Prietas las filas

Hace un mes, en una reuni¨®n de vecinos, uno propuso que suscribi¨¦ramos el Pacto Nacional por el Refer¨¦ndum. Cuando se lo cont¨¦ a otro vecino, ausente en la reuni¨®n, brome¨®: ¡°Es la cuarta vez que, sin enterarme, apoyo el proceso¡±. Sucede que mi vecino es colombiano, periodista y del Bar?a. Y el Bar?a, el Colegio de Periodistas y alguna asociaci¨®n de colombianos tambi¨¦n se han apuntado.

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Independencia de Catalu?a, ¨²ltimas noticias

La historia es una licencia. El resto, no. Catalu?a se ha convertido en una sociedad corporativa en donde unos cuantos, ubicuos, se arrogan la representaci¨®n de todos en asuntos que no les corresponden. Se da superlativamente en el espacio pol¨ªtico. Un alcalde sustituye la bandera constitucional, que justifica su cargo, por la estelada. Una patrimonializaci¨®n del espacio p¨²blico. Como si el PSC colocara su bandera en el Ayuntamiento de Hospitalet. Al discrepante simplemente se le excluye. Un guion anticiudadano, hipercapitalista, si no feudal: el propietario decide qui¨¦n entra en su casa como el se?or feudal dispone de sus dominios. Por cierto, el mismo supuesto opera en esa figura de persona non grata inapropiadamente utilizada por instituciones como las universidades y hasta por ciudades (por los hospitales, todav¨ªa no).

Hay pocas manifestaciones m¨¢s graves de esa disposici¨®n totalitaria. Pero s¨ª m¨¢s deprimentes. Entre ellas, el triste espect¨¢culo del pasado julio cuando las universidades catalanas apoyaron el pacto. Que suscriban propuestas de dudosa constitucionalidad casi es un asunto menor. M¨¢s serio, dada la naturaleza de la instituci¨®n, es que no respeten la libertad de conciencia de sus miembros. Se arrogan su representaci¨®n. Vendr¨ªa a ser como si se pronunciaran a favor del Bar?a o de la heterosexualidad. Y todav¨ªa m¨¢s descorazonador es que suceda en un lugar que deber¨ªa rendir culto a la libertad de pensamiento. El problema es algo peor que defender tesis independentistas, es expulsar la discrepancia. La m¨¢s turbulenta versi¨®n del pensamiento ¨²nico.

Conocemos c¨®mo funciona la atosigante maquinaria. Las lecturas de psicolog¨ªa social las he podido confirmar en primera persona en los ¨²ltimos tiempos, cuando no pocos de los que parec¨ªan cerrar filas con el delirio se acercaban en un pasillo de la universidad y, despu¨¦s de mirar a un lado y a otro, me dec¨ªan: ¡°Tienes toda la raz¨®n, sigue as¨ª¡±. Algunos incluso estaban entre los que hab¨ªan decidido apuntarnos a todos al desprop¨®sito. Cuando eso sucede siempre me acuerdo del ingeniero que en la reuni¨®n en la que se decidi¨® el lanzamiento del Challenger, el transbordador espacial que estall¨® en el aire, ten¨ªa anotado: ¡°No lanzar bajo ning¨²n concepto. Las juntas son inestables¡±. Cuando le lleg¨® el turno, llegar¨ªa el desastre. Alguien incluso lo dijo, pero bajito. La falta de coraje se impuso al amor a la verdad.

Cuando se acaben los tiempos sombr¨ªos, si acaban, y quieran entender lo sucedido en este tiempo, no se olviden de la responsabilidad de los obligados a pensar. Mejor dicho, de quienes hablaron en nombre de los obligados a pensar.