?Por qu¨¦ el cine espa?ol sigue instalado en el odio a las mujeres?
Hay muchas pel¨ªculas que ridiculizan y minimizan el papel de las mujeres, frente a algunos ejercicios de cine joven y libre
El a?o pasado las alarmas saltaron. Tan solo una de las cinco pel¨ªculas nominadas a los premios Goya estaba protagonizada por un personaje femenino potente y pasaba el test de Bechdel. Se trataba, como no pod¨ªa ser de otra manera, de Julieta, de Pedro Almod¨®var. El resto de la producci¨®n, salvo honrosas excepciones como Kiki, el amor se hace, La puerta abierta, Mar¨ªa y los dem¨¢s o El olivo, eran directamente pel¨ªculas de t¨ªos, de machotes intentando demostrar qui¨¦n era m¨¢s viril o qui¨¦n la ten¨ªa m¨¢s grande. Pel¨ªculas, al fin y al cabo, que exudaban testosterona por los cuatro costados y en las que el hueco dedicado a la mujer era anecd¨®tico y en muchos casos inexistente. En el peor de los casos, directamente insultante.
Fue el a?o de Tarde para la ira, Que Dios nos perdone, Los ¨²ltimos de Filipinas, El hombre de las mil caras o Cien a?os de perd¨®n. En Que Dios nos perdone, en una de las escenas ten¨ªa lugar el intento de agresi¨®n a una mujer. La misma mujer, unos d¨ªas m¨¢s tarde, iba a casa de su agresor. ?C¨®mo se puede permitir que se trasmita una visi¨®n tan distorsionada y fr¨ªvola de un tema tan grave como este? Por supuesto tambi¨¦n hab¨ªa conversaciones de irse de putas, de follar como campeones y ese tipo de cosas.
"Hay ejercicios de cine joven y libre, como 'Pieles' y 'La llamada', que abogan por la diversidad. Tambi¨¦n encontramos personajes femeninos fuertes y valientes en pel¨ªculas de g¨¦nero, como es el caso de 'Ver¨®nica' y 'Colossal"
Este a?o las cosas parecen haber cambiado un poco. Hay pel¨ªculas como Abracadabra que denuncian el concepto de macho ib¨¦rico con todos sus estereotipos m¨¢s desagradables para terminar poni¨¦ndole una camisa de fuerza. Hay ejercicios de cine joven y libre, como Pieles y La llamada, que abogan por la diversidad. Tambi¨¦n encontramos personajes femeninos fuertes y valientes en pel¨ªculas de g¨¦nero, como es el caso de Ver¨®nica y Colossal. Directoras como Isabel Coixet, Roser Aguilar o la joven Elena Mart¨ªn que siguen apostando por retratar a la mujer de manera poli¨¦drica a trav¨¦s de sus luces y sus sombras, de sus anhelos y debilidades, y directores, como Lino Escalera o Fernando Franco que consiguen en No s¨¦ decir adi¨®s y Morir, construir dos de los personajes femeninos m¨¢s memorables del a?o, interpretados por Nathalie Poza y Mari¨¢n ?lvarez.
Esa es la cara, pero como no pod¨ªa ser de otra manera, tambi¨¦n tenemos la cruz. Contin¨²a existiendo un cine anclado en una mirada profundamente mis¨®gina, que se acerca a la mujer para convertirla en objeto de deseo, que la relega a papeles insignificantes en la trama porque no sabe qu¨¦ hacer con ella, que se encarga de recubrirla de los peores clich¨¦s y someter su voluntad a la tiran¨ªa masculina.
?Qu¨¦ pintaba, por ejemplo, B¨¢rbara Lennie en Contratiempo y Alba Galocha en Plan de fuga? Nada, eran simples comparsas de la funci¨®n. Papeles sin ninguna entidad que serv¨ªan ¨²nicamente para poner de manifiesto las bondades de sus compa?eros masculinos, verdaderos h¨¦roes de la funci¨®n. ?Por qu¨¦ las representantes femeninas de Se?or, dame paciencia se pasaban todo el rato hablando de hombres y de lo bueno que estaba Andr¨¦s Velencoso?
