Stalin de Arabia
El golpe de Mohamed bin Salm¨¢n pone en cuesti¨®n los pactos fundacionales saud¨ªes
Estaba escrito. Maktub, como se dice en ¨¢rabe. En cuanto terminara la guerra contra el autodenominado Estado Isl¨¢mico, se inflamar¨ªa la genuina guerra entre chi¨ªes y sun¨ªes, en la que se sustenta la rivalidad entre Arabia Saud¨ª e Ir¨¢n por la hegemon¨ªa regional. Cay¨® Mosul. Raqa ha ca¨ªdo. Nada queda del califato terrorista. La ventaja estrat¨¦gica iran¨ª se hace evidente con la inminente continuidad territorial hasta L¨ªbano y el acceso a Tartus, el puerto de salida al Mediterr¨¢neo. La afrenta no pod¨ªa quedar sin respuesta. Se cuece en la Casa Blanca, donde Trump deshace el acuerdo nuclear con Teher¨¢n tejido por Obama. Y se cuece en Riad, donde no hay pol¨ªtica exterior que no sea a la vez interior, es decir, estrictamente familiar y patrimonial.
El resultado es un golpe de Estado desde la cumbre del poder, algo que Curzio Malaparte (T¨¦cnica del golpe de Estado) solo atribuye a papas y cardenales. Riad es un Vaticano isl¨¢mico, y la familia real y sus 7.000 pr¨ªncipes, el s¨ªnodo de obispos y purpurados. No es el primer golpe de palacio, sino el tercero del joven Mohamed, 32 a?os, hijo del rey Salm¨¢n, contra t¨ªos y primos con pretensiones. Es el primero en envergadura, una gran purga al estilo estalinista o una noche de los cuchillos largos al estilo hitleriano, aunque de momento sin sangre a la vista. Los detenidos no van al Gulag ni a los campos de exterminio sino al Ritz Carlton de Riad habilitado como c¨¢rcel.
Los pactos fundacionales est¨¢n rotos ahora. Con el establisment religioso. Con las distintas ramas de la familia. Con Washington incluso (petr¨®leo por seguridad), estos ya bajo la presidencia de Obama, convertidos ahora en meros deals, los contratos que tanto gustan al negociante Trump. Mohamed bin Salm¨¢n (MBS) quiere un pa¨ªs m¨¢s liberal, econ¨®micamente m¨¢s productivo, pero siempre sujeto a su pu?o de hierro, preparado para aguantar la era post petr¨®leo y resistir como guardi¨¢n de los lugares sagrados del islam, el t¨ªtulo que ofende a los ayatol¨¢s iran¨ªes .
Aunque elimina los obst¨¢culos interiores, su diana estrat¨¦gica es el obst¨¢culo exterior, el Ir¨¢n chi¨ª, y cuenta para ello con la estrecha alianza de Israel y Estados Unidos. El pasado s¨¢bado, d¨ªa de la matanza principesca, los sistemas antimisiles estadounidenses interceptaron un misil huti lanzado desde Yemen que iba a caer sobre Riad. Para los saud¨ªes, un acto de guerra iran¨ª de la mano del Hezbol¨¢ liban¨¦s. Y el primer ministro del L¨ªbano, Saad Hariri, socio de Hezbol¨¢ en el Gobierno, dimiti¨® desde Riad, como si fuera un jefe comunista de un pa¨ªs sat¨¦lite de Mosc¨² en los a?os 50.
MBS es desp¨®tico, desmesurado, intransigente. Tiene ambici¨®n de refundador, como su abuelo Abdelaziz bin Saud, que recuper¨® armas en mano un reino perdido por sus ancestros en dos anteriores ocasiones. Aunque quiere privatizar empresas, incorporar a las mujeres y abrir parques de atracciones, su instrumento de poder es el m¨¢s antiguo: la guerra. Ya la libra en Yemen, y ahora suenan sus tambores en Siria y L¨ªbano, y qui¨¦n sabe si con Israel como directo ejecutor y aliado.
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