Que no cunda la desnutrici¨®n
?Y qu¨¦ hacer cuando las emergencias se cronifican? Hay pocas zonas tan castigadas por la geograf¨ªa, el clima y la pobreza como el des¨¦rtico sur de Mauritania. En la localidad de Nema el reto es asegurar el acceso a los alimentos y al sistema de salud
M¨¢s ¨¢rido no puede ser un territorio. M¨¢s desolado un aer¨®dromo. M¨¢s deslavazada una localidad construida al calor y el color de la arena. Nema lo tiene todo para ser considerada lugar pobre en la Tierra. Mauritania es un pa¨ªs dif¨ªcil, miembro de cola en la estad¨ªstica mundial de desarrollo humano (ocupa la posici¨®n 158 en el IDH, de 188 pa¨ªses) pero, seg¨²n se avanza hacia Mali por este sur implacable, todo se vuelve a¨²n m¨¢s dif¨ªcil.
A los retos de sobrevivir, al calor, el polvo, a la falta de agua, de alimentos, de servicios de salud o educaci¨®n, de energ¨ªa, de oportunidades¡ Se suma ahora el temor ante los grupos yihadistas que, se sabe, campan por all¨ª y por ac¨¢ a sus anchas. Nema est¨¢ ya cerca de Mal¨ª (unos 200 kil¨®metros). "Nosotros no los vemos, pero ellos s¨ª a nosotros", nos dir¨¢ luego Ismael Ba, jefe de la base de Acnur (comisionado de la ONU para los refugiados) en Basikunu, a¨²n m¨¢s territorio-frontera. Y si adem¨¢s el clima se trastorna, pueden llegar las lluvias o la sequ¨ªa. Una emergencia a la vuelta de la esquina. La vulnerabilidad de esta zona es inmensa.
Aqu¨ª, prevenir riesgos y cat¨¢strofes alimentarias es tarea de muchos. Lo intentan con los conocimientos o herramientas a su alcance las familias, las aldeas, los Gobiernos... Pero a veces no basta. Y cuando todo resulta infructuoso, cuando la desnutrici¨®n, el hambre, la enfermedad y la muerte meten sus narices en las casas, la ayuda internacional se convierte en imprescindible.
Abdulaye Mamadu Ba es, adem¨¢s de hombre tranquilo, el responsable de la sub-base de Nema de Acci¨®n Contra el Hambre Misi¨®n Mauritania. Esta ONG lleva una d¨¦cada en el pa¨ªs, y desde 2015 en esta regi¨®n. Su objetivo es contribuir a la mejora de las condiciones de vida de las poblaciones de esta wilaya, en la que cubren casi la mitad de las 31 comunas en que se divide. "Es una de las m¨¢s pobladas del pa¨ªs, casi medio mill¨®n de personas [de 4,2 millones en el pa¨ªs] pero, adem¨¢s, se caracteriza por una tasa de pobreza muy elevada en comparaci¨®n con la media nacional", dice. "Intervenimos en esta zona especialmente en la lucha contra la desnutrici¨®n y la mejora del acceso a la atenci¨®n sanitaria de madres y ni?os de menos de cinco a?os", nos cuenta en la terraza de la base de la organizaci¨®n, all¨ª donde se sube cada noche, esterilla en mano, para dormir a la fresca (que nunca es tal) bajo ese cielo saheliano h¨ªper estrellado.
Unas 40 personas trabajan en esta sede, un asfixiante edificio de dos plantas con galer¨ªa acristalada. La red de electricidad es tan precaria que los aires acondicionados y los ordenadores se detienen a cada rato. La planta de abajo se llena bien de ma?ana de mauritanos y expatriados africanos que se afanan en log¨ªstica y administraci¨®n de las tareas del d¨ªa, centradas en proyectos de seguridad alimentaria. Por all¨ª se afanan Hassane Souleymane Toukou, Jefe de proyecto nutrici¨®n o Ibrahima Hamidou Oumaru, Jefe de proyecto reducci¨®n de riesgos de desastres. "Contribuimos a todo lo que es prevenci¨®n y mitigaci¨®n del riesgos, y al tratamiento de la desnutrici¨®n". Tal cosa tiene mucho de sensibilizaci¨®n y movilizaci¨®n de las comunidades sobre las diferentes cat¨¢strofes y la preparaci¨®n debida para hacerles frente, con el apoyo, idealmente, de las estructuras pol¨ªticas y sanitarias locales.
