?D¨®nde est¨¢ la desproporci¨®n?
La opini¨®n p¨²blica debe asumir con madurez democr¨¢tica c¨®mo funciona el Estado, cualquier Estado, ante la desobediencia de las leyes
Es inconcebible que se pueda calificar de ¡°error¡± o ¡°torpeza¡± que las fuerzas del orden encargadas de ejecutar la resoluci¨®n judicial de impedimento del ¡°refer¨¦ndum¡± cumplieran, precisamente, con su cometido. ?Cu¨¢l es el error? ?Que usaran la fuerza? Oigan, un antidisturbios no es un fil¨®sofo de la palabra que aborde su tarea por el m¨¦todo deliberativo de disuadir con argumentos a quien con su comportamiento delictivo se apodera ilegalmente de locales p¨²blicos. La fuerza del orden interviene cuando el delincuente, persistente en su conducta, ya se ha desentendido de la fase deliberativa, que precisamente ha concluido con una resoluci¨®n judicial que ha sido desatendida: por eso s¨®lo queda el recurso de la fuerza. Porque el Derecho no es m¨¢s que fuerza: es la regla que determina qui¨¦n en un conflicto puede usar la fuerza y cu¨¢nta. Intelectualmente no se puede estar, como Pedro S¨¢nchez, a ¡°favor de la legalidad¡± pero en contra de su efectividad.
Estamos hablando de unos efectivos policiales que tuvieron que ejecutar una orden judicial de desalojo de espacios p¨²blicos de los que previamente se hab¨ªan apoderado grupos organizados con el total apoyo log¨ªstico y material de toda una Administraci¨®n auton¨®mica actuando en abierta rebeld¨ªa delictiva y haci¨¦ndolo coordinadamente con la mayor¨ªa aplastante de una fuerza p¨²blica armada. Una fuerza p¨²blica que, en lugar de cumplir la orden judicial que la obligaba, lleg¨® en algunos casos incluso a obstruir su ejecuci¨®n y colaborar con los sediciosos. A¨²n no se han calibrado las grav¨ªsimas responsabilidades (descomunales e ins¨®litas hist¨®ricamente en Europa) que ese comportamiento inconcebible supone en una fuerza policial armada.
?Desproporci¨®n? Seg¨²n algunos relatos, desencantados con la efectividad del Derecho, se habr¨ªa ¡°reprimido¡± a casi 2.300.000 de supuestos ¡°votantes¡±. Abstracci¨®n hecha de que la actuaci¨®n de la fuerza p¨²blica se circunscribi¨®, espacial y subjetivamente, a quien imped¨ªa por la fuerza la ejecuci¨®n de la orden judicial, y no a los ¡°votantes¡±, repugna a la mera l¨®gica de los hechos que esa ¡°brutal represi¨®n¡± sobre millones de personas haya arrojado el ¡°brutal¡± saldo de un total de dos hospitalizados, uno de ellos un pobre anciano infartado. Si vamos a los ¡°heridos¡±, que la Generalitat cifra en m¨¢s de 800, en realidad estamos hablando de ¡°atendidos¡± (es decir, personas que nunca pisaron un hospital aunque fueron objeto de examen y diagn¨®stico en la v¨ªa p¨²blica) pero incluyendo en la cifra las lipotimias, ataques de ansiedad e irritaciones por inhalaci¨®n de humo. Y no olvidemos que estamos hablando de unos supuestos dos millones de personas que fueron desde los d¨ªas previos instados desde la propia Generalitat, sus dirigentes y su formidable aparato medi¨¢tico, a tomar parte colectivamente en actos delictivos para impedir por la fuerza la ejecuci¨®n de una orden judicial ?Y el balance son dos hospitalizados, y uno de ellos, un infartado? ?D¨®nde est¨¢ la desproporci¨®n en el uso de la fuerza?
Finalmente, resulta descorazonador el nivel intelectual y profesional de la prensa espa?ola, incluso cuando no act¨²a con intereses espurios. Ayer vimos un titular de un diario catal¨¢n, bastante ecu¨¢nime hasta ahora, que titulaba Dirigentes europeos critican la actuaci¨®n policial y piden di¨¢logo, ilustrando la noticia con una imagen de Angela Merkel y una falsedad (como se ha sabido hoy): esa primera ministra habr¨ªa llamado a Rajoy ¡°para interesarse por los heridos¡±. De inmediato me precipit¨¦ a leer el texto: Ni rastro de Merkel, por supuesto, y ninguno de los ¡°dirigentes¡± europeos dirig¨ªa nada, pues quitando al belga que gobierna en coalici¨®n con los nacionalistas flamencos (?qu¨¦ casualidad!), ni un solo jefe de Estado o primer ministro europeo ha hecho otra cosa que respaldar el Estado de derecho en Espa?a. El resto de ¡°dirigentes¡± eran cabecillas de movimientos nacionalistas, como el de Escocia, o pol¨ªticos y hasta excandidatos de partidos en la oposici¨®n en sus pa¨ªses respectivos cuyos planteamientos equivaldr¨ªan a los de Podemos en Espa?a.
M¨¢s vale que la prensa y la opini¨®n p¨²blica tomen de una vez conciencia con responsabilidad del desaf¨ªo de lo que se nos viene encima, y que como sociedad adulta asumamos que los derechos y libertades que la ley reconoce en la democracia se garantizan, si es preciso, por la fuerza, m¨¢xime cuando quienes los desaf¨ªan desobedecen abiertamente la legalidad vigentes.
Un aviso: el art¨ªculo 155 desemboca en una resoluci¨®n del Gobierno, previo aval del Senado, con medidas necesarias para obligar a una comunidad aut¨®noma que atente gravemente contra el inter¨¦s general al cumplimiento forzoso de sus obligaciones para la protecci¨®n del mencionado inter¨¦s. Pero para que se hagan efectivas esas medidas quiz¨¢ haya que usar la fuerza de nuevo, y m¨¢s vale que cuando llegue ese momento no tengan a una instituci¨®n armada de su lado que se desentienda otra vez de la legalidad. Y si eso ocurre, que al menos la opini¨®n p¨²blica asuma con madurez democr¨¢tica c¨®mo funciona el Estado; cualquier Estado.
F¨¦lix Ovejero es profesor de la Universidad de Barcelona y Alejandro Molina es abogado.
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