Secesionismo, gen¨¦tica e irracionalidad
El delirio independentista catal¨¢n se parece m¨¢s a un desorden obsesivo compulsivo que a la irracionalidad descrita por Richard Thaler, Nobel de Econom¨ªa
Irracionalidad. A pesar de los supuestos avances de la ilustraci¨®n y de las pretendidas modernidades de los mercados, en cada crisis aflora un regreso tenebroso a la superstici¨®n pol¨ªtica y social anterior a Maquiavelo, Hobbes y Adam Smith. Y no digamos a Marx o Keynes. Pongamos el caso de la insurrecci¨®n catalana pilotada desde el Govern. La levadura de la feroz pulsi¨®n independentista consta de dos fermentos activos de mezquindad: a) la superioridad del catal¨¢n sobre el espa?ol, defendido en el imaginario secesionista como el ciudadano cuya industriosidad soporta la prosperidad del resto del pa¨ªs a pesar de la vagancia (o mangancia) de la espa?olidad y b) la idea b¨ªblica de que Yahv¨¦ hizo la luz (?Fecsa?) y separ¨® las aguas de la tierra concedi¨® a la comunidad aut¨®noma catalana (o naci¨®n, o nacionalidad, las sagas son confusas) un super¨¢vit permanente de 17.000 millones anuales, exactamente la cantidad que percibir¨ªa el pueblo (poble) catal¨¢n si se desvinculara de Espa?a.
En Oriol Junqueras, vicepresidente de la Generalitat, confluyen ambas corrientes intelectuales, honra y prez del secesionismo. Como experto en gen¨¦tica, denunci¨® con car¨¢cter prof¨¦tico las diferencias profundas entre el tipo espa?ol (parecido al portugu¨¦s) y el catal¨¢n (pr¨®ximo al franc¨¦s, el italiano o al suizo) que, al fin y a la postre, podr¨ªan justificar la independencia. ?Pues qu¨¦, no han declarado una y otra vez, desde Pujol a Barrera, la superioridad de los catalanes sobre el entorno espa?ol y hasta Marta Ferrusola no pudo evitar un moh¨ªn de desprecio ante un president andaluz (Montilla)? N¨®tese que se roba al superior y se practica la caridad con el inferior. La tit¨¢nica tarea intelectual de Junqueras en materia de gen¨¦tica palidece ante el descubrimiento del man¨¢ independentista. Una Catalu?a independiente tendr¨¢ para siempre una dote, cual pan debajo del brazo, de 17.000 millones con los que podr¨¢ construir un para¨ªso en la tierra cerca de Andorra.
Debe ser casualidad que el delirio independentista en Catalu?a, vestido con ropajes intelectuales tan menesterosos como los citados, haya coincidido en el tiempo con la concesi¨®n del Nobel de Econom¨ªa a Richard H. Thaler, un cultivador de la econom¨ªa del comportamiento. Thaler argumenta que las decisiones econ¨®micas suelen estar atacadas por sesgos cognitivos que introducen dosis de irracionalidad. Nada que la crisis de 2007 no hubiera demostrado ya y antes que ella cualquiera de las anteriores, desde la burbuja de los tulipanes. Thaler explica la irracionalidad concreta, la que se produce por falta de informaci¨®n, por decisiones apresuradas o por un prejuicio al que se recurre en un momento de presi¨®n.
La eclosi¨®n del secesionismo catal¨¢n va m¨¢s lejos. Es una de esas regresiones, cada vez m¨¢s frecuentes (Trump, el Brexit), en las cuales la furia teledirigida de los descontentos se retrotrae a principios anteriores a la democracia, incluso a la propia formaci¨®n de sociedades complejas. Parece m¨¢s bien un cuadro de Trastorno Obsesivo Compulsivo. Un s¨ªndrome en el que los afectados prestan una desorbitada atenci¨®n a lo que tienen que hacer y olvidan sus consecuencias.
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