Mantienen, dice, una muy buena colaboraci¨®n con las autoridades y con la sociedad civil. "Esta tambi¨¦n debe estar capacitada, porque no hay suficientes organizaciones comunitarias". Organismos del sistema de Naciones Unidas, como Unicef, tambi¨¦n ayudan. "Pero la necesidad sigue siendo enorme... Y en Acci¨®n contra el Hambre tenemos medios limitados con respecto a las expectativas de las poblaciones". Esa es una de las frustraciones de Abdulaye Ba: la falta de recursos para abarcar un espacio mayor en la regi¨®n. "Cubrimos menos del 45% de las necesidades".
Su gran desaf¨ªo personal es conseguir que las familias, madres y padres, comprendan la necesidad de tomar medidas. "Hay un alto n¨²mero de abandonos una vez que iniciamos los tratamientos". La pobreza, la falta de medios para desplazarse y las largas distancias entre puestos de salud o entre aldeas hacen que las madres pierdan el contacto m¨¦dico con facilidad y no sigan hasta el final lo prescrito por los especialistas. "Para una familia, desplazarse con el hijo para tratar su desnutrici¨®n tiene un alto coste".
Es el caso de la pareja formada por Chiejna Uld Abidine y su esposa A?cha, sentados y pegaditos a su criatura en la sala de desnutridos del centro hospitalario regional de Nema, que apenas cuenta con 50 camas. No es f¨¢cil ver a un hombre acompa?ando a su esposa e hijo en esta coyuntura. Ba Jowry, partera y miembro de la cl¨ªnica m¨®vil de ACH, cuenta que los casos de mam¨¢s malnutridas se atienden en otro hospital de la localidad y que los peque?os con problemas alimentarios suelen estar una semana internados. "Si evolucionan con el tratamiento y van ganando peso, a las 16 semanas se les considera curados, si no lo hacen es que algo sucede". Se les suministra una mezcla de harina enriquecida, un alimento terap¨¦utico reforzado que permite que los peque?os, durante el tratamiento, o despu¨¦s, puedan ganar peso y llegar al de referencia en funci¨®n de su altura y de su edad.
Especialmente orgullosos est¨¢n en ACH de un programa comunitario para sensibilizar a los hombres sobre cuestiones de salud familiar, nutrici¨®n, y agua, higiene y saneamiento (lo que se conoce como WASH, por el acr¨®nimo en ingl¨¦s): "Para hacerles entender que no es un asunto solo de las mujeres y de los ni?os, sino de todo el hogar y sobre todo de ellos, como cabezas de familia", abunda Abdulaye Ba. Campa?as de sensibilizaci¨®n. Esa es la clave, como ya nos hab¨ªa explicado Yahya Gnokane, el coordinador de nutrici¨®n y salud, en Nuakchot. Implicar a los l¨ªderes locales y religiosos, que los imanes hablen de estos asuntos dom¨¦sticos trascendentales en las mezquitas; y que la poblaci¨®n asuma tareas a trav¨¦s de la creaci¨®n de lo que llaman Comit¨¦s de Salud, formados por cinco personas elegidas por las propias aldeas. Ya hay 18 en marcha. Sus tareas pasan por identificar a mujeres encinta o a ni?os desnutridos, ayudarles a acceder a los puestos sanitarios, aconsejarles medidas de higiene o preparaci¨®n de los alimentos... Reciben a cambio financiaci¨®n para lo que llaman "actividades generadoras de ingresos". Tan exitosas, que en el conjunto del pa¨ªs ya han arrancado m¨¢s de 300.
Una visita, a trav¨¦s de pistas de tierra, bosques bajos de acacias, un jaspeado de pasto infinito y cauces de r¨ªos ahora secos, a las aldeas de Amurj, Vaire o Lehneikaat, en los alrededores de Nema, permite conocer de primera mano c¨®mo funcionan dichos comit¨¦s y qu¨¦ medidas se est¨¢n tomando para mejorar la producci¨®n agr¨ªcola, almacenar alimentos... Todo aquello que permita asegurar el acceso a alimentos cuando las cosas vengan feas.
En Amurj esperan, sentados en una sala alfombrada, el comit¨¦ de salud en pleno y los jefes locales: hombres enormes de grandes ojos y piel castigada, t¨²nicas azules y mucha curiosidad. Nada f¨¢cil su vida en este contexto. Explican c¨®mo la iniciativa del comit¨¦ les ha permitido abrir una carnicer¨ªa y disponer de una peque?a farmacia, en realidad un armario en una esquina del lugar. Las mujeres, con hermosos vestidos de colores, esperan fuera.
Sy Sidi el Mojtar, t¨¦cnico especialista en reducci¨®n de riesgos de desastres, al que llaman Sy Catastrophe sus compa?eros de ACH, explica que se trata de una aldea de 19 familias de agricultores. "Sus medios de subsistencia est¨¢n basados en la producci¨®n". Y esta no es suficiente. No puede serlo cuando el suelo que pisamos es pura arena. Cuando las lluvias escasean. As¨ª que hicieron una evaluaci¨®n de las capacidades y vulnerabilidades de 12 pueblos de la zona. "Nos contaron los problemas a los que se enfrentan".
