Objetividad

Contaba Luis Bu?uel en sus memorias (Mi ¨²ltimo suspiro, DeBolsillo Ediciones) que descubri¨® el surrealismo y la objetividad a la vez en su juventud al leer en un peri¨®dico anarquista la noticia de la agresi¨®n a un cura por parte de unos huelguistas: ¡°En la tarde de ayer caminaban tranquilamente por la Gran V¨ªa de Madrid unos doscientos obreros cuando vieron venir en direcci¨®n contraria a un sacerdote. Ante tal provocaci¨®n¡­¡±.

Muchas veces he recordado estos d¨ªas la an¨¦cdota que cuenta Bu?uel escuchando y leyendo las noticias que llegan de Catalu?a y c¨®mo las cuentan unos y otros. Que la objetividad no existe lo sabemos todos, pero que el surrealismo s¨ª tambi¨¦n lo sabemos y estos d¨ªas podemos comprobar, como Luis Bu?uel, que cuando la subjetividad desborda la realidad esta se vuelve surrealista. A partir de ah¨ª cualquier discusi¨®n se vuelve infinita, que es lo que est¨¢ sucediendo en Catalu?a y Espa?a desde hace tiempo, con la provocaci¨®n en boca de todos como justificaci¨®n para desautorizar al otro. Que uno dice que el Gobierno catal¨¢n se situ¨® fuera de la ley, el otro dir¨¢ que fue por culpa de la Polic¨ªa y la Guardia Civil, aunque la ilegalidad fuera anterior a la intervenci¨®n de estas. Que uno argumenta que el presidente Rajoy no hizo nada en cinco a?os para intentar resolver el problema pol¨ªticamente, el otro dir¨¢ que fue porque los catalanes le provocaron con sus manifestaciones independentistas por m¨¢s que al principio fueran solo eso: manifestaciones. As¨ª que la provocaci¨®n del otro justifica la reacci¨®n legal o ilegal del contrario y entre todos la espiral aumenta. Si no se ha llegado ya al enfrentamiento civil es porque el miedo (y el recuerdo de tiempos no lejanos) nos atenaza a todos.

Que la provocaci¨®n del otro se esgrima como justificaci¨®n de la propia conducta no es nuevo. Ejemplos hay por millones, pero ahora yo recuerdo, sin salir de Catalu?a, el de aquel presidente del F¨²tbol Club Barcelona que justific¨® as¨ª que un aficionado lanzara una cabeza de cochinillo al futbolista Figo ¡ªque hab¨ªa dejado su equipo por el Real Madrid¡ª cuando iba a lanzar un c¨®rner: ¡°Figo nos provoc¨®¡±. Juan Jos¨¦ Mill¨¢s, en este peri¨®dico, llevaba la an¨¦cdota a su terreno, que es el del surrealismo bu?uelesco, en una de sus columnas de entonces: ¡°Imagino a ese aficionado cogiendo de la nevera al salir de casa la cabeza de cochinillo que esperaba a ser cocinada dici¨¦ndole a su mujer: ¡®Me llevo esto, no vaya a ser que Figo nos provoque¡­¡±.

Para desgracia de Catalu?a y Espa?a, hoy ambas est¨¢n llenas de personas que se consideran provocadas incluso antes de que las otras abran la boca y as¨ª es imposible hablar.