Cuando todos perdemos

Qu¨¦ dif¨ªcil es escribir pensando que los argumentos que uno despliega solo van a convencer a quienes ya est¨¢n convencidos; que los interlocutores a los que uno quiere llegar est¨¢n blindados frente a un discurso que aspira al entendimiento m¨¢s que a la confrontaci¨®n; que las palabras, lejos de ser el instrumento para el que est¨¢n dise?adas, contribuir a la comprensi¨®n mutua, ser¨¢n siempre interpretadas como parte del arsenal del enemigo; que el ¡°di¨¢logo¡± no es m¨¢s que una farsa en un juego donde cada cual no aspira a convencer sino a imponerse por la fuerza de los hechos.

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Declaraci¨®n de independencia de Catalu?a, ¨²ltimas noticias

Cuando la fuerza de la raz¨®n da paso a la raz¨®n de la fuerza; cuando la verdad no se mide por su ajuste a la realidad sino por su capacidad para estimular las emociones; cuando la intensidad de los sentimientos es m¨¢s poderosa que la robustez de los argumentos; cuando la discrepancia es enseguida tachada de sospechosa y se arrincona al disidente; cuando se modifica el significado habitual del lenguaje para encajarlo en nuestra posici¨®n de parte; cuando todo esto ocurre es cuando ya hemos perdido. Todos. Por eso, en el conflicto entre los soberanistas y el Estado, todos perderemos.

No ser¨¦ yo quien se oponga al establecimiento de la legalidad constitucional en Catalu?a. La sinraz¨®n del independentismo lo hace inevitable. Pero lo hago desde un intenso sentimiento de desgarro por lo que significa de fracaso de la pol¨ªtica como medio dirigido a buscar el consenso entre partes enfrentadas. Falta por librar la ¡°batalla final¡± y los contendientes acuden a ella ya derrotados. Sociedades fracturadas, ciudadanos embargados por la ansiedad ante el espect¨¢culo de la deriva de su sistema pol¨ªtico, agentes econ¨®micos paralizados por la incertidumbre. V¨¦rtigo y miedo ante el futuro inmediato. Perplejidad de emprender una guerra que los dem¨®cratas no quieren dar. Los ha aniquilado la b¨²squeda activa de la polarizaci¨®n, el odio e incomprensi¨®n tan sistem¨¢ticamente sembrado en las redes, el insulto gratuito, el desprecio, las simplificaciones y mentiras.

Este es el gran destrozo porque sobre ¨¦l ya no es posible edificar puentes para el entendimiento. Fuera de un mundo de significados compartidos no cabe la comunicaci¨®n. Esta ha sido una confrontaci¨®n que se ha librado sobre todo en el terreno de la propaganda, en buscar imponer el propio relato, en tratar de persuadir m¨¢s que de convencer. Unos m¨¢s que otros, claro. Pero eso ahora no importa, lo decisivo es recuperar los consensos m¨ªnimos que permitan parar esta deriva. En su d¨ªa, la restauraci¨®n de la democracia fue posible al renunciar a la distinci¨®n entre vencedores y vencidos que ven¨ªa desde la guerra civil. Hoy quiz¨¢ deber¨ªamos buscar un equivalente funcional. La constataci¨®n de la derrota com¨²n como punto de partida para que todos acabemos ganando.