El gordo cabr¨®n
Harvey Weinstein podr¨ªa haber pasado a la historia por lanzar la carrera de Tarantino, pero lo har¨¢ por algo nada honroso: el acoso sexual
Parece f¨¢cil decirlo, pero, con respecto al caso Weinstein, mi primera reacci¨®n fue la misma que ante el en¨¦simo esc¨¢ndalo de corrupci¨®n del Partido Popular o ante la explosi¨®n del affaire de los Pujol: ?a buenas horas, pero si es que lo llevaban escrito en la cara!
Dif¨ªcil es determinar cu¨¢les ser¨ªan los rasgos faciales que distinguen al corrupto del depredador sexual, porque, en ambos casos, hablamos de inflexiones musculofaciales propias del Lado Oscuro: Harvey Weinstein luce un achinamiento de ojos propio de quien est¨¢ acostumbrado a pronunciar con frecuencia y alargando mucho la u la palabra huge ¨Cenorme¨C en usos del t¨¦rmino que tanto pod¨ªan referirse a la magnitud de los planteamientos de producci¨®n, a una definici¨®n compensatoria de su quiz¨¢ nada colosal miembro viril o a la sincera y precisa calibraci¨®n de su propio cinismo o talla (in)moral.
La combinatoria entre esos ojos, donde el fulgor de la mirada del s¨¢tiro se emborrona con los nubarrones del chulopiscinas que sabe que dinero y poder todo lo pueden comprar, y ese proyecto de desali?ada barba, modelo mafia rusa, transmit¨ªan un mensaje inequ¨ªvoco: s¨ª, Weinstein parec¨ªa ser el amigo malote, siempre dispuesto a pagar coca, escorts y jet privado a tanto chico bueno de Hollywood en edad de escalar, pero, definitivamente, nunca iba a ser el tipo de persona a la que hubiese podido hacer justicia un biopic protagonizado por Jimmy Stewart o Gregory Peck.
Lo que ha pasado estos d¨ªas invita a preguntarse de qu¨¦ manera ser¨¢ recordado Weinstein: si por haber dado alas a la megaloman¨ªa autoindulgente de Quentin Tarantino, o por haber instaurado un funcional espejismo de best seller pseudoautoral con pel¨ªculas como El paciente ingl¨¦s, o por haber dado nuevos usos a macetas y sartenes, o por haber propiciado que a Woody Allen se le delate el inconsciente, o (eso quiz¨¢ ser¨ªa lo m¨¢s justo) por haber inspirado un impulso colectivo (#metoo) orientado a sonrojar unas caras que hace mucho tiempo que ya deber¨ªan haberse ca¨ªdo al suelo de verg¨¹enza.
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