¡°Paraguay es muy discriminador, no reconoce a los pueblos nativos¡±
Bernarda Pessoa, lideresa de una comunidad qom, denuncia la marginaci¨®n de mujeres e ind¨ªgenas
En el autob¨²s, en el hospital, en cualquier calle de Asunci¨®n y en las estancias rurales de Paraguay la poblaci¨®n ind¨ªgena sufre discriminaci¨®n. Unas 120.000 personas se reconocen como integrantes de pueblos originarios en Paraguay. El 76 % vive en situaci¨®n de pobreza extrema, seg¨²n el ¨²ltimo censo, de 2012, y el Instituto Ind¨ªgena del pa¨ªs.
En un Estado de siete millones de habitantes, m¨¢s de dos millones son descendientes de alguna de las 20 etnias originarias que conviven en el pa¨ªs: guaran¨ª, ayoreo, ach¨¦, nivacl¨¦, qom o enxet. Est¨¢n mezclados con descendientes de europeos y africanos, pero esta mestiza realidad no detiene al racismo que campa a sus anchas en medios de comunicaci¨®n y en el propio Estado.
Bernarda Pessoa estuvo a punto de parir a su primer hijo en el suelo de la sala de espera del hospital de Villa Hayes, ciudad capital del departamento de Presidente Hayes, a unos 50 kilometros de Asunci¨®n. Ten¨ªa 18 a?os y llevaba m¨¢s de cuatro horas esperando a ser atendida. Sentada de la mano de su madre, con una s¨¢bana y la ropa para su beb¨¦ como ¨²nico equipaje, fue ignorada durante diez horas por los m¨¦dicos y enfermeros.
Solo cuando ¡ªrendida de sue?o¡ª empez¨® a sollozar, fue trasladada a una habitaci¨®n privada, recuerda Pessoa. Su madre pas¨® toda la noche en una silla. Tampoco le dieron comida y tuvieron que pagar los medicamentos necesarios durante el tiempo que estuvo ingresada. Pessoa asegura que los m¨¦dicos asum¨ªan que ella, por ser ind¨ªgena, no hablar¨ªa espa?ol, por lo que evitaban comunicarse y enviaban a enfermeras a hablarle en guaran¨ª. ¡°Sabemos trabajar, estudiar y hablar igual que ellos, pero igual nos discriminan¡±, dice Pessoa.
Nacida en una comunidad ind¨ªgena rural del Chaco, lleva desde los 19 a?os militando por los derechos de su pueblo y, en especial, por los de las mujeres. A sus 35, madre de cinco hijos, preside la Coordinadora de Mujeres Campesinas e Ind¨ªgenas de Paraguay (Conamuri) y lidera la comunidad Santa Rosa del pueblo qom, a unos 47 kil¨®metros de Asunci¨®n.
Pessoa creci¨® y fue a la escuela de su comunidad hablando qom hasta que, a los 15 a?os, comenz¨® a trabajar como empleada dom¨¦stica en casas de Asunci¨®n. En ellas aprendi¨® espa?ol y guaran¨ª. ¡°Paraguay es un pa¨ªs muy discriminador. Es una sociedad que no reconoce todav¨ªa a los pueblos ind¨ªgenas y, especialmente, a sus lenguas. En las escuelas todav¨ªa no se ense?a nuestro idioma, solo el guaran¨ª, el espa?ol y el ingl¨¦s. Ni siquiera est¨¢ en libros de texto", denuncia.
El 75 % de los ind¨ªgenas de Paraguay vive en situaci¨®n de pobreza extrema
Pessoa destaca que el transporte p¨²blico es el segundo lugar donde m¨¢s discriminaci¨®n siente. Est¨¢ acostumbrada a que la mayor¨ªa de la gente no quiera acercarse a ella en el autob¨²s y a que la se?alen y se r¨ªan si habla su idioma nativo con otra mujer. ¡°Solo se sientan junto a m¨ª cuando no les queda m¨¢s remedio, la sociedad paraguaya no quiere juntarse con nosotros¡±, dice Pessoa.
La activista destaca que la discriminaci¨®n ¡°empieza en el Estado¡± y se contagia a las pol¨ªticas p¨²blicas y a la sociedad en forma de esos episodios cotidianos ¡°porque se asume con normalidad ser marginado por tener rasgos ind¨ªgenas, por vestirse diferente, por el color de la piel o el idioma que se usa¡±.
En Paraguay no hay intendentes, gobernadores, diputados o senadores ind¨ªgenas, ni siquiera el estatal Instituto Nacional del Ind¨ªgena (INDI) est¨¢ presidido por un miembro de un pueblo originario. ¡°No basta con que cuenten con nuestra participaci¨®n el d¨ªa del voto, tienen que dejarnos tener participaci¨®n pol¨ªtica del Estado, pero los partidos tradicionales lo evitan con todas sus fuerzas¡±, denuncia Pessoa, quien pide apoyo para la aprobaci¨®n de una ley contra toda forma de discriminaci¨®n en el Parlamento. ¡°No solo los pueblos ind¨ªgenas necesitan esa normativa, todo Paraguay la necesita: los j¨®venes, las personas con discapacidad, los ancianos, las empleadas dom¨¦sticas, el campesinado... Todos dependemos de esa ley¡±.
Paraguay es el ¨²nico pa¨ªs del Cono Sur que no posee una ley contra toda forma de discriminaci¨®n. El caso m¨¢s extremo de desprecio a las propias ra¨ªces fue el del pueblo ach¨¦, que sufri¨® una campa?a de exterminio promovida por la dictadura militar de Alfredo Stroessner (1954-1989) en la d¨¦cada de 1970. Seg¨²n el ¨²ltimo censo, que data de 2012, su poblaci¨®n disminuy¨® m¨¢s del 60% en menos de cinco a?os debido al desalojo forzoso de sus tierras ancestrales, la falta de atenci¨®n m¨¦dica y la venta de sus ni?os para el trabajo dom¨¦stico.
En el autob¨²s, solo se sientan junto a m¨ª cuando no les queda m¨¢s remedio
Amnist¨ªa Internacional recuerda que los pueblos ind¨ªgenas siguen sin tener acceso a sus tierras ancestrales en Paraguay, seg¨²n su ¨²ltimo informe sobre la situaci¨®n de los Derechos Humanos en el mundo.
Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter y Facebook e Instagram, y suscribirte aqu¨ª a nuestra newsletter.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.