Filipinas se adelanta a los cataclismos
El pa¨ªs asi¨¢tico, de los m¨¢s expuestos del mundo a los desastres, apuesta por la prevenci¨®n para reducir da?os y vive siempre con el temor a que llegue 'El Grande', un se¨ªsmo que podr¨ªa causar 34.000 muertos
El Grande podr¨ªa llegar en cualquier momento. Hoy, ma?ana o en los pr¨®ximos a?os. Es tan tristemente c¨¦lebre que los lugare?os ni siquiera necesitan especificar que se trata de un terremoto. Seg¨²n las previsiones, el se¨ªsmo tendr¨¢ una magnitud de m¨¢s de siete grados y en su pr¨®ximo despertar podr¨ªa dejar 34.000 muertos y 100.000 heridos. Visita Filipinas de media cada cuatro siglos y la ¨²ltima vez fue en 1658. Como una espada de Damocles suspendida encima de la cabeza de los habitantes de Manila y las zonas aleda?as, El Grande mantiene a las autoridades locales en constante alerta, trabajando a contrarreloj para estar listos y mitigar los da?os en la medida de lo posible.
El despacho de Arnaldo Antonio, jefe de la Oficina de Reducci¨®n de Riesgo de Desastre de Valenzuela ¡ªuna de las 17 ¨¢reas de Manila¡ª est¨¢ decorado con lo esencial. La ¨²nica excepci¨®n es una mesa en la que apenas caben todos los premios otorgados a la instituci¨®n por su trabajo pionero en elaborar medidas de prevenci¨®n, respuesta, mitigaci¨®n y rehabilitaci¨®n ante las m¨²ltiples plagas que asolan esta zona, en la que viven alrededor de 600.000 personas.
Porque El Grande no representa el ¨²nico peligro. Inundaciones, tifones, incendios y terremotos de menor intensidad se suceden a lo largo del a?o en esta ¨¢rea situada en el noroeste de la capital de uno de los pa¨ªses m¨¢s expuestos del mundo a los desastres naturales, donde se registran alrededor de 20 tifones al a?o. El cambio clim¨¢tico tambi¨¦n juega su papel. Un estudio de la Universidad de Carolina del Norte sostiene que en los ¨²ltimos 40 a?os los tifones en Asia han incrementado su fuerza en un 50%, como consecuencia del calentamiento global.
La Oficina de Reducci¨®n de Riesgo de Desastre arranc¨® hace un a?o, pero a¨²n no ha vivido una verdadera prueba de fuego. "Trabajamos para monitorizar lo vulnerables que somos, qu¨¦ acciones de log¨ªstica se requieren, organizar la cooperaci¨®n entre distintos sectores para obtener la informaci¨®n", explica Antonio. "Tenemos que prepararnos al m¨¢ximo, porque seremos los m¨¢s afectados por El Grande".
El 5% de los ingresos de la ciudad se destina a la preparaci¨®n ante los desastres. De esa cantidad, un 70% se emplea en medidas de preparaci¨®n y el resto para una respuesta r¨¢pida. "Este tipo de gesti¨®n no es novedoso, pero se requiere voluntad pol¨ªtica", se?ala Antonio.
La importancia de la prevenci¨®n es una lecci¨®n que qued¨® marcada a fuego en los filipinos tras los destrozos del supertif¨®n Haiyan, que caus¨® al menos 10.000 muertos a su paso por el pa¨ªs en 2013. A partir de ese momento, se decidi¨® descentralizar la respuesta para actuar de manera m¨¢s r¨¢pida, a trav¨¦s de un sistema sat¨¦lite de 13 oficinas de administraci¨®n p¨²blica diseminadas por el territorio. Estos centros, que se pueden usar para los tr¨¢mites burocr¨¢ticos de rutina de los ciudadanos cuando no apremia la emergencia, est¨¢n en constante comunicaci¨®n con la administraci¨®n central a trav¨¦s de una torre que no depende de electricidad y que no puede verse afectada por un eventual colapso de las l¨ªneas.
La otra pata de la estrategia dise?ada por la Oficina reposa en las campa?as de informaci¨®n. "De poco sirven los servicios y la tecnolog¨ªa, si la poblaci¨®n no los conoce", asegura el responsable de la instituci¨®n. "Tambi¨¦n estamos planeando construir refugios alternativos a las escuelas. Buscamos desarrollar soluciones que se implementen facilmente, con material y personal local".
El centro, que se erige en un edificio capaz de resistir a terremotos de hasta ocho grados, alberga, entre otros servicios, una unidad de coordinaci¨®n, una oficina de informaci¨®n a la ciudadan¨ªa, equipos m¨¦dicos y de rescate ¡ªque en caso de emergencias cubren turnos de 24 horas, siete d¨ªas por semana¡ª, salas de formaci¨®n, dormitorios para voluntarios, una estaci¨®n de monitorizaci¨®n del tiempo y hasta un despacho para el alcalde. En el almac¨¦n se apilan cajas de comida y otros bienes (como mantas, s¨¢banas, toallas, orinales, camisetas, pa?uelos, producto de higiene) ya empaquetados que llegan hasta el techo y est¨¢n listos para ser distribuidos a 5.000 familias, mientras en las afueras del edificio aguardan dos camiones con cocina m¨®vil, lanchas, ambulancias y una m¨¢quina para purificar el agua que est¨¢ siendo sometida a pruebas antes de ser adquirida.