"Parece existir un cierto embeleso al escuchar a la protagonista lanzar frases tan propensas a la egolatr¨ªa masculina como: me encanta tener tu semen dentro de m¨ª¡±
En El bar, de ?lex de la Iglesia ocurr¨ªa algo bastante m¨¢s grave. En un momento de la pel¨ªcula, los protagonistas tienen que pasar por el hueco estrecho de una alcantarilla y para ello deben untarse de aceite. Cuando le toca el turno a Blanca Su¨¢rez, se detiene el tiempo, la c¨¢mara se deleita, la filma por todos lados intentando erotizar un momento que en el fondo resulta repulsivo: una chica joven teniendo que quitarse la ropa y siendo manoseada por todo el cuerpo ¨²nicamente para satisfacci¨®n del espectador masculino. Por supuesto, cuando le toca el turno a Carmen Machi, la misma acci¨®n parece convertirse en un acto jocoso que da lugar al chiste f¨¢cil.
En Amar, la ¨®pera prima de Esteban Crespo, una adolescente se deja llevar por una relaci¨®n de dominio malsana que ejerce su pareja sobre ella sin que haya ning¨²n tipo de denuncia expl¨ªcita sobre ello. Al contrario, parece existir un cierto embeleso al escuchar a la protagonista lanzar frases tan propensas a la egolatr¨ªa masculina como ¡°me encanta tener tu semen dentro de m¨ª¡± o ¡°soy t¨²¡±. Frases que no hacen sino poner de manifiesto una mirada nociva en torno a las relaciones de posesi¨®n y toxicidad precisamente porque se tratan de una manera casi id¨ªlica, como si eso fuera lo bonito de vivir un primer amor, abandonarte a una relaci¨®n que hace que pierdas tu identidad y que se basa ¨²nicamente en satisfacer a tu pareja, provocando una peligros¨ªsima involuci¨®n ideol¨®gica dentro de las generaciones m¨¢s j¨®venes.
Estas pr¨®ximas semanas se estrenan otras dos pel¨ªculas que llegan dispuestas a situarse en el altar cipotudo del cine espa?ol del a?o.
Oro ser¨ªa el equivalente a Los ¨²ltimos de Filipinas de este a?o. Ese tipo de pel¨ªcula en la que los hombres son duros, est¨¢n muy sucios y llevan armas para matar. Caracter¨ªsticas todas ellas fundamentales para fortalecer su masculinidad. En medio de ese panorama tan desalentador, en el que son constantes las disputas entre gallitos, dos personajes femeninos: el que interpreta Anna Castillo y el de B¨¢rbara Lennie que, de nuevo, como le ocurr¨ªa en Contratiempo, no parece tener muy claro qu¨¦ pinta en medio de esa selva en la que no tiene nada que aportar excepto servir como elemento perturbador y catalizador de violencia en medio del entorno varonil en el que se inserta. Que el argumento sea obra de Arturo P¨¦rez-Reverte tampoco ayuda mucho a pensar otra cosa que aqu¨ª hemos venido a ver una historia de tipos de pelo en pecho que, adem¨¢s, son los encargados de escribir la historia de nuestro pasado.
"Que el argumento sea obra de P¨¦rez-Reverte tampoco ayuda mucho a pensar otra cosa que aqu¨ª hemos venido a ver una historia de tipos de pelo en pecho que, adem¨¢s, son los encargados de escribir la historia de nuestro pasado"
Pero hasta P¨¦rez Reverte se puede considerar vencido en su beatificaci¨®n de la sacrosanta masculinidad si tenemos en cuenta la adaptaci¨®n que ha hecho Manuel Mart¨ªn Cuenca de la novela de Javier Cercas El autor. No es nada nuevo. Ya desde sus inicios, con La flaqueza del bolchevique se pod¨ªa intuir por d¨®nde iban a ir los tiros. Ahora, en El autor, ense?a sus cartas de una manera todav¨ªa m¨¢s precisa y obvia: El protagonista, Javier Guti¨¦rrez, para tener una mayor confianza en s¨ª mismo, pone sus huevos encima de la mesa. Toda una declaraci¨®n de intenciones.
No hay ning¨²n tipo de filtro a la hora de ridiculizar a las mujeres que aparecen, ya sea porque son mentirosas o manipuladoras, por su f¨ªsico o por su procedencia. Ellas son el origen de todos los males porque son capaces de hundir a un hombre en la m¨¢s profunda de las miserias. El cl¨¢sico victimismo machirulo que combina a la perfecci¨®n con esa actitud y mirada prepotente que por desgracia todav¨ªa impera en buena parte de nuestro cine.
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