨¢s requisito para dar por cierto su resultado que un solo voto m¨¢s para la opci¨®n ganadora, que adem¨¢s ya est¨¢ decidida y cantada: si s¨®lo acuden a votar los que votan ¡°S¨ª¡±, me dir¨¢n ustedes d¨®nde est¨¢ el misterio. Este refer¨¦ndum es tan s¨®lo un mal adorno. La Generalitat lleva tiempo obrando como si se hubiera celebrado ya, con el resultado propugnado por ella, casi impuesto (su ¡°neutralidad¡± es un chiste). La prueba es que ha aprobado ¡°leyes de transitoriedad¡± o ¡°desconexi¨®n¡± tranquilamente. Nos encontramos ante un caso claro de absolutismo: esto va a ser as¨ª porque as¨ª lo queremos nosotros; los que no est¨¦n de acuerdo son anticatalanes y ya no cuentan. Franco hizo algo muy parecido al final de la Guerra Civil: los que no me acaten y aclamen son la ¡°antiEspa?a¡±. La ¨²nica manera de oponerse hoy a eso es negar la pregunta, y que la cantidad de votantes ¡ªingenuos o no¡ª sea rid¨ªcula. Es decir: de participantes en la farsa.
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