Microseguros para las resiliencia de los pobres urbanos
Filipinas aprob¨® en 2010 una ley sobre la gesti¨®n de riesgos de cat¨¢strofes, pero varios expertos internacionales coinciden en que a¨²n existen muchos obst¨¢culos para su implementaci¨®n a escala local, desde la financiaci¨®n hasta los conocimientos t¨¦cnicos.
Entre otras medidas, el Gobierno ha lanzado este a?o un programa para la estipulaci¨®n de seguros de riesgo para que las familias puedan hacer frente a eventuales p¨¦rdidas materiales y evitar volver a empezar desde cero cada vez que un tif¨®n o un terremoto destroza todas sus pertenencias. La iniciativa reci¨¦n concluida Move-Up, promovida por Acci¨®n contra el Hambre, Plan Internacional y Care, ha contribuido a promover los microseguros entre comunidades pobres en tres zonas de Manila, Malabon, Quezon City y Valenzuela.
El proyecto, financiado por la Oficina de Ayuda Humanitaria Europea (ECHO), ha logrado que al menos 1.500 beneficiarios contrataran un microseguro, pagado al 60% por grupos de ahorro comunitario y al 40% por Move-Up, seg¨²n las primeras estimaciones de Acci¨®n contra el Hambre. Los promotores del programa han ofrecido tambi¨¦n formaci¨®n profesional en Quezon City y Valenzuela, as¨ª como material para mercados m¨®viles en Malabon.
"Las tres ciudades han mejorado sus planes para la reducci¨®n del riesgo de desastres y otras pol¨ªticas relacionadas. Valenzuela y Malabon ya han asignado el presupuesto inicial para la implementaci¨®n y el pilotaje de actividades como sesiones de alfabetizaci¨®n financiera a cooperativas y comunidades urbanas pobres", explica Joel Abelinde, que sigue el programa por Acci¨®n contra el Hambre.
Los microseguros cuestan alrededor de 175 pesos al a?o, aunque pueden llegar hasta 500. Los vecinos de estos barrios pueden contratarlos a trav¨¦s de compa?¨ªas particulares, como los montes de piedad, cooperativas y bancos rurales. "Estos grupos, sin embargo, apenas re¨²nen al 25% de la poblaci¨®n y fuera de estos c¨ªrculos hay muy poca conciencia y acceso a este servicio", se?ala Abelinde.
Valenzuela es una de las zonas de Manila m¨¢s expuestas al peligro de inundaci¨®n. Adem¨¢s del agua, otra amenaza llega debido al fuego. La presencia de peque?as industrias, combinada con hacinamiento, negligencia, infraestructuras y viviendas en ruinas, propician la propagaci¨®n de incendios.
Rodora Madrigal, miembro de la Asociaci¨®n de Vecinos de Valenzuela, vive en compa?¨ªa de 12 personas. A¨²n recuerda con horror el calor que se produjo en su peque?o hogar una noche de hace 11 a?os en la que se desat¨® un incendio en una f¨¢brica cercana. Rodora, de 40 a?os, tuvo que sacar todas sus pertenencias a la calle. Aunque no sufri¨® p¨¦rdidas, tiene miedo de que pueda volver a pasar y que la pr¨®xima vez no resulte tan afortunada. Quiere concertar un seguro, pero para esta compra ella y su marido, que trabaja como ch¨®fer para turistas, necesitan ahorrar 600 pesos anuales.
"Es dif¨ªcil vivir con poco dinero", admite Anselma Loteyru. Era su marido el que tra¨ªa dinero a casa, pero, desde que se qued¨® viuda hace 15 a?os, ha tenido que empezar a trabajar como lavandera, aunque le duela la espalda y sus manos est¨¦n llenas de callos. Sue?a con arreglar el techo de su casa, gravemente da?ado por los aluviones de 2009. ¡°Si llega otro supertif¨®n podr¨ªa derrumbarse, pero por el momento no nos podemos permitir las obras¡±, revela. Con 57 a?os, gana unos 1.500 pesos (alrededor de 25 euros) cada dos semanas, de los que ahorra unos 400 (6,5 euros) que ingresa en el grupo de ahorro de la comunidad.
Un total de 25 vecinos integran este grupo, al que aportan semanalmente 50 pesos (0,81 euros) para constituir un fondo de emergencia. "No todos pueden ingresar esta cuota, pero les implicamos para que por lo menos tomen conciencia de la importancia de estar listos", se?ala Nico Espinosa, presidente de la asociaci¨®n que re¨²ne a unos 200 vecinos. "Con este dinero no solo ahorramos para imprevistos, sino que evitamos que la gente de la comunidad tenga que pedir pr¨¦stamos con intereses muy elevados".
Esta fue la soluci¨®n adoptada por Jomarie Malonzo Palma. Esta ama de casa de 24 a?os se vio obligada a pedir un pr¨¦stamo de 1.500 pesos (24 euros) el pasado mes de junio para los gastos cotidianos de sus dos hijos y tendr¨¢ que devolverlo con unos intereses del 20%. "Conf¨ªo en que no tendremos problemas", cuenta con un hilo de voz, "pero ahora s¨¦ que hay alternativas m¨¢s baratas y ya no volver¨¦ a hacerlo".
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