Suicidios
No toda la oposici¨®n a la eutanasia se basa en argumentos racionales, sino m¨¢s bien en creencias religiosas
Quienes se oponen a la eutanasia y al suicidio asistido arguyen que su legalizaci¨®n abrir¨ªa la espita del abuso, tanto por parte de los allegados, que podr¨ªan hacer pasar por eutanasias lo que no son m¨¢s que homicidios de conveniencia, como del propio solicitante de una muerte digna, a quien niegan la capacidad de discernir entre su verdadera voluntad y su mero des¨¢nimo. Reconozco que esos argumentos merecen atenci¨®n, pero, como defensor de la muerte digna, me interesa desactivarlos, y voy a intentarlo aqu¨ª con ayuda de la ciencia.
El neurocient¨ªfico Marcel Just y sus colegas de Pittsburgh, Florida y Harvard acaban de presentar una investigaci¨®n asombrosa (Nature Human Behaviour, 30 de octubre). No tiene relaci¨®n con la muerte digna, sino con el suicidio convencional, que causa la muerte de 800.000 personas cada a?o en el mundo, seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud. Han mirado la actividad cerebral de 17 pacientes con ideas suicidas y 17 controles mientras les presentaban palabras relacionadas con la muerte ¡ªmuerte, crueldad, dolor¡ª o con la vida ¡ªalegre, agradable, elogio¡ª, y han utilizado los modernos algoritmos que permiten a las m¨¢quinas aprender de la experiencia para distinguir las pautas.
El algoritmo as¨ª entrenado ha identificado correctamente a 15 de los 17 individuos con tendencias suicidas, y a 16 de las 17 personas del mont¨®n (controles). M¨¢s a¨²n: la m¨¢quina sabe distinguir, dentro de los suicidas, a los que hab¨ªan intentado suicidarse alguna vez de los que no. Aunque la muestra es peque?a, los n¨²meros resultan bastante espectaculares.
Insisto en que la investigaci¨®n no est¨¢ dirigida a la muerte digna, pero fij¨¦monos en los argumentos antieutanasia del primer p¨¢rrafo. El tan temido abuso de la eutanasia, tanto por parte de los allegados como del propio interesado, podr¨ªa evitarse si pudi¨¦ramos meternos dentro de la cabeza de este ¨²ltimo para saber si realmente quiere morir, ?no es cierto? Pues bien, el caso es que ya podemos hacer eso. Tal vez baste ense?arles seis palabras, meterles en un tubo de resonancia magn¨¦tica y educar a un algoritmo para que deduzca si quieren morir o no. Nada que est¨¦ fuera del alcance de la medicina actual.
S¨¦ que no toda la oposici¨®n a la eutanasia se basa en argumentos racionales, sino m¨¢s bien en creencias religiosas sobre el car¨¢cter sagrado de la vida humana. Pero el Estado laico al que aspiramos no puede hacer suyas las creencias de unos cuantos. Recu¨¦rdenlo cuando abramos el mel¨®n de la reforma constitucional.
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