Am¨¦rica
Es casi imposible describir la desolaci¨®n, el hartazgo, la neurosis en la que los espa?oles hemos vivido, dentro y fuera de Catalu?a
Tengo la suerte de no estar en Espa?a. Al otro lado del oc¨¦ano, el aire es m¨¢s limpio, la vida m¨¢s f¨¢cil. Veo rostros relajados, serenos, gente m¨¢s contenta, pero arrastro mi nacionalidad como una condena y sigo, y sigo, y sigo hablando de lo mismo. Hoy me he levantado en Chile y me acostar¨¦ en Argentina, pero quienes me escuchan no me entienden, por m¨¢s que hablemos la misma lengua. Tampoco me extra?a, porque me cuesta trabajo enhebrar un relato coherente, no ya de lo que est¨¢ pasando, sino hasta de lo que ha pasado ya. No es f¨¢cil creer que existan pol¨ªticos tan irresponsables como los que han ido rechazando todas las oportunidades de las que han dispuesto para salvar esta crisis. Es dif¨ªcil argumentar que a los dos les interesaba prolongar la tragedia porque intensificaba sus respectivas fortalezas, que se han jugado el futuro de los ciudadanos cuyos intereses deber¨ªan proteger como dos matones de 11 a?os que comparan el tama?o de sus genitales ante el espejo del vestuario del colegio. Es casi imposible describir la desolaci¨®n, el hartazgo, la neurosis en la que los espa?oles hemos vivido, dentro y fuera de Catalu?a, durante los ¨²ltimos meses. Cuando lo intento, me aburro de escucharme antes de terminar las frases, y cuando llamo a casa ni siquiera pregunto qu¨¦ est¨¢ pasando. Prefiero disfrutar del extranjero, de este viaje de trabajo que me est¨¢ descansando m¨¢s que unas vacaciones, el breve y soleado exilio que me permite comprobar que fuera de Espa?a hay vida, gente que se aburre mientras habla del tiempo, del f¨²tbol, de las gracias de sus hijos. Mi ¨²nica angustia, lo ¨²nico que me preocupa ahora mismo, es que la semana que viene tengo que volver. Al menos, me habr¨¦ perdido Halloween. Bien mirado, menos da una piedra.
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