Reg¨¢late un capricho
Lo asombroso del `proc¨¦s? es la gente que cree que no tendr¨¢ factura cruzar el r¨ªo con el escorpi¨®n encima
Desde hace semanas recibo en mi whatsapp instrucciones para fundar la Rep¨²blica de Catalu?a. Soy parte de una trama sentimental que se mueve a trav¨¦s de cadenas de mensajes que mantiene unida y alerta a la tropa, ya sea para pagarle la fianza a Artur Mas o para concentrarse en las calles. Esto es debido al spameo de varios amigos independentistas que, sin embargo, me dejan fuera de las misiones importantes porque bien saben ellos, pues se lo he ense?ado yo, que hay momentos de la vida en que no se sabe d¨®nde acaba el amigo y empieza la fuente.
Hace un par de d¨ªas me lleg¨® un mensaje entre emoticones de corazoncitos que dec¨ªa "Cuidemos a los Jordis". Hay que hacerles saber que est¨¢n presentes, que son piezas claves de un pueblo unido que lucha pac¨ªficamente por ser libre, traduzco. "Llenemos Soto del Real de cartas y postales para los Jordis", segu¨ªa el mensaje, y se adjuntaba la direcci¨®n postal de la c¨¢rcel. Los Jordis, pens¨¦. Y la loca idea de que uno de los Jordis empiece a recibir m¨¢s cartas que otro porque est¨¢ m¨¢s bueno. Como si en los ochenta nos obligasen a elegir a uno de los Bros.
Est¨¢n pasando m¨¢s cosas incre¨ªbles de las que un cerebro normal puede procesar. Lo asombroso del proc¨¦s no es que los ricos hayan organizado tomas de palacios para ampliar salones solo por sentirse bolcheviques durante un mes -octubre, naturalmente- sino la inmensa cantidad de gente que cree que no tendr¨¢ factura cruzar el r¨ªo con el escorpi¨®n encima. Esa inmensa cantidad de gente independentista por convicci¨®n ha visto en los ¨²ltimos cinco a?os c¨®mo la eterna burgues¨ªa nacionalista que no quer¨ªa arriesgar nada, parece ahora arriesgarlo todo porque le han cambiado unos art¨ªculos del Estatut. Una revoluci¨®n de gente que quiere perder privilegios y vivir peor, claro que s¨ª; una revoluci¨®n de pijos, la clase social que mejor olfatea lo que le conviene. Qu¨¦ puede salir mal.
A ellos, nada. Por eso se empiezan a tomar decisiones revolucionarias de casino, como sacar dinero del cajero para atacar a los bancos. Lo siguiente ser¨¢ mandar al servicio a pagar con c¨¦ntimos. O se hace la Revoluci¨®n o se hace el rid¨ªculo. Y de una revoluci¨®n que pide sacar del cajero a final de mes 155 euros para regalarse un capricho si no se sabe qu¨¦ hacer con ¨¦l, hay que esperar cualquier cosa. Cuando le advirtieron en Twitter a Llu¨ªs Llach que no se pod¨ªan sacar m¨²ltiplos de cinco (sabr¨¢ Llach lo que se saca y lo que se deja de sacar en un cajero), no respondi¨® "pues entonces 150", sino 160. Nos llevan dos vidas de ventaja. A todos, sobre todo a los suyos.
Nadie ha definido mejor el papel que la burgues¨ªa catalana se ha reservado en el proc¨¦s: darse un capricho. Para poco menos que hacer caer el capitalismo. Una ca¨ªda que, si alguna vez se llegase a producir, pagar¨ªan los mismos que llevan pagando las fiestas toda la vida, como se ha comprobado recientemente en Espa?a. Porque solo hay una cosa clara. Cuando esto termine -sea con victoria o derrota, signifique eso ya lo que quiera que signifique-, y lleguen las consecuencias del destrozo, unos se quedar¨¢n pagando la factura y otros se ir¨¢n corriendo a refugiarse en su desconsideraci¨®n y su fortuna. Gente que est¨¢ ah¨ª por razones aventureras, para vivir emociones fuertes y jugar con las de los dem¨¢s; un all you can eat ideol¨®gico con el que sentirse protagonistas de la historia mientras levantan con una mano la bandera y con la otra se llevan la sede de su empresa. Tienen la mitad del dinero en el rojo y la otra mitad en el negro, y cuando vean que la bola va a caer se llevan la ruleta, me dice un empresario en Barcelona, un gallego que lleva poniendo toda la vida la ruleta, la bola y el im¨¢n. No va a ser diferente ahora. Nunca han pagado nada y siempre ha sido mejor as¨ª; cuando se les ocurre pagar algo es porque piensan cobrar el doble. A quien sea y como sea, en concepto de lo que sea.
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