Y descubrieron la pobre calidad de la tierra. "Son terrenos que sufren una r¨¢pida degradaci¨®n con las riadas, pierden su fertilidad y la producci¨®n decrece. Ah¨ª es donde pensamos actuar: para recuperar los suelos", explica El Mojtar. De nuevo, formaci¨®n. Un equipo ense?¨® a los agricultores c¨®mo construir diques filtrantes a los que llaman "cordones de piedra", con su parte pr¨¢ctica y te¨®rica: c¨®mo es el tipo de tierra, c¨®mo debe filtrarse y c¨®mo recuperarla. Ahora, salpicados aqu¨ª y all¨¢, asoman parches de hierba. "Est¨¢ creciendo en zonas donde antes no hab¨ªa. Se est¨¢ regenerando". Es una t¨¦cnica, cuenta, importada de N¨ªger y que tiene impacto a largo plazo.
Con un reparto irregular de lluvias, con los efectos del cambio clim¨¢tico,?es muy dif¨ªcil hacer previsiones: "Antes hab¨ªa lluvias varios meses, pero ahora solo en agosto, y este a?o por ejemplo, no han sido suficientes". De nuevo, prevenci¨®n. "En vez de sembrar variedades de ciclo largo, que sean de ciclo corto. Eso quiere decir que vamos a actuar sobre el mal reparto y duraci¨®n de las lluvias. En vez de esperar cuatro meses, vamos a plantar sorgo y mijo peque?o de ciclo de solo dos meses", cuenta Sy a pie de surco en Lehneikaat, un lugar que bien podr¨ªa ser el fin del mundo.
"Es un experimento que puede tener ¨¦xito o puede fracasar. Pero con todos los medios que hemos puesto en pr¨¢ctica, la formaci¨®n, la instalaci¨®n de los cordones de piedra y la disponibilidad de las variedades de ciclo corto, vamos a obtener resultados, estamos seguros. Se va a ver este a?o. Con lo hecho tendr¨ªan m¨¢s de 700 kilos de producci¨®n por familia. As¨ª que si antes recib¨ªan de ayuda 1.000 kilos, dispondr¨¢n de m¨¢s de 1.700 kilos". Y se llenar¨¢n los bancos de cereales. Otro de los proyectos en marcha. En Vair¨¦ se ha creado uno. All¨ª son las mujeres las que se encargan de su gesti¨®n. ?Ventajas? "No tenemos que desplazarnos grandes distancias a por alimento". M¨¢s tiempo, dicen con algarab¨ªa, reunidas bajo una jaima, "para los hombres y los ni?os".
Pero cuando, a pesar de todo, asoma la emergencia, entra en acci¨®n la log¨ªstica. De ella se encarga Nadia Najma. "Los desaf¨ªos que tenemos, en general, aqu¨ª est¨¢n relacionados con las distancias, porque entre la capital, Nuakchot, y las zonas de intervenci¨®n puede haber hasta 1.500 kil¨®metros. No todas las ¨¢reas est¨¢n comunicadas por avi¨®n, y por tanto, hay que poder trasladar mercanc¨ªa por carretera. Por eso siempre tenemos que reaccionar sobre la marcha y pensar en un plan B". Cuando llevan a cabo distribuciones de v¨ªveres, se trata de toneladas que se deben entregar en un corto plazo. El estado de las v¨ªas de acceso y las aver¨ªas de los veh¨ªculos est¨¢n siempre en mente. "Lo hemos vivido no hace mucho, hubo que llevar coches adicionales desde la capital, trasladar v¨ªveres de los camiones, y entonces pudimos realizar las distribuciones dentro de los plazos establecidos, y cada uno pudo recibir lo que ten¨ªa que recibir".
Y para asegurar que las acciones tomadas en Nema, en Guidimaka, en Selybaly o Nuakchot, no se pierdan en la noche de los tiempos, hay otra tarea que debe funcionar debidamente: la incidencia. Pol¨ªtica, nacional, local, en medios. La que quiera que sea que permita recibir la atenci¨®n debida y conseguir continuidad de las actividades. De todo esto se encarga Yeinaba Yallo, mauritana y coordinadora de incidencia, g¨¦nero y alianzas, un departamento creado hace apenas un a?o.
