No hay para¨ªsos para los pobres
El ¨²ltimo trabajo del ICIJ recuerda el coste de la pirater¨ªa fiscal para el desarrollo
Resulta dif¨ªcil exagerar la importancia de las revelaciones realizadas esta semana por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigaci¨®n (ICIJ, por sus siglas en ingl¨¦s). Los 13,4 millones de documentos de los Papeles del Para¨ªso ¨Cprocedentes de dos bufetes de abogados y correspondientes a 19 jurisdicciones opacas distribuidas por todo el planeta- prometen desplegar un volumen de informaci¨®n que supere al de los propios Papeles de Panam¨¢ y destape las verg¨¹enzas de miles de huidizos contribuyentes y de la poderosa red de intermediarios que les dan servicio. Con suerte, esta informaci¨®n permitir¨¢ acercarnos un paso m¨¢s a la erradicaci¨®n de unas pr¨¢cticas que volatilizan el sentido m¨¢s b¨¢sico de justicia fiscal, alimentan la corrupci¨®n y debilitan gravemente la financiaci¨®n de servicios p¨²blicos.
Unas pr¨¢cticas que tienen efectos devastadores para los pa¨ªses pobres y para la lucha global contra la pobreza.
El cantante Bono ofrece una buena ilustraci¨®n de este peligro. De acuerdo con la informaci¨®n publicada por el diario El Confidencial, en los ratos en los que el cantante no estaba haciendo campa?a para incrementar la ayuda oficial al desarrollo de los pa¨ªses donantes, ¡°utiliz¨® una sociedad maltesa para eludir impuestos cuando compr¨®, en 2010, un centro comercial en Lituania¡±.
Dice que no se enter¨® de nada, pero, si Bono hubiese estado m¨¢s atento ¨Co mejor asesorado- tal vez hubiese reparado en el hecho de que las omisiones fiscales pesan bastante m¨¢s que las acciones filantr¨®picas. Como recordaba Jason Hickel en un art¨ªculo en The Guardian a principios de este a?o, la realidad de los flujos econ¨®micos internacionales responde al principio de la ¡°ayuda al rev¨¦s¡±: cuando uno considera el conjunto de las transacciones financieras entre los pa¨ªses ricos y los menos desarrollados, son los segundos los que realizan una contribuci¨®n neta a los primeros. Citando las estimaciones de la organizaci¨®n Global Financial Integrity (GFI) y la Escuela Noruega de Econom¨ªa, Hickel calcula que por cada euro de ayuda que reciben de los pa¨ªses ricos, los pobres devuelven 24 euros en forma de pago de la deuda, beneficios por inversiones y, muy especialmente, por la fuga de capitales a trav¨¦s de pr¨¢cticas de evasi¨®n y elusi¨®n fiscal. Solo en estas ¨²ltimas categor¨ªas calcula que las p¨¦rdidas alcanzan los 13,4 billones de d¨®lares desde 1980.
De este modo, Bono es solidario de d¨ªa y bucanero de noche. Aunque no lo sepa.
Un reciente informe de Oxfam Interm¨®n enfatiza estos argumentos recordando el drenaje provocado por este torpedo fiscal. De acuerdo con la ONG, la inversi¨®n mundial en para¨ªsos fiscales se ha multiplicado por cuatro en los ¨²ltimos 15 a?os, concentr¨¢ndose en un pu?ado de modernas Islas del Tesoro. Las islas Caim¨¢n, por ejemplo, tienen un PIB 3.500 veces m¨¢s peque?o que el de la Rep¨²blica Popular China, pero niveles de inversi¨®n extranjera cinco veces m¨¢s altos.
Las fortunas espa?olas han aportado su granito de arena a este proceso cuadruplicando sus inversiones en para¨ªsos fiscales en el ¨²ltimo a?o. Mientras tanto, el criterio del Ministerio de Hacienda ha sido reducir la lista de los para¨ªsos oficiales a solo cuatro territorios (islas Bermudas, islas V¨ªrgenes Brit¨¢nicas, islas Caim¨¢n y Mauricio), lo que relaja las obligaciones de las empresas y la agresividad de la vigilancia p¨²blica.
Oxfam refresca los costes de estas pr¨¢cticas para la financiaci¨®n de los servicios p¨²blicos y la lucha contra la pobreza en los pa¨ªses m¨¢s vulnerables, que pierden no menos de 100.000 millones de d¨®lares anuales como consecuencia de las pr¨¢cticas de elusi¨®n y evasi¨®n fiscal. Pero recuerda que los perjudicados tambi¨¦n est¨¢n a este lado de la l¨ªnea, posiblemente cruz¨¢ndose con usted por la calle. Cuando un pa¨ªs soporta niveles de pobreza infantil cercanos a un tercio de la poblaci¨®n de ni?os y ni?as, la ingenier¨ªa fiscal es algo m¨¢s que una discusi¨®n acad¨¦mica.
Podemos esperar que otros h¨¦roes an¨®nimos contin¨²en alimentando de filtraciones a los medios, pero existen mecanismos m¨¢s eficaces para resolver este c¨¢ncer de una vez para siempre. La prestigiosa red internacional Tax Justice (Justicia Fiscal) cita cinco medidas sencillas que podr¨ªan conformar un buen punto de partida:
- Reportes corporativos pa¨ªs por pa¨ªs, de modo que accionistas, reguladores y observadores puedan identificar con exactitud d¨®nde operan las compa?¨ªas y de qu¨¦ modo.
- Globalizar el intercambio autom¨¢tico de informaci¨®n sobre contribuyentes, una pr¨¢ctica que ya se aplica con ¨¦xito entre los pa¨ªses de la UE, por ejemplo, de modo que la autoridad fiscal de un pa¨ªs pobre (o rico, para el caso) no tenga que resolver un jerogl¨ªfico para averiguar d¨®nde ha ido el dinero y qui¨¦n lo ha sacado.
- Establecer obligaciones de transparencia con respecto a los verdaderos propietarios de las compa?¨ªas, evitando la multiplicidad de sociedades pantalla que mueven los fondos y se han convertido en parte central del problema.
- Castigar penalmente a esas mismas compa?¨ªas que hacen de intermediarios y que ahora se esconden tras el nombre de respetables despachos de abogados.
- Introducir tasas unitarias que obliguen a las empresas a tributar all¨¢ donde se produce su actividad y su beneficio, evitando pr¨¢cticas como los precios de transferencia, que permiten a compa?¨ªas como Apple, Nike y Uber manipular el origen de sus beneficios para concentrarlos en el pa¨ªs con impuestos m¨¢s bajos.
No es imposible. De hecho, somos cada vez m¨¢s los que lo consideramos imprescindible. Y no solo ONG y activistas: instituciones como la OCDE y foros pol¨ªticos como el G20 llevan a?os amontonando pruebas e ideas en beneficio de esta reforma. La propia UE ha hecho avances que eran impensables hace solo un par de d¨¦cadas. Ojal¨¢ que el trabajo de los excelentes periodistas del ICIJ fuerce el debate p¨²blico y sirva para que pronto veamos el fin de los para¨ªsos fiscales. Aunque eso suponga (San Cucufato me oiga) dejar de hablar de Catalu?a por unas horas.
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