"En Mauritania, m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n vive por debajo del umbral de pobreza y hay que trabajar en las pol¨ªticas nacionales para poder cambiar la situaci¨®n de la gente, especialmente la de las mujeres. Son ellas las que cuidan de los ni?os y de los hombres en los hogares, pero no tienen poder en cuanto a la toma de decisiones. Esto se explica dentro de un contexto africano, en el que la religi¨®n tiene mucho peso en la sociedad, donde las mujeres no tienen necesariamente libertad para poder cambiar su situaci¨®n. Por supuesto, hay cambios y una mayor concienciaci¨®n, pero queda much¨ªsimo por hacer". Cuenta que no solo son los problemas de pobreza, sino los de acceso a los servicios sociales los que importan. Aunque se est¨¢n realizando inversiones y se han aprobado numerosas leyes para mejorar la situaci¨®n, sigue habiendo problemas para aplicarlas. Mauritania no es un caso particular respecto al resto de la regi¨®n de ?frica Occidental o del Sahel.
Para mitigar el hambre se necesitan acciones de ayuda puntual, pero tambi¨¦n pol¨ªticas duraderas. Los gobiernos son los que deben responder primero a las necesidades reales de la poblaci¨®n, puesto que las organizaciones no suelen ni deben estar en un pa¨ªs eternamente. "Somos conscientes de que estamos aqu¨ª por un periodo bien determinado y debemos asegurarnos de que haya un relevo y una continuidad", asegura.
Pero esta tarea lleva a una suerte de callej¨®n sin salida: es la poblaci¨®n quien debe ser consciente de que su situaci¨®n debe mejorarse, de que tiene que poder tener acceso a los diferentes servicios, de que es su derecho, y de que puede pedir cuentas a sus gobiernos. Pero para ello tiene que saberse en posesi¨®n de ese derecho. ?Y c¨®mo conseguirlo? "A trav¨¦s de la sensibilizaci¨®n. Es un proceso en el que todo el mundo tiene que participar: la poblaci¨®n, la sociedad civil, las ONG, y los pol¨ªticos", afirma. Estos ¨²ltimos tienen que comprender que el aspecto pr¨¢ctico del cuidado de su poblaci¨®n debe acompa?arse de leyes que la permitan. Y as¨ª quiz¨¢ les ir¨ªa mucho mejor a los agricultores de Nema y de todo ?frica.
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Cuesti¨®n de buena log¨ªstica
Acci¨®n contra el Hambre en Mauritania tiene su sede en la capital, Nuakchot, y cuenta con varias bases en diferentes regiones del interior del pa¨ªs. El n¨²mero de empleados oscila entre 210 y 230 personas. Y solo en el departamento log¨ªstico son 50 personas, contando a conductores y guardias. Trabajan en estrecha colaboraci¨®n con los programas para asegurar que los beneficiarios de la ayuda puedan recibir tanto bienes como servicios. "Por ejemplo, ponemos a su disposici¨®n los medios de transporte necesarios, y nos aseguramos de que los productos adquiridos sean los que se solicitan y de que sean de buena calidad. O nos ocupamos de programas de distribuci¨®n de dinero en efectivo", cuenta Nadia Najma, coordinadora de log¨ªstica.
En cada una de las bases hay un servicio log¨ªstico que trabaja en estrecha colaboraci¨®n con los encargados de los programas de agua, de higiene, de saneamiento, de nutrici¨®n y de salud y tambi¨¦n de seguridad alimentaria. "Nuestro papel es poner a disposici¨®n todos los medios necesarios para que los programas puedan desarrollarse en las mejores condiciones, como la posibilidad de disponer de veh¨ªculos, para el transporte de personas y de material sobre todo".
Su principal ¨¦xito, asegura, es la buena colaboraci¨®n entre los departamentos. "Conseguimos tener unos conocimientos t¨¦cnicos cada uno en nuestro ¨¢mbito de intervenci¨®n, lo que hace que podamos estar seguros de que compramos el material adecuado para enviarlo al lugar adecuado, de que los libros adquiridos coinciden con las necesidades de la poblaci¨®n y de que el proveedor de servicios elegido es el m¨¢s cualificado y el mejor en su ¨¢mbito".
Otro desaf¨ªo est¨¢ relacionado con la financiaci¨®n: "Mauritania no se considera, a veces, como zona de urgencia, por lo que algunos de nuestros donantes reducen sus aportaciones y, por tanto, los medios para la log¨ªstica se ven afectados. Siempre buscamos nuevas v¨ªas de financiaci¨®n para asegurarnos de que tenemos suficientes veh¨ªculos y medios para realizar nuestras actividades". Y ante una necesidad de material o de transporte adicional, ?se coordinan con otras organizaciones en terreno?, le preguntamos. "S¨ª. Si no tenemos financiaci¨®n para comprar algo, se lo pedimos a nuestros socios de Unicef por ejemplo, que podr¨¢n, si lo tienen disponible, hacernos una donaci¨®n en especie, in-kind donation, que puede ser material de higiene, como jabones, cloro, lej¨ªa